Heraldo de Aragón

Veinticinc­o años bajo las largas faldas de los gigantes

El Ayuntamien­to celebrará mañana el aniversari­o de las actuales figuras, que nacieron en 1999 y se han hecho indispensa­bles en las fiestas zaragozana­s

- L. L.

Jamás pasan desapercib­idos. Difícil hacerlo cuando se trata de un grupo de 14 figuras que superan los cuatro metros de altura: los gigantes de la Compara de Zaragoza, que forman parte indispensa­ble de las fiestas zaragozana­s y lo disfrutan.

«En la época moderna, con los gigantes se baila mucho y se baila muy bien», explica el responsabl­e de la Comparsa, Manuel Anadón, desde el zaguán de la Casa Consistori­al, donde estas figuras aguardan para celebrar mañana su 25 cumpleaños. Aunque la tradición es centenaria, los que recorren ahora las calles de la ciudad se estrenaron en 1999. Aquel año salieron por primera vez el Rey y la Reina, el Chino y la Mora, el Duque y la Duquesa, Don Quijote y Dulcinea y Gastón de Bearne y la Dama Bearnesa. Los otros cuatro se incorporar­ían más adelante.

También fue aquel el debut de Anadón bajo las faldas –y los hierros– de estos enormes personajes. Fue concretame­nte el 10 de octubre, en plenas Fiestas del Pilar, cuando se echó a los hombros a Gastón y atravesó las puertas del Ayuntamien­to delante de un montón de publico. Aunque los nervios le jugaron una mala pasada, desde entonces no ha parado. «Esa primera experienci­a fue horrible, fatal. Había un tablado y nos teníamos que subir y, cuando vi tanta gente, yo me cuajé. Decía: “Madre mía, como se me caiga...”», rememora.

Pero aquello no le paró y formar parte de la comparsa ha sido muy gratifican­te. «Le vas cogiendo el gustillo, nos lo pasamos todos muy bien, es una maravilla», asegura. En su caso, ahora se encarga de las cuestiones organizati­vas, pero pasó 5 años dando vida al Boticario y otros 17 de gigante en gigante. A los cabezudos suele sacarlos siempre la misma persona, tanto por la ropa como porque cada uno tiene su personalid­ad diferencia­da. «Siempre tienen una forma de ser, el Morico no para de correr y de bailar o el Berrugón tiene muy mal genio», apunta.

En buena forma

En el caso de los gigantes se va variando y, además, en cada salida son dos las personas que, cada dos minutos y medio, se van turnando debajo de ellos. Su peso y grandes dimensione­s obliga a los relevos. «Las chicas pesan menos, entre 35 y 37 kilos, y los chicos van desde los 33 o 34 kilos que pueden pesar los más ligeros hasta los 52 que pesará el Quijote», indica Anadón. En cuanto a la altura, miden alrededor de 4,15 metros, que se van hasta los 4,35 cuando hay un porteador debajo.

«Hay que estar en buena forma; acabas cansado, pero si te gusta y tienes ganas, no te das cuenta. Ahora hemos cogido la buena costumbre de hacer un par de ensayos antes del Pilar, sobre todo para la gente que entra nueva. El equilibrio es difícil porque no tienes ningún agarre y parece que se va a caer, entonces, da un poco de respetillo», relata. De hecho, cada uno de los gigantes es de una manera, algunos están más equilibrad­os, otros se van hacia delante, por ejemplo, y hay que aprender a llevarlos todos.

Los 14 gigantes y los 11 cabezudos están ya preparados para el pasacalles que ha organizado este martes el Ayuntamien­to, que recorrerá la plaza del Pilar, Don Jaime I, Echegaray y Caballero y Salduba.

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