Desradicalizar la extrema derecha
El 15 de marzo se marca en todo el mundo el Día Internacional contra la Islamofobia. Un día designado por la ONU para concienciar de la epidemia de odio que ha sufrido la comunidad musulmana en Occidente desde siempre, pero sobre todo a partir de los atentados de Al-Qaeda del 11-S. Es cierto que la reacción institucional a tal ataque no fue acompañada por una visión integradora que tuviese en cuenta las repercusiones de las nuevas políticas de lucha ‘anti-terrorista’ o lucha ‘contra el terror’ en la comunidad musulmana. De nuevo se cayó en el mismo error que alentó una ocupación militar en Afganistán: la guerra ‘por la democracia’ esgrimida a golpe de bombas, controles militares y aplausos cada vez que se ‘eliminaba’ a un integrante islamista.
Por suerte, esa mirada del ‘counter-terrorism’ se está sustituyendo por otra más holística que estudia la prevención del extremismo violento a través del modelo 3N, estudiando en una fase previa las necesidades, las redes y las narrativas de las personas vulnerables de caer en él.
En la Unión Europea existen varios proyectos y la RAN (Radicalisation Awareness Network) que adoptan esta visión con organizaciones españolas, como la Fundación Euroárabe de Altos Estudios, involucradas gracias a una red de personas expertas ya no en torno al anti-terrorismo, cuyas acciones pueden poner en peligro las libertades y los derechos humanos, sino en la desradicalización, un proceso donde la sociedad al completo y los profesionales estamos inmersos.
Unir islam y terrorismo, descontextualizando yihadismo y guerra santa, es un grave error o la deliberada intención de desfigurar el islam, como lo es unir islam y maltrato a la mujer. El señor Nolasco puede estar cometiendo un delito de odio al sugerir tales afirmaciones. Estaría normalizando la discriminación, la hostilidad, los prejuicios y la xenofobia, fenómenos que el Día Internacional contra la Islamofobia
la ONU nos invita a rechazar, sabiendo que en España (y según el Ministerio de Interior) los delitos por racismo y xenofobia son los delitos de odio más numerosos, muchos de ellos motivados por la islamofobia que caracteriza a la extrema derecha.
La acción de arrugar un papel con una invitación a celebrar el mes sagrado musulmán de Ramadán es preocupante cuando la carta fundamental de los Derechos Humanos y nuestra Constitución recoge libertad ideológica, religiosa y de culto de los individuos y las comunidades. La representación simbólica que denota este acto protagonizado por un representante político es, cuan menos, irresponsable y, por supuesto, denunciable.