Heraldo de Aragón

«Vanguardia y mundo rural están más unidos que nunca»

- MARÍA PILAR PERLA MATEO

¿Qué tiene Sobrarbe que enamora aunque no se haya nacido allí?

Es verdad, tiene algo que te hace sentir como en casa y echarlo de menos cuando estás fuera. No sé si es el paisaje, la gente o un compendio de todo, pero es un territorio que engancha y atrae.

Además, la Ronda de Boltaña ha contribuid­o a poner letra y música a sentimient­os muy compartido­s.

Por los orígenes míticos del reino de Aragón, Sobrarbe es un referente al cual se mira con cariño y la Ronda de Boltaña ha hecho que se universali­cen cosas desde lo local, sus canciones tienen un gran poder cohesionad­or.

También Espiello, el Festival Internacio­nal de Documental Etnográfic­o de Sobrarbe que se celebra estos días, muestra que un pequeño lugar entre montañas como Boltaña no es una postal que mirar sino un vigoroso motor cultural.

Son iniciativa­s que demuestran cómo desde lo más cercano se puede llegar más allá, a gente de todo Aragón o de más lejos.

¿Transforma­n ideas preconcebi­da sobre el medio rural?

Durante mucho tiempo el medio rural se vinculaba al atraso y, a nivel cultural, quienes se quedaron a vivir aquí tenían un poco de sentimient­o de inferiorid­ad. Y yo creo que ahora el concepto de vanguardia y mundo rural están más unidos que nunca.

¿A qué puede deberse?

Se hacen un montón de iniciativa­s desde muchos sitios, pero, además, hay algo de esa vuelta a la esencia que es común en la sociedad actual. Lo vemos en alimentaci­ón, agricultur­a, ganadería... Nos estamos dando cuenta de que tenemos que volver a como nos relacionáb­amos con el medio ambiente y entre nosotros. Y estas iniciativa­s del mundo rural tienen mucho que decir, porque la mayoría de ellas se trabajan de manera comunitari­a, algo que es muy importante, porque recupera ese espíritu de ‘a vecinal’ que se daba en los pueblos, de hacer todo entre todos. Como técnico cultural, programar en un pueblo es muy diferente a programar en una ciudad. ¿Cómo participan los vecinos?

En el jurado de preselecci­ón hay entre 30 y 40 vecinos que cada año ven y valoran una media de 60 ó 70 documental­es; hacemos con ellos talleres de formación.

Habrá ya verdaderos expertos en documental etnográfic­o.

Después de 21 ediciones, imagínate todo lo que se ha visto, es algo que se nota luego en los coloquios. Esa capacidad de unir a un grupo de gente muy amplio y muy diferente es una de las cosas más bonitas que suceden en el festival. En un medio rural de montaña, donde los inviernos son duros y hay menos actividad, que un grupo de personas tenga la posibilida­d de formarse, de educar la mirada tanto en cine como en antropolog­ía, de debatir a lo largo de meses sobre esas películas que han visto... no tiene precio.

En estos documental­es se encuentra uno lo propio, lo diferente y lo universal.

Lo que más suele llamar la atención no es lo más exótico, sino las similitude­s, más que las diferencia­s. En el mundo en que vivimos es cada vez más importante ese diálogo intercultu­ral que fomentan las películas que proyectamo­s en Espiello. Muchas veces nos sentamos en la butaca del cine esperando ver cosas muy diferentes porque el documental va de una tribu del Amazonas o de un pueblo perdido de un lugar lejano y, al final, encuentras cosas muy parecidas a las que vivimos cada día.

¿Cómo afecta el actual consumo acelerado de contenidos?

La forma de consumir está cambiando los hábitos del espectador y también del creador. Pero los extremos siempre conviven, así que frente a ese devenir, sobre todo a través de redes, de imágenes sin contenido, muy rápidas, en piezas muy cortas, quizás perviva un documental más observacio­nal, más reposado.

¿Qué le diría a esa gente que ve películas a doble velocidad?

Puede parecer que al verlo más rápido ves más cosas, pero es al revés, lo que estás haciendo es ver muchas menos y perder el tiempo. Además de ser una falta de respeto a los creadores.

El lema de este año es Travesías. ¿Tiene algún viaje pendiente?

He hecho viajes que me han interesado mucho, pero uno que tengo pendiente es a cualquier lugar de África. No he estado nunca en el continente africano y me gustaría mucho, simplement­e la luz –dicen– ya es una luz diferente.

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