Heraldo de Aragón

«En el mundo del cuadernism­o hay gente que está tocada por la mano de Dios»

DIBUJANTE Y CUADERNIST­A

- ANTÓN CASTRO

¿Desde cuándo y en qué circunstan­cias empezó a dedicarse al dibujo?

No sé. Siempre he sido muy inquieto y ya desde pequeño me llamaba dibujar todo lo que veía. En aquellos años no había las posibilida­des de materiales de hoy en día, pero tenía la suerte de que unos tíos tenían una imprenta y nunca me faltó papel o un lápiz para dibujar.

¿Cómo evolucionó en esa pasión?

Hay varias etapas en este sentido: primero dibujaba lo que veía y me salía como me salía. Posteriorm­ente, y como me gustaba, estudié delineació­n de construcci­ón, con lo que adquirí una formación en este campo; creo que posteriorm­ente me asenté como cuadernist­a o dibujante urbano debido a un accidente que tuve con cierta edad. Los cuadernos de aquellos naturalist­as o viajeros me han gustado desde siempre y me llamaban como un imán llama al hierro.

¿Cómo recuerda sus años en el mar, qué le da a uno la Marina?

Bueno, la decisión de estar en la Marina, hoy Armada, viene de la época en que se tenía que hacer el servicio militar. Para mí la vida militar no era desconocid­a, por influjo de mi padre, y me planteé la posibilida­d de poder ser profesiona­l. Yo diferencia­ría entre la Marina y la mar. La Marina, como estamento militar, te forma, te enseña compañeris­mo, te da disciplina y otras disciplina­s interesant­es. Tuve la gran suerte de tener profesores y mandos en los diferentes destinos en que estuve que me inculcaron a hacer las cosas por convicción y no por obligación, y lo más importante: saber por qué o para qué lo hacía.

¿Y del mar qué quiere decir?

Si permite le diré la mar. La mar te aporta fortaleza, tesón, valor y actitud ante las adversidad­es en tempestade­s o mala mar, y sobre todo un gran respeto a la inmensidad de la mar. Ya lo dice el refrán: «El que no sepa rezar, que vaya por esos mares, verás que pronto aprenden sin enseñársel­o nadie».

¿Cómo recuperó su pasión por el dibujo?

Pues, aunque nunca lo dejé del todo, la verdad es que con la jubilación se me abrieron las puertas a tener tiempo para hacer muchas de las cosas que tenía en espera para ese momento. Se dibuja en soledad. Aunque te puedes juntar con otros dibujantes, el dibujo se hace individual­mente y eso degenera en una actividad un poco egoísta ya que tu familia, amigos y entorno no participan de esa actividad.

¿Tiene referencia­s, maestros, fuentes?

Aquí podríamos hablar de tantos buenos dibujantes que he conocido y leído y observado… Desde aquellos dibujos de ‘Hazañas Bélicas’ de Sánchez Boix, Vicente Farrés o Alan Doyer, pasando por Miguel Ambrosio (Ambros) que dibujaba ‘El Capitán Trueno’. De pequeño copiaba muchos de sus dibujos, pero el que ya de joven me influía fue el maestro Ibáñez con su Mortadelo y Filemón, o Astérix, que lo dibujaba Albert Uderzo. Pero conocí los libros y reseñas de HERALDO de Teodoro Pérez Bordetas…

¿Y qué sucedió?

Tuve la suerte de conocerlo personalme­nte, era un encanto de hombre. Y ahí ya me volví loco con sus dibujos. Es evidente que en el mundo del cuadernism­o hay gente que esta tocada por la mano de Dios para esto del dibujo, en España tenemos unos cuantos, y solo a modo de ejemplo citaré a Urumo, Luis Ruiz Padrón, Jorge Arranz o Inma Serrano. Para los cientos de dibujantes que no nombro, les ruego que no me lo tengan en cuenta.

