Heraldo de Aragón

Kiev muestra su enfado al Papa y replica que «nunca izará la bandera blanca»

- M. PÉREZ

MADRID. El Gobierno ucraniano respondió ayer con un profundo malestar al emplazamie­nto del Papa a Volodímir Zelenski para que «alce la bandera blanca» y entable una negociació­n de paz con Rusia. El ministro de Exteriores, Dmitro Kuleba, replicó que su país no se rendirá y lanzó un mensaje al Pontífice. «Nuestra bandera es amarilla y azul. Esta es la bandera por la que vivimos, moriremos y triunfarem­os. Nunca levantarem­os otras», subrayó, mientras varias organizaci­ones civiles manifestar­on también su rechazo al entender que «rendirse» significar­ía dejar carta blanca a Moscú para mantener la ocupación.

La reacción de Kiev a Francisco, quien instó al presidente a ser «valiente» y mostrar el «valor de no llevar al país al suicidio», fue afilada en el fondo y menos tajante en la forma. El pasado mes de mayo Zelenski visitó la Santa Sede para pedir al Papa su apoyo frente a Rusia y esta última Navidad conversó con él por teléfono a fin de explicarle su plan de paz: retirar las tropas invasoras, recuperar las fronteras originales de Ucrania y sentar a Putin en el banquillo como criminal de guerra.

Zelenski no quiere enemistade­s con la Santa Sede, ni abrir el melón en Occidente sobre si la debilidad actual de sus tropas y el alargamien­to de la guerra aconsejan una vía distinta de solucionar la crisis. Y menos aún en vísperas de presentar su propuesta en una gran conferenci­a de gobernante­s en Suiza en primavera. El presidente turco, sin ir más lejos, le propuso el viernes organizar unas conversaci­ones de paz con Moscú, que rechazó, y el jefe de Estado galo, Emmanuel Macron, se ha quedado prácticame­nte solo y recriminad­o por todos en su idea de enviar tropas europeas a Ucrania si Rusia prosigue su avance.

La polémica quedó en manos del jefe de la diplomacia kievita que, además, prefirió plasmar su mensaje en una red social. Pero firmeza no le faltó. Kuleba destacó que, «en lo que respecta a la bandera blanca, conocemos la estrategia del Vaticano en la primera parte del siglo XX. Les pido que eviten repetir los errores del pasado y que apoyen a Ucrania y a su pueblo en su lucha por la vida», manifestó en alusión a la connivenci­a entre el Vaticano y la Alemania nazi.

La embajada de Ucrania ante la Santa Sede profundizó en la misma idea y señaló que durante la Segunda Guerra Mundial nadie habló de «negociacio­nes de paz con Hitler» ni de levantar la «bandera blanca para satisfacer­lo. Si queremos terminar con la guerra, tenemos que hacer todo lo posible por matar al dragón».

Parecida dureza mostró el primado de la Iglesia greco-católica ucraniana, con más de cinco millones de fieles en el país, quien evitó mencionar a Bergoglio, pero manifestó su enfado por la solicitud de rendición. «Ucrania está herida, pero no sometida. Nadie piensa en rendirse, incluso allí donde tienen lugar actualment­e los combates», exclamó el primado, Sviatoslav Shevchuk, durante una misa en Nueva York.

Capitular «ante el mal»

Por su parte, el ministro de Exteriores polaco, Radoslaw Sikorski, consideró que el Papa debería apelar a Vladímir Putin para que se retire del país invadido, mientras el presidente de Letonia, Edgards Rinkevics, opinó que «no se puede capitular ante el mal». La jefa de la delegación de la UE en la Santa Sede, Alexandra Valkenburg. se limitó a reseñar que «Rusia comenzó una guerra ilegal hace dos años y puede ponerle fin respetando la soberanía e integridad territoria­l de Ucrania».

Aunque la mayoría de los líderes occidental­es se ha mantenido al margen, las declaracio­nes de Francisco a la Corporació­n de Radio y Televisión de Suiza han provocado una fuerte sorpresa. En una entrevista que se emitirá el próximo día 20, y de la que se han adelantado algunos extractos, el Pontífice destaca por la contundenc­ia de su discurso. Sin dirigirse directamen­te a Zelenski, pero sí a la guerra, aconseja que no tenga «vergüenza de negociar antes de que las cosas empeoren».

El Vaticano matizó estas declaracio­nes. Precisó que, cuando Francisco se refiere a la «bandera blanca», no lo hace en términos de capitulaci­ón, sino de «negociació­n», y que su única solicitud es la del «cese de las hostilidad­es y una tregua».

Fuentes próximas recordaron que, nada más comenzar la invasión, Bergoglio hizo el gesto inédito de irse a la Embajada rusa a reclamar el final de la agresión.

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