«Este proyecto me ha dado la vida, me permite cuidar a mi marido en casa»
ZARAGOZA. Rosa Mª Torres, de 78 años, tiene alma de trabajadora social. Estudió graduado social, aunque su trayectoria profesional la desarrolló en la administración de la Facultad de Medicina de la Universidad de Zaragoza, con excedencia incluida para cuidar de sus tres hijos. Es una de las primeras usuarias en Zaragoza del proyecto de la DGA ‘Apoyos conectados’. «Me ha dado la vida, me permite cuidar a mi marido en casa y yo misma me siento más segura en la calle», cuenta entusiasmada.
Cuando su hija mayor le planteó tomar parte en el programa no lo dudó. El pasado 5 de enero, la trabajadora social Pilar Aladrén, gestora de apoyos de la Fundación Dfa que hace el seguimiento de cerca de 40 usuarios, le hizo la valoración para determinar los servicios que se adaptaban al matrimonio. A su esposo, Tirso Redondo, de 80 años, le diagnosticaron hace seis años párkinson, sufre una demencia provocada por la enfermedad y tiene reconocida una dependencia de grado 3 .
La mayor preocupación de Rosa era atenderle en su hogar desde hace 40 años y que, en la medida de lo posible, él pudiera seguir «su rutina, pasar ratos en la habitación que le gusta, pasear por el barrio y acercarse a la parroquia».
El funcionamiento de los aparatos que usa para medirse las constantes vitales (termómetro de oído, tensiómetro, pulsómetro, báscula...) le resulta «bastante sencillo y de utilidad». El auténtico descubrimiento ha sido la aplicación que lleva en el móvil, por la que está geolocalizada dentro y fuera de la vivienda y con la que puede contactar en cualquier momento con la centralita de Dfa.
Sufre una artrosis que le afecta a la cadera: «Ya me he caído alguna vez en la calle y también tengo miedo de desorientarme, por eso me siento ahora más segura y tranquila». Su esposo cuenta con un servicio de acompañamiento (compatible con el de ayuda a domicilio que se pueda tener) cuatro horas el fin de semana. Adriana Scotto, que es la técnico de promoción de autonomía, acude los sábados y aprovecha cuando Tirso se encuentra bien para, explica, «salir a pasear, ir a misa y a ver a la Virgen y escuchar música, sobre todo clásica». Rosa espera que en el futuro este programa tenga una continuidad, aunque sea con el copago de alguna cantidad por parte de los beneficiarios.