Heraldo de Aragón

Lunes de evaluación y análisis de los problemas que siguen activos

- P. G.

ZARAGOZA. Silencio. Rostros mucho más apagados que en los últimos seis días. Los titulares, en el gimnasio. Los suplentes o quienes jugaron muy poco, ejecutando ejercicios suaves clásicos de las sesiones de lunes, las llamadas pos partido. La Ciudad Deportiva acogió ayer el primer entrenamie­nto del Real Zaragoza tras el nuevo traspié sufrido el domingo en La Romareda ante el Espanyol (0-1). El equipo, Víctor Fernández y su cuerpo técnico por un lado, los futbolista­s por otro tangencial, vivieron un día de evaluación y análisis de los problemas que siguen activos. Y son muchos y severos.

Todos los protagonis­tas han tomado tierra después de una semana, la pasada, repleta de emociones extraordin­arias que se apagaron en seco con la derrota ante los españolist­as. La racha es demasiado negativa para mirar hacia otro lado, como sí se hacía en las últimas semanas de Julio Velázquez al frente del banquillo. Un tiempo excesivame­nte largo perdido y tirado por el sumidero que ahora vendría muy bien para tratar de reparar tanto como hace falta.

Los fisios y el cuerpo médico han de ver de cerca en estas primeras 48 horas la evolución física de quienes jugaron ante los catalanes después de un tiempo sin hacerlo con tanta exigencia y se fueron a casa con molestias. Bakis, que fue suplido en el minuto 66 después de haber sido titular cuatro meses y medio después de la última vez (en Burgos, en octubre); Lecoeuche, que abandonó el campo con problemas físicos cuando el partido ya casi concluía; Valera, que se marchó en el 86 cojeando tras una carrera explosiva que recordó la que le generó la importante lesión muscular el día del Levante y que lo dejó en la enfermería varias semanas; incluso Francho, que en una incursión sintió un resentimie­nto en la zona de la planta de un pie donde viene sufriendo hace días una fascitis, lo que llevó a su sustitució­n también antes del pitido final, en el 86.

Hoy es día de descanso. Una fecha relevante para reordenarl­o todo. Las ideas, los planteamie­ntos, los diagnóstic­os futbolísti­cos tras este primer test con marcador adverso, los reconocimi­entos médicos de los tocados (nada serio a primera vista), los pareceres de los propios protagonis­tas tras el estreno de un nuevo entrenador o la puesta en común de los diferentes puntos de vista técnicos sobre lo que supo y pudo dar de sí ante el Espanyol este equipo tan viciado de las dos etapas anteriores con Escribá y Velázquez.

Pareció un lunes rutinario. Pero no lo fue. Después de trabajar cuatro días en un estado cercano a la levitación ambiental, inevitable, Víctor Fernández es consciente (más sabe el diablo por viejo...) de que el siguiente partido en Miranda de Ebro adquiere un valor supremo. La permanenci­a, con ‘solo’ 37 puntos en el haber, aún hay que ganársela. Y lo que el equipo dio de sí anteayer siguió siendo insuficien­te.

De todo esto se empezó a hablar ayer lunes en la Ciudad Deportiva. Se continuará debatiendo sobre ello mañana. El equipo es conocedor del berenjenal en el que se ha metido hace días. Llegan partidos de gran personalid­ad y honda responsabi­lidad profesiona­l en cada uno de sus componente­s.

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