EL PERSONAJE
Nació en Madrid en 1962, es nieto de José Tudela (que fue director de la Biblioteca Nacional), bibliófilo, letrado y un gran viajero. Debuta en la escritura con ‘Viaje a Irán. Los azulejos negros del desierto’ (Athenaica)
cielos. Soy un apasionado del mundo antiguo y he perseguido el encuentro con sus emblemas. El zigurat es uno de los grandes emblemas de ese mundo antiguo.
Es crítico aquí con la actitud de Irán hacia la mujer. ¿Hay esperanza de cambio?
Soy crítico con la actitud del régimen teocrático. La mujer sufre un plus de limitaciones respecto de las ya severas que sufre toda la población. Soy pesimista sobre las posibilidades de un cambio real que afecte a las libertades de los ciudadanos iraníes.
¿Por qué ha tardado tanto en publicar un libro de viajes? ¿Qué le ha retraído?
Siempre he escrito. No había publicado antes por pudor y respeto a la literatura. Me considero buen lector, pero nunca he tenido certeza crítica sobre lo que yo mismo escribía.
¿Qué guarda en las gavetas, qué cabe esperar de Pepe Tudela?
Tengo muchas páginas escritas. Crónica política, diarios de viaje, aforismos, esbozos de poemas, ensayos sobre aquello que me interesa o apasiona. No hay plan. La publicación del libro de Irán supone entreabrir una puerta. A ver si soy capaz de empujarla y dejar pasar otros volúmenes.
Letrado de las Cortes, secretario de la Fundación Giménez Abad y profesor de Derecho Constitucional. ¿Tiene explicación, más allá de las ideologías, la amnistía?
Creo que la respuesta es sencilla: excluyendo las consideraciones estrictamente jurídicas, la amnistía sólo tendría explicación si sirviese para que el independentismo catalán, sin renunciar a sus ideales, se comprometiese a defenderlos desde el respeto a las normas, principios y valores que conforman el texto constitucional. Cuando sucede exactamente lo contrario, la amnistía sólo se explica por una cuestión de táctica política, perdiendo así cualquier oportunidad de legitimidad, lo que en este caso es también presupuesto de legalidad.