Heraldo de Aragón

Las restriccio­nes israelíes auguran una «explosión» en el Ramadán musulmán

Jordania, custodio de los lugares santos de Jerusalén, advierte de la tensión que generan las prohibicio­nes de acceso a la mezquita de Al-Aqsa por la guerra

- MIKEL AYESTARAN

ESTAMBUL. El Ramadán comenzó para los musulmanes de todo el mundo con la mirada puesta en la guerra de Gaza y la amenaza de una situación peligrosa en la mezquita de Al-Aqsa de Jerusalén, como alertó el ministro de Exteriores de Jordania, Ayman Safadi. Las restriccio­nes impuestas por Israel en el tercer lugar más sagrado para el islam en este mes del ayuno musulmán «empujan la situación hacia una explosión», en palabras del jefe de la diplomacia de un país que es el custodio oficial de los lugares santos de la ciudad de las tres religiones.

Desde que estalló la guerra en la Franja se prohíbe la entrada de los menores de 45 años y de palestinos de los territorio­s ocupados y el Gobierno de Netanyahu no ha sido claro sobre la política durante el Ramadán. Se limita a decir que mantendrá «el equilibrio entre seguridad y libertad de culto».

Los hebreos no quieren que se repitan las batallas campales de 2022 y 2023, ni que se convierta en un lugar donde se muestre apoyo público a Hamás porque saben que todo lo que ocurre en este recinto tiene repercusio­nes en toda la región. Los islamistas bautizaron el ataque del 7 de octubre como ‘Inundación de AlAqsa’ y el portavoz del ala militar, Abú Obeida, declaró que «el Ramadán es el mes de la victoria, el mes de la yihad (guerra santa)».

«Más gasolina»

La Autoridad Nacional Palestina (ANP) también mostró su preocupaci­ón por la estrategia de Israel en el lugar santo, ya que «imponer restriccio­nes al acceso a la mezquita de Al-Aqsa en un mes tan importante sólo sirve para añadir más gasolina al fuego regional», en palabras de portavoz de la ANP, Nabil Abú Rudeina.

Tras semanas de negociacio­nes con la mediación de Estados Unidos, Catar y Egipto, Hamás e Israel no han llegado a un acuerdo de alto el fuego y la guerra sigue durante el Ramadán con la amenaza de una operación contra Rafah cada vez más presente. António Guterres, secretario general de Naciones Unidas, lamentó ayer que «la muerte, los bombardeos y el baño de sangre continúan en Gaza» y pidió a las dos partes «la liberación de los rehenes y el levantamie­nto de todos los obstáculos para garantizar la entrega de ayuda vital a la velocidad y escala masiva requerida».

En Gaza viven un Ramadán marcado por las ausencias de los más de 30.000 muertos, la hambruna causada por el cerco impuesto por Israel y la incertidum­bre ante el asalto a Rafah, ciudad que acoge a 1,5 millones de personas, la mayoría desplazado­s del norte y centro de la Franja. La gran parte de mezquitas han sido destruidas por los bombardeos y la gente reza en las calles, evitando grandes concentrac­iones para no ser objetivo de aviones y drones. Los islamistas y los israelíes se culpan mutuamente de no aceptar la tregua y la situación humanitari­a se complica día a día.

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HAITHAM IMAD/EFE La gente se arremolina en una calle de Rafah ante los puestos de venta de comida.

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