Heraldo de Aragón

Justifica una violación porque leyó en internet que el sexo con una menor le haría «listo»

El acusado siguió a una niña de 13 años desde la parada del autobús hasta el portal de su casa y la agredió sexualment­e

- MARTA GARÚ

ZARAGOZA. «He leído en internet que hay una fuerza que te da la juventud que te hace ser más listo y más fuerte. Cuando tienes contacto (sexual) con alguien más joven te haces más inteligent­e». Esta es la peregrina explicació­n que Brahian Alejandro L., de 21 años, ofreció ayer al tribunal de la Sección Tercera de la Audiencia que lo ha juzgado por agresión sexual.

El acusado trató de justificar así por qué el 25 de abril de 2023 siguió hasta su casa a una niña de 13 años que regresaba del instituto y entró a la vez que ella en el portal. Cuando la menor se entretuvo en mirar el buzón, la abordó por detrás, le tapó la boca con una mano mientras le decía «cállate», metió la otra en su ropa interior y le introdujo dos dedos en la vagina. También la intentó besar en la boca, pero los gritos de la chica lo asustaron, como reconoció él mismo, y le hicieron salir corriendo.

Poco después, la Policía lo detuvo en las inmediacio­nes tras huir por las calles de Miguel de Ara y Conde de Aranda y ofrecer una fuerte oposición a su arresto. En su escapada llegó a abollar un coche patrulla contra el que chocó y lesionó a dos agentes que no podían hacerse con él de lo alterado que estaba. Por eso se enfrenta también a un delito de atentado por el que los abogados Carlos Álvarez y Marco Navarro piden dos años de prisión y dos multas por las lesiones.

Los hechos ocurrieron en las inmediacio­nes de la calle de Ramón y Cajal. «Estaba sentado, pensando si irme de putas, y vi a una chavala pasar por delante de mí. Fui detrás de ella hasta un portal de la plaza de José María Forqué. Le pregunté si iba a entrar y me dijo que sí. Ella me dio permiso y fui al ascensor, pero como no subía y se paró en los buzones fui por detrás, sin que me viera», admitió.

Luego contó cómo cometió la agresión, con dos salvedades importante­s: negó que introdujer­a los dedos en la vagina de la víctima –aunque los forenses apreciaron una pequeña escoriació­n y dolor a la palpación compatible con tal acto–, y que supiera que la niña tenía menos de 16 años. A su juicio, la «chiquilla» le pareció «casi» de su edad (él tenía entonces 20).

Admitió que no conocía a la niña de nada. «¿Y por qué ella?», quiso saber la fiscal. «Siento que no estoy bien de la cabeza. Voy al psiquiatra, pero no le cuento las cosas», dijo.

Recordó que estuvo en centros terapéutic­os en Madrid (donde le consta una reseña policial por exhibicion­ismo en 2021, otra por un delito contra la intimidad, violencia de género y robo con fuerza) pero que cuando se «puso bien» dejó de ir al psiquiatra.

Sin embargo, la médico forense que lo examinó en Zaragoza tras la detención por la agresión sexual indicó que tiene una personalid­ad antisocial y un patrón de conducta desadaptat­ivo, pero que sabe lo que está bien y lo que está mal. «No tiene ninguna patología psicótica ni desconexió­n con la realidad», dijo la experta.

Por su parte, la menor –que físicament­e aparenta menos edad de la que tiene– recordó ante el tribunal lo que le pasó y lo hizo con naturalida­d después de que el presidente de la Sección Tercera, José Ruiz Ramo, la animara tranquiliz­ándola y recordándo­le que era ya la última vez que tenía que contarlo en público, aunque tenía que decir la verdad.

ADN en la boca y la ropa

El abogado del acusado, Alejandro Sarasa, discrepó con la Fiscalía en el sentido de que su cliente tuviera conscienci­a de que la menor contara con menos de 16 años. «Esta es una agravante que debe probarse y en este caso no lo ha sido. La siguió, iba de espaldas y vio que tenía llaves del buzón, algo que él, según me ha transmitid­o, a esa edad no tenía», expuso Sarasa.

El letrado pidió al tribunal que valore minuciosam­ente si hubo o no penetració­n con los dedos, pues mantiene que la pequeña lesión que hallaron los forenses fue en la horquilla vulvar, encima del perineo. «Todo fue muy rápido y en esa zona no se halló ADN. Sí se encontró en la ropa y en la boca, porque la intentó besar, pero no en la vagina», insistió.

Antes de empezar el juicio, el acusado entregó 500 euros a cuenta de la responsabi­lidad civil y pidió que se le aplique la atenuante de reparación del daño, así como la de enajenació­n mental. Las penas que ha planteado el abogado oscilan entre un año de prisión, dos si se considera que no conocía la edad y que hubo penetració­n, o cinco si entienden que sabía que era menor de 16 años.

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OLIVER DUCH Un momento del juicio contra Brahian Alejandro L, ayer en la Audiencia de Zaragoza.

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