Portugal vota en pleno desencanto
MADRID. Hoy, de nuevo de forma anticipada, los ciudadanos acuden a las urnas para elegir quién les gobernará hasta 2028. Y lo hacen más indecisos y desencantados que nunca. Los sondeos hablan de igualdad entre los conservadores de Luís Montenegro (Alianza Democrática, 29%) y el Partido Socialista de Pedro Nuno Santos (26%), con un fuerte crecimiento de Chega, formación ultraderechista que podría alcanzar el 20% de los votos después de ocho años de gobiernos de izquierda.
La eclosión de Chega es síntoma del desencanto; de protesta. Es un partido creado en 2019 por André Ventura, antiguo socialdemócrata que quiso ser presidir el club de fútbol Benfica y que ha encontrado en el radicalismo y el hartazgo el caldo de cultivo ideal para irrumpir en la opinión pública lusa con un lema, ‘Limpiar Portugal’, que carga contra los inmigrantes y la casta política.
Dentro de la Unión Europea, Portugal inició su despegue hasta que en 2008 cayó en manos de la Troika, la alianza del Fondo Monetario Internacional, el Banco Central Europeo y la Comisión Europea. Los controladores impusieron recortes para rebajar el déficit público y la deuda antes de conceder un rescate de 78.000 millones de euros. El Gobierno derechista de Pedro Passos Coelho (2011-2015) tuvo que desregularizar el mercado de la vivienda y fomentar el turismo.
La austeridad ahogaba. El socialista António Costa llegó al gobierno en 2015 y aplicó medidas que sirvieron para recuperar el poder adquisitivo de los ciudadanos. Revalorizó las pensiones, aumentó el salario mínimo y amplió las prestaciones sociales. Tuvo éxito y, además, logró rebajar el déficit público. La prensa internacional bautizó aquel proceso como ‘el milagro portugués’. Costa
era ya el modelo a seguir por la izquierda europea.
Ese milagro tenía una cara oculta. La recuperación redujo la deuda pública (es menos del 100% de PIB), pero no mejoró significativamente las condiciones de vida de los portugueses. Las inversiones estatales se vinieron abajo.
Crece la extrema derecha Aunque también eso tiene su matiz. Un informe de la Comisión Europea refleja que ese bajo nivel de paro está relacionado con la salida de decenas de miles de portugueses, bien formados, a otros países en busca de mejores salarios.
Sus reivindicaciones salariales chocaban contra la política de control presupuestario. Con sueldos bajos y viviendas caras, el pluriempleo se ha convertido en una necesidad. El salario mínimo apenas supera los 800 euros, la mitad que en Francia y Alemania.
Para colmo, la inflación, del 4,3% en 2023, ha vaciado aún más las cuentas de los ciudadanos.
En ese escenario ha crecido exponencialmente Chega, el partido de extrema derecha de André Ventura. Él mismo ha dicho que es un enviado divino para salvar a Portugal. Iba para seminarista y ha edificado de la nada una formación radical que aboga por la castración de los violadores, que defendió un confinamiento específico para los gitanos en la pandemia y que cree que los inmigrantes han llegado para sustituir demográficamente a los lusos.