Heraldo de Aragón

Campos/Ortega, un cara a cara teatral

- Juan Domínguez Lasierra

Rafael Campos y Paco Ortega vuelven a verse las caras en un escenario que les es propio, el Teatro del Mercado, y con el estreno de una obra de Rafael, ‘París’. Rafael confiesa que Paco es como un ‘alter ego’, o eso creo entender de sus declaracio­nes a Antón Castro en estas páginas. Y dice de ‘París’ que es «un deseo de lo que se sabe que ya no existe y aun así se sigue deseando», frase que Antón ha puesto como título de su entrevista. Obra sobre la soledad, «la soledad elegida de uno ante el espejo donde se dibuja la misma soledad del otro». Y para que nadie se asuste de lo grave del asunto, bromas, ironías, sarcasmos y risas deliberada­s. José María Turmo, gerente del Patronato de Artes Escénicas, en la presentaci­ón del espectácul­o señaló: «Se reúne mucho talento y mucha calidad». Y añadió, «ambos se entregan al público zaragozano como lo han hecho durante cuarenta años».

En 2010, Rafael Campos y Paco Ortega se subían juntos al escenario con ‘El uno y el otro’, de Joan Ollé. Catorce años después vuelven a hacerlo con ‘París’, «es una segunda versión, tal vez», ha subrayado Ortega. Y Campos: «Estoy como en una puesta de largo de un adolescent­e».

Y es que todos somos un poco adolescent­es, porque si no la vida sería insoportab­le. Solo los adolescent­es no son adolescent­es, porque ellos han de tomarse muy en serio su sitio en el mundo… En un programa televisivo mañanero se preguntan: «Los adolescent­es de hoy día, ¿son más frágiles que los de antes? ¿Están preparados los adolescent­es para afrontar las responsabi­lidades?» Yo no sabría qué contestar, y los del programa tampoco. Es una cuestión peliaguda. Yo apostaría por una solución salomónica: Sí, los adolescent­es de hoy son más frágiles que los de ayer; no, no están preparados para afrontar sus responsabi­lidades. Dicho lo cual, no estoy nada seguro de lo que acabo de proclamar. Y es que la vida es insegurida­d. Y no solo para los adolescent­es.

Mi ‘chico’ Christian Peribáñez, al que bauticé en su día como Giacometti, vuelve a la poesía después de seis años de fingido silencio, pues escribir lo hace siempre, y no me refiero a estas páginas. Ahora, Prensas Universita­rias le publica ‘Tantos hombres mejores’. Ricardo Díez Pellejero, en su comentario-crítica en estas páginas, dice que Peribáñez «nos interpela en clave personal, desinhibid­a, liberadora, buscando (…) su propia caligrafía vivencial». Ricardo hace gala de su prosa y metaforiza calificand­o a ‘mi’ Giacometti como «un sol de invierno». Escribe que en ‘Tantos hombres mejores’ amanece un sol que «ofrece calor como un placebo / y regala un perdón tan fuerte / que lleva a creer que podemos empezar de nuevo». Versos de Christian que nos obsequia con un colofón esperanzad­or.

Vuelvo al tándem Campos/Ortega. Dice el segundo que la obra partió de un texto original de Campos, que han modificado durante los ensayos. Su principal referente fue Samuel Beckett. Pues como Beckett yo también estoy esperando a Godot, es decir, no esperando a nadie, porque la vida es una forma de desesperac­ión, de esperar lo que solo una cosa nos puede llegar. Y no digo cuál porque todos ustedes lo saben. No es, precisamen­te, París.

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