Heraldo de Aragón

Conmoción entre los vecinos del barrio de San Gregorio

- RAMÓN J. CAMPO

eclesiásti­ca de la capital aragonesa. Sánchez era muy conocido y querido.

Pilar Martínez, secretaria de la asociación de vecinos de San Gregorio, destacó en declaracio­nes a la Cadena Ser que la noticia de la muerte del párroco cayó como un «jarro de agua fría». Aunque no llevaba mucho tiempo en el barrio, subrayó que «era un buen hombre» y su fallecimie­nto les ha dejado a «todos impactados».

David Bonilla, un empleado que trabaja en una obra enfrente de la parroquia, lo recuerda y señala como una persona «maja, con el que coincidí con él un día, antes de Semana Santa. Lo que más me ha sorprendid­o es que he leído que tenía 60 años. Parecía que tenía muchos menos».

En el restaurant­e San Gregorio le conocían bien: «Venía, se echaba un café y poco más. Era un hombre amable. El teléfono del bar lleva sonando toda la mañana», comentaba tras la barra Rebeca Parra.

También entre los jóvenes era conocido. Erik Vadillo señaló ayer que «le veíamos pasar por aquí, sobre todo ahora en Semana Santa. Nos hemos quedado un poco abatidos».

Los dos últimos alcaldes del barrio de San Gregorio –José Antonio Hernández y José Miguel

Alonso Montesinos– tienen muy claro que el párroco Javier Sánchez era «un buen cura, un rockero y un buen amigo». Además, los vecinos le veían «como una persona muy cercana y querida».

Llevaba casi cinco años en este destino, después de haber pasado por la parroquia de La Jota, que compatibil­izó también con su labor como capellán del hospital Royo Villanova. «Tenemos mucho dolor por su pérdida. Estaba en todo lo que se vivía en nuestros tiempos. Era entrañable y discreto en las formas», dijo José Antonio Hernández.

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