Israel cancela los permisos en el Ejército y refuerza la frontera por miedo a un ataque iraní
La población hace acopio de alimentos y equipos eléctricos a la espera de represalias por la voladura del consulado en Siria
ESTAMBUL. El Ejército israelí ha cancelado los permisos y las vacaciones de sus tropas ante el temor de que Irán inicie un ataque en respuesta a la destrucción de su consulado en Damasco. La decisión fue anunciada ayer después de que las Fuerzas de Defensa realizaran una evaluación de riesgos y tomaran nota de las amenazas de Teherán. El líder supremo, Ali Jamenei, advirtió el miércoles que Israel será «abofeteado» y abocado a la «destrucción» mientras en las calles se repiten los llamamientos a «vengar» el bombardeo con misiles que mató a siete miembros de la Guardia Revolucionaria, entre ellos su jefe de operaciones en Siria. Los carteles con la efigie de todos ellos son bien visibles en Teherán.
Las Fuerzas de Defensa han convocado a cientos de reservistas y ordenado reforzar las baterías antiaéreas, en especial aquellas fronterizas con Siria y Líbano, ante el riesgo de represalias por grupos extremistas como Hezbolá y la Yihad Islámica. Las tropas permanecen en alerta máxima, sobre todo de cara al final del Ramadán hoy y este fin de semana.
Tampoco se descarta por completo que, en vez de recurrir a las milicias afines, Irán estudie orquestar un bombardeo quirúrgico de respuesta desde su propio territorio con misiles balísticos capaces de recorrer los más de mil kilómetros que separan los dos países. Incluso a sabiendas de la escalada bélica que un hecho de este calibre produciría en Oriente Medio. Un antiguo jefe de la Inteligencia militar señaló en el Canal 12 de televisión que no le «sorprendería que Irán disparara directamente contra Israel».
«Las Fuerzas de Defensa están en guerra y la cuestión del despliegue se revisa constantemente según sea necesario», señaló ayer un portavoz. El ministro de Defensa, Yoav Gallant, justificó que Israel «aumente su preparación» porque «necesitamos estar listos para cada escenario». Entre los temores de su ministerio figura que Hezbolá –después de denunciar que más de 250 de sus combatientes han sido asesinados por el Ejército desde octubre– aproveche el actual contexto para lanzar una gran ofensiva con cohetes y drones.
Aunque existe toda una opinión generalizada en la comunidad internacional que se lo atribuye, el Gobierno de Tel Aviv no ha asumido hasta el momento responsabilidad alguna en el ataque de precisión llevado a cabo el lunes en Damasco, donde un proyectil voló en pedazos un edificios consular del complejo diplomático iraní. La explosión mató al menos a ocho personas: el comandante de la Guardia Revolucionaria de Irán en territorio sirio, Mohammad Reza Zahedi; su segundo al cargo y otros cinco
NUEVA YORK. El atentado contra un convoy de la ONG del chef José Andrés ha sido la gota que ha colmado el vaso de la Casa Blanca. Joe Biden tomó ayer el teléfono para decirle a Benjamín Netanyahu que las muertes de los siete cooperantes internacionales eran «inaceptables» y dejar claro que si Israel no anuncia e implementa una serie de medidas «verificables, concretas y específicas» para garantizar la seguridad de los trabajadores humanitarios y minimizar el sufrimiento de los civiles, «Estados Unidos tendrá que reconsiderar la política con Gaza», contó en conferencia de prensa el portavoz oficiales del mismo cuerpo, además de un dirigente de Hezbolá. La acción fue perpetrada por dos cazas F-15.
Las autoridades iraníes, según los estrategas, se debaten entre echar el freno con el objetivo de evitar una guerra abierta y el deseo de responder al ataque para no demostrar debilidad y prevenir otras futuras acciones de Tel Aviv. La Inteligencia israelí todavía no sabe qué camino tomará su rival mientