Heraldo de Aragón

EMILIO MARTÍNEZ-LÁZARO «No busco hacer comedias, lo que intento es contar historias»

CINEASTA

- PEDRO ZAPATER

Los cines Grancasa de la capital aragonesa acogieron ayer un pase especial de ‘Un hípster en la España vacía’, una comedia basada en el libro homónimo del autor zaragozano Daniel Gascón que se estrenará el próximo 27 de marzo en Amazon Prime. Además de la proyección de la película, los actores Lalo Tenorio, Berta Vázquez y Roberto Bodegas, y el director Emilio Martínez-Lázaro, participar­on en un coloquio. Este último conversó con HERALDO sobre este nuevo largometra­je que rodó en Fuentespal­da y La Fresneda, en la comarca turolense del Matarraña.

¿Qué le animó a embarcarse en la dirección de esta película?

En realidad me la ofrecieron. Amazon se interesó por ella y tiramos para adelante, pero la verdad es que todo fue por partes porque al principio yo no quería hacer otra película. Poco a poco me fueron contando el guion, me preguntaba­n qué tal me parecía, yo daba ideas, era como hablar con un amigo de un proyecto que tú no ibas a hacer, y al final ya comprendí que el truco consistía en que dijera que sí, que la dirigiría.

¿Fue complejo adaptar el guión a partir de la novela de Daniel Gascón?

Lo ha adaptado Daniel Castro, y creo que lo ha hecho muy bien porque la novela era muy complicada, ya que se trata en una gran parte del monólogo interior de un tío zumbado que es este hípster que llega a un pueblo. No obstante, las anécdotas de todo lo que va sucediendo, prácticame­nte la totalidad, menos algún invento mío, son ideas de Gascón.

Se rodó en Fuentespal­da y La Fresneda. ¿Por qué eligieron estas localidade­s turolenses?

Iba buscando una zona donde realmente tuviéramos una España vacía muy elocuente, en el sentido de que antes tenía muchos más habitantes que ahora. Enseguida di con la zona del Matarraña, que vi que además como paisaje era muy bonita. La Fresneda y Fuentespal­da eran justo lo que necesitába­mos y pertenecen con honores a la España vacía, desde luego. Nos venía muy bien, así que decidimos rodar allí.

Es una comedia en la que la política aparece de fondo, pero usted defiende que es una película de personajes.

Evidenteme­nte, como todas las cosas que he hecho. Nunca trato de colocar ideas en las películas. Lo que hago son historias con unos personajes y a través de esos personajes y de la historia se puede saber cómo pienso yo, cómo piensa el guionista o qué ideas subyacen en el filme, pero jamás se me ocurriría hacer un largometra­je donde un personaje soltara un discurso y contara las cosas como deben ser o como son. Eso me parece un aburrimien­to y que no va a ningún lado. La segunda parte, que procuro siempre subrayar y de la que no puedo convencer nunca a nadie (ya estoy resignado), es que no voy buscando hacer comedias, jamás intento hacer una comedia, yo lo que intento es contar una historia y luego lo que pasa es que la manera de dirigirla, de intervenir con los actores, de hablar con ellos, mi propia escritura ante lo que se está narrando, todo conduce a escenas de comedia. Tal vez se tendría que proponer desde el principio hacer una comedia para que le saliera otro género.

Quizá, pero resultaría terrorífic­o porque sería una cosa ridícula. No tendría mucho sentido. Entonces, es mejor hacerlo así y que salga el sol por Antequera. Hay películas mías que no son comedia, como ‘La voz de su amo’ o ‘Las 13 rosas’, pero, si se fija, en ellas hay unas zonas que tienen una cierta ligereza que yo he provocado en algunas escenas, en los actores o actrices, esa ironía que debo llevar y que me ha costado toda la vida enterarme de que la llevaba.

En los años noventa llevó al cine ‘Carreteras secundaria­s’, la novela de otro aragonés, Ignacio Martínez de Pisón...

El libro me gustaba mucho y además tuvo un añadido que me terminó de convencer de hacerla en cine, y es que el protagonis­ta que describía Martínez de Pisón en la novela para mí era Antonio Resines, evidenteme­nte. La película me gustó mucho, es muy variada, el guion lo hizo el mismo Ignacio, tiene muchas partes, muchas fases, y en todas ellas veo que hay un latido de verdad. Lo que me importa a mí del cine, y es que lo que se ve en la pantalla, es que tenga autenticid­ad, que no sea una cosa prefabrica­da como estas películas que vemos ahora continuame­nte en las plataforma­s, donde unas están copiadas de la anterior. Ese tipo de cine no me interesa nada. El cine tiene que tener una verdad en la pantalla, tiene que estar viva. Eso para mí es lo más importante.

A lo largo de su carrera ha dirigido importante­s éxitos cinematogr­áficos como ‘El otro lado de la cama’ u ‘Ocho apellidos vascos’, la cinta más taquillera de la historia del cine español, y recibido varios premios nacionales e internacio­nales (entre ellos el Oso de Oro del Festival de Berlín), pero ningún Goya...

Estuvimos hace poco celebrando los diez años del estreno de ‘Ochos apellidos vascos’ y en un pase reciente coincidimo­s Borja Cobeaga, que fue el guionista; Clara Lago, la actriz principal, y yo. Se comentó la cantidad de nominacion­es y de premios que tuvo, pero justo a los tres que estábamos allí no nos dieron nada, ni la nominación. En fin, eso es lo de menos.

A estas alturas, ¿le preocupa más repetir el éxito de ‘Ocho apellidos vascos’, seguir haciendo películas o tocar el saxofón?

El saxofón me sigue gustando mucho, pero lo tengo que abandonar siempre y la culpa la tiene el cine. Voy a ver si lo retomo, pero ya tengo otro proyecto. Lo que me preocupa es hacer un cine que me guste y eso lo tengo clarísimo, que cuando vea la película terminada me sienta orgulloso de que he conseguido dar vida a eso que en principio es todo falso: personajes que no tienen existencia interpreta­dos por actores y unas historias que son inventadas, y que todo eso cobre una cierta vida real que nos lleve de emoción en emoción en la sala. Eso me parece una cosa milagrosa y he tenido la suerte de dedicarme a esta profesión maravillos­a.

 ?? OLIVER DUCH ?? Martínez-Lázaro, ayer en el pase de ‘Un hípster en la España vacía’ en los cines Grancasa.
OLIVER DUCH Martínez-Lázaro, ayer en el pase de ‘Un hípster en la España vacía’ en los cines Grancasa.

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