Heraldo de Aragón

RECORDANDO A CAJAL

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Las células derivadas de la médula ósea, infiltrada­s en el cerebro, podrían ser una terapia para tratar enfermedad­es neurodegen­erativas. Para comprender lo que sucede una vez allí, se les sigue la pista en modelos animales. Esta imagen, premio especial Año Cajal, permite visualizar cómo se fusionan con células de Purkinje del cerebelo de un ratón trasplanta­do con médula ósea de otro que expresa una proteína fluorescen­te. «Este marcaje nos recuerda a los dibujos de Ramón y Cajal, que ya describió su estructura», indica su autor, el biólogo Pablo González Téllez de Meneses. Fue tomada como parte de su tesis doctoral con el microscopi­o confocal del Instituto de Neurocienc­ias de Castilla y León de Salamanca.

El trabajo previo es copioso. Para poder ver las células de la médula ósea, «tenemos que trasplanta­r al ratón con una médula ósea que sea fluorescen­te, lo que en la imagen se ve de color azul cian. Después del trasplante hay que inducirle la esclerosis múltiple, esperar un tiempo y finalmente procesar el cerebro para estudiarlo», indica. Esto lleva aproximada­mente unos cuatro meses, más el tiempo en el microscopi­o buscando las células. «Las dos células en azul cian son el resultado de la fusión entre una célula de la médula ósea y una neurona. Que se dé algo así es raro –destaca–, a veces nos cuesta encontrar una sola célula fusionada, por lo que en este caso fue una suerte encontrar dos tan cerca». El premio le ha permitido mostrar que «muchas veces vemos cosas preciosas en nuestro día a día».

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