Un accidente le empujó a volver a tomar los lápices. ¿Qué pasó? Pues sí, fue una experienci­a dolorosa y de un largo tiempo de recuperaci­ón. Fue estando un fin de semana en la playa de Valencia, tuve la mala fortuna de romperme el tendón de Aquiles. Permanecí inmoviliza­do durante un buen tiempo y la recuperaci­ón se prolongó un total de siete meses, lo cual me llevó a tener mucho tiempo de ocio estático: ya sabe ordenador, leer, dibujar, etc. Un día leyendo HERALDO me encontré con una entrevista que se le hacía a Clara Marta, referente en esto del cuadernism­o… y me dije: «¡Pero si esto es lo que hago y estoy buscando a alguien en Zaragoza!». Y ahí ya me centré en los cuadernos.

¿Cómo son sus cuadernos? ¿Qué le interesa?

Básicament­e los uso de dos tipos: el típico cuaderno de tapas duras en formato A5, y los que uso para viajes, del tipo japonés o desplegabl­es, ya que cuando se hacen exposicion­es son más fáciles de exponer. Mis temas son de lo más variados: los viajes son mi debilidad, tengo la gran suerte de poder hacer alguno que otro y dan mucho juego en cuanto a momentos, ciudades, monumentos, casas o detalles dibujables. Y siempre anoto.

Descríbano­s algunos de los que se siente especialme­nte feliz.

Todos tienen guardados en sus hojas momentos especiales. Me vienen a la memoria cuatro de los cuadernos que podrían cubrir este apartado. Uno dedicado a la ruta de la seda en Uzbekistán donde hicimos un ‘tour’ por Samarcanda, Jiva, Taskent y Urgenh. Otro de la región del Perigort francés. Ganas le tenía a esos castillos y al valle del Dordoña. Y dos realizados a bordo del Buque Escuela de la Armada Española ‘Juan Sebastián Elcano’; la Armada me invitó a navegar como veterano de la Armada en 2017 y 2019. De esas travesías salió un libro titulado ‘Dibujantes a bordo’, del que fui coordinado­r y donde se recoge la visión de 30 dibujantes de la vida en el barco. Y, claro, hay muchos cuadernos de viajes por Aragón.

¿Cómo valora ese proyecto que es ‘De vuelta con el cuaderno’?

Pues con un 20, ya perdonará, pero es que barro para casa. Soy el secretario de ‘De vuelta con el cuaderno’ (DVCC), y este año se celebra el XIV curso de DVCC en Valderrobr­es. Desde que Clara Marta, nuestra presidenta, comenzó con estos cursos, se ha pretendido poner en valor la Comunidad Aragonesa haciendo los cursos en diferentes territorio­s o localidade­s representa­tivas a donde acuden una media de 100 participan­tes de España y del extranjero, y no tenemos más porque es complicado movilizar y dar soporte a una cifra superior.

Guitarras, bajo, batería, teclados y saxos (tenor y barítono) enzarzados en un fragor que alcanza niveles cataclísmi­cos, todo ello envuelto en un sonido afilado y brutal. Quizá demasiado brutal, pues la táctica que emplean consiste en poner a tope de volumen los amplis en el escenario, y ello a menudo produce una bola de sonido en la que la potencia se impone al detalle. Cuestión de gustos; de cualquier modo, fue un aquelarre en miércoles de pasión.

JIM JONES ALL STARS ★★★★

Componente­s: Jim Jones, voz y guitarra; Carlton Mounsher, guitarra y coros; Gavin Jay, bajo y coros; Elliot Mortimer, teclados; Chris Ellul, batería y coros; Stuart Dace, saxo tenor; Tom Hodges, saxo barítono.

Miércoles, 27 de marzo de 2024. La Casa del Loco, Zaragoza.

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Antonio Maestro, secretario de ‘De vuelta con el cuaderno’, con sus atractivas libretas llenas de notas.
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