«Los judíos creían que el nombre influía en el carácter y el destino de quien lo llevaba»
Álvaro López Asensio presenta un libro sobre la genealogía de los hebreos residentes en Aragón y localiza a 7.319 individuos entre los siglos XII y XV
ZARAGOZA. ¿Se apellida usted Albalá y procede de La Almunia de Doña Godina? Pues quizá tenga orígenes judíos. O no, porque el apellido tiene raíces árabes. El historiador Álvaro López Asensio presentó ayer un libro, ‘Genealogía de los judíos de Aragón’ (editorial Certeza), que ayuda a navegar por los nombres y apellidos de la comunidad judía en Aragón entre los siglos XII y XVI.
La obra constituye un auténtico tratado de genealogía judía de Aragón y Sefarad. López Asensio, licenciado en Teología por la Universidad Pontificia de Salamanca, especialista en historia del judeocristianismo y en antropología bíblica, ha publicado varios libros dedicados a los judíos en Calatayud, junto a manuales divulgativos como ‘La cocina de los judíos de Sefarad en la Edad Media’. El 21 de marzo dio en Youtube una conferencia/presentación internacional del libro ahora publicado, con ‘público’ virtual de varios países.
«Quería estudiar la genealogía porque es un aspecto muy importante dentro de la cultura judía –señala–. En el caso de los varones, especialmente: el nombre y el apellido no solo servían para identificarles sino que creían que influían en el carácter y en el destino de quien lo llevaba. Por eso entre los varones predominaban los nombres bíblicos».
Pero no todo era tan sencillo. Para su libro, Álvaro López Asensio ha buceado en todo tipo de fuentes documentales, con paciencia casi bíblica, en busca de nombres y apellidos judíos. Ha elaborado una lista, y el resultado es espectacular: en las 67 juderías atestiguadas de Aragón ha encontrado 7.319 nombres judíos (6.813 de varones y 506 de mujeres) entre los siglos XII-XV. A partir de ahí ha ido estableciendo patrones: por el origen (romance, árabe, griego, romano, hebreo...), por el significado (oficios y cargos públicos, cualidades, topónimos, patronímicos...). En un tema de enorme complejidad, el libro de López Asensio sirve como sextante para orientarse. Quizá por eso la primera edición se agotó a la semana de su publicación.
«Los judíos tienen mucho interés en saber de dónde vienen, algunos lo saben, o tienen alguna información, por tradición oral. Me pasó en una ocasión con una judía de Nueva York, que se apellidaba Pardo y provenía de La Almunia de Doña Godina».
De 1.133 apellidos o linajes
Los 7.319 judíos que ha identificado el historiador se concretan en 1.133 apellidos o linajes distintos. De estos últimos, la mitad se circunscribe a 96 apellidos. Algunos, como Cohen y Leví, están en todas las juderías. Los apellidos más comunes fueron Arruest, Leví, Abenforna, Cohen, Anbrón... «En la ciudad de Zaragoza había un poco de todo –señala López Asensio–, pero en juderías de otras partes de Aragón, como en las Cinco Villas, lo que se ve en Sos o Uncastillo es bastante endogamia. Los mismos apellidos».
Los varones judíos solían conservar nombres de tradición bíblica, pero las mujeres acostumbraron a cambar sus nombres por romances. Estadísticamente, López Asensio ha localizado 76 nombres propios de mujer, los más comunes eran Sol, Myra y Oro. En los varones, los más habituales erán Juçé, Isaac, Abraham, Mossé y Salomón. Los judíos sefardíes ponían al primogénito el nombre del abuelo paterno vivo, si era varón, y a la primogénita el de la abuela materna, así que en un árbol genealógico sefardí se suele encontrar el mismo nombre cada dos generaciones. Si el abuelo paterno había fallecido, al recién nacido se le ponía el nombre del abuelo materno vivo. O de la abuela, en el caso de que fuera niña. El Talmud enseña que el nombre tiene una influencia sobre quien lo lleve, por lo que estará ligado a su alma y a su vida.
El apellido era menos importante. Mientras que en el varón permanecía toda la vida, la mujer, al contraer matrimonio, adoptaba el del marido y, en caso de enviudar, podía usar cualquiera de los dos, el de soltera o el de casada.
¿Qué ocurrió con los conversos? «Cuando se bautizaban, adquirían el apellido del sacerdote, de los padrinos cristianos, del titular de la parroquia e incluso de ángeles. O, también cualidades y colores. Apellidos como Pardo, Rojo o Royo son de judíos conversos».
Son falsas las creencias de que los apellidos relacionados con oficios o los procedentes de topónimos sean de origen judío, ya que era común a todas las culturas. También que el judío Peres provenga del hispanocristiano Pérez.
Álvaro López Asensio prepara ya nuevos trabajos de investigación, como un tratado sobre ‘El antijudaísmo en la Edad Media’. Y quizá extienda su estudio sobre la genealogía a otras comunidades, como la vecina Navarra..
‘Genealogía de los judíos de Aragón’ se presentó ayer en la Biblioteca de Aragón por el autor; el editor Vicente Zalaya; Timna Segal, presidenta de la Asociación Cultural Sefarad Aragón, y María de Miguel, coordinadora de actividades del Centro Sefarad-Israel .
la linterna de Malco, la oreja que San Pedro le cortó a este último con una espada, el gallo, la caña que Cristo llevó como cetro, la trompeta del Vía Crucis, el martillo y los clavos de la crucifixión, los dados con los que jugaron los centuriones, el acetre con agua y vinagre, los flagelos y la lanza de Longinos, las cuerdas, las cañas, la corona de espinas, el letrero con el ‘Inri’, las escaleras o las tenazas del descendimiento.
Estancia en Suiza
La tabla que va a subastar Ansorena pertenece a una colección española y ha estado durante años en Suiza.
De esa misma colección, la sala saca a la venta otra obra de arte ‘aragonesa’. Se trata de una tabla que representa a ‘La Virgen con el Niño y un donante’ y que estilísticamente es hermana de la ‘Virgen con el Niño’ que se conserva aún en la iglesia de San Miguel de Ibdes. El autor de esta última ha sido bautizado por los especialistas como el Maestro de Ibdes, seguramente un pintor de origen valenciano que trabajó en tierras aragonesas.
La obra mide 112 por 60 centímetros, tiene un precio de salida de 5.000 euros y sale a la venta en la misma sesión de Ansorena el próximo 10 de abril.
Por otro lado, la sala Sedart está subastando ‘online’ un lienzo de Francisco Pradilla, una vista de París, ‘Parisina’, un óleo sobre cartón, firmado, que mide 17 por 27 centimetros. El precio de salida es de 7.000 euros.