Heraldo de Aragón

La fiesta del Sermón de las Tortillas y el buen tiempo llenan la Fuentecerr­ada y vacían Teruel

La población cumple con la tradición de compartir una comida en el campo con familia y amigos

- M.ª ÁNGELES MORENO

TERUEL. Los turolenses salieron ayer en masa al campo para celebrar el Sermón de las Tortillas, una tradición que se remonta a la Edad Media y consiste en compartir una comida al aire libre con familiares y amigos y disfrutar de una jornada en contacto con la naturaleza el Martes de Pascua. El buen tiempo, frente al frío y la lluvia de los días anteriores, hizo que muy pocos se quedaran en casa. Hacia el mediodía, las calles de la ciudad estaban desiertas, sin tráfico ni peatones, y el silencio se adueñó de Teruel.

La Fuentecerr­ada, a unos cuatro kilómetros del casco urbano, fue, un año más, el punto de cita de la mayor parte de las cuadrillas. Jóvenes y mayores llenaron este parque que dispone de todo lo necesario para pasar un buen día campestre, desde fogones a mesas y bancos, zona de columpios y un bar-restaurant­e famoso por sus paellas, todo a la sombra de los pinos.

Pero, pese al carácter intergener­acional de la fiesta, no todo el público estuvo revuelto en la Fuentecerr­ada. La explanada a la entrada, con bancos y mesas, fue el lugar preferido por las familias con niños, mientras que el entorno de los fogones se pobló de pandillas de jóvenes con la música a todo volumen desde primera hora de la mañana.

El parque, de hecho, recibió visitantes desde las 5.00, cuando empezaron a acudir los más madrugador­es para coger sitio. No obstante, fue a partir de las 12.00 cuando la Fuentecerr­ada se inundó de excursioni­stas y aroma a carne asada.

«Un día estupendo»

«Si hubiera amanecido nublado, no habría hecho planes, pero ha salido un día estupendo», confesó César Lozano mientras paraba los chutes de balón de su hijo Saúl, de cuatro años. «Además –agregó–, hay que cumplir con la tradición».

También Rosa Mainar y sus nueve amigos, que acudieron al terminar la jornada laboral matutina, fueron fieles a la costumbre. «Llevamos tortilla y rosca de Pascua, hay que hacer honor al nombre del Sermón de las Tortillas», destacó. Aperitivos, carne a la brasa y calçots completaba­n el menú de este grupo, cuyos miembros explicaron que, tras la comida, llegarían una partida de guiñote y una siesta en el coche y, después, la merienda.

En la zona en la que retumbaban los bafles, los jóvenes esperaTERU­EL. ban que pasara la hora de la comida para ponerse a bailar. El disyóquey Rafael Rentería fue el encargado de pinchar tecno y reguetón toda la tarde, «para que venga el que quiera, tenga 12 o 60 años, porque aquí cabe todo el mundo», afirmaba con entusiasmo.

Otra pandilla presumía de haber organizado un concurso de tortillas, «con algún accidente durante la preparació­n, pero con muy buen resultado», resaltó Blanca Soriano. Con todo, para Osmán Villalba, del mismo grupo, lo mejor de la fiesta fue «juntarse los colegas».

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ANTONIO GARCÍA/BYKOFOTO Una pandilla de jóvenes celebra el Sermón de las Tortillas en la Fuentecerr­ada.
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A. G./BK Familias enteras salieron ayer al campo en el Martes de Pascua.

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