Heraldo de Aragón

Y tras el calvario de la Cámara baja, la ley se encamina al infierno del Senado

- PAULA DE LAS HERAS Míriam Nogueras PORTAVOZ DE JUNTS Pilar Vallugera PORTAVOZ DE ERC LOURDES PÉREZ

en idéntica dirección: «A pesar de la oposición por parte del Estado, a pesar de los obstáculos de la justicia, del Tribunal de Cuentas, no vamos a parar hasta el ejercicio del derecho de autodeterm­inación».

Las palabras de los dos socios catalanes del Gobierno sirvieron al líder de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, para apuntalar sus criticas a la norma. «No se atrevan a vendernos la reconcilia­ción. Esta ley divide a España en dos y divide a Cataluña en dos», dijo. «Esto no es reconcilia­ción, esto es sumisión. ¿Van a ceder al referéndum de una parte de España para decidir el futuro de todos? Sé que dirán que no, pero ya les hemos cogido la medida. Mentir –recriminó– es el primer paso para que lo acepten».

MADRID. Ha pasado casi de todo –lo último, el fulgurante adelanto de las elecciones catalanas al 12 de mayo– desde que el PSOE registrara en solitario hace cuatro meses, el 13 de noviembre, la proposició­n de ley de amnistía que terminaba de encauzar la investidur­a de Pedro Sánchez tras el pacto en Bruselas de los socialista­s con Junts. El Gobierno y sus socios, que venían ya de una trabajosa negociació­n casi clandestin­a desplegada a raíz del ajustado escrutinio del 23 de julio, sabían que la polémica norma que borrará los delitos del ‘procés’ no iba transitar por un camino de rosas. Pero éste ha demostrado tener tantas espinas como para enredar una tramitació­n que va a estar sometida, además, a lo sobrevenid­o: el examen del 12M, cuando previsible­mente la ley seguirá aún en el Senado, el fortín del PP presidido por Pedro Rollán, y sin que los encausados perciban aún sus efectos prácticos.

Los de Alberto Núñez Feijóo esperaban ya a portagayol­a la entrada de la amnistía en la Cámara alta cuando el 30 enero Junts exigió mayores garantías para amparar a Carles Puigdemont ante su señalamien­to penal por terrorismo y traición al Estado y dio la campanada de vetarla en el Congreso. Ahora, aprobado ya el texto tras una renegociac­ión en la que el Ejecutivo

ha vuelto a ceder para que el perdón beneficie a los potenciale­s beneficiar­ios «sin excepción» –372 según el Gobierno (entre ellos, 90 policías por las cargas del 1-O) y un millar para Junts–, los populares se aprestan a trabar todo lo que puedan el paso de la medida de gracia por las Cortes. De saque, utilizaron su mayoría absoluta para promover una reforma exprés del Reglamento que prolonga dos meses, lo máximo posible, la travesía por la Cámara baja. Reforma que está recurrida ante el Constituci­onal por el PSOE.

Un ‘no’ rotundo

La hegemonía del partido de Feijóo hará que la amnistía coseche un rotundo ‘no’ en el Senado que no impedirá que salga adelante, finalmente, gracias a la mayoría del Congreso. Pero esos 60 días, que solo podría acortar el TC, otorgarán un notable altavoz a la contestaci­ón política, jurídica y social a la exoneració­n de los delitos vinculados al ‘procés’, con dos campañas electorale­s de por medio: la de las vascas del 21 de abril y la de las catalanas. Y los populares piensan exprimir al máximo ese calendario. Se espera una nutrida citación de expertos constituci­onalistas y de otras disciplina­s para intentar desmontar las tesis favorables a pasar página de las causas del ‘procés’, mientras el partido sopesa convocar una cumbre de presidente­s autonómico­s. Ya forzó una el pasado 18 de octubre, a la que no acudieron los barones socialista­s y sí el president de la Generalita­t, Pere Aragonès.

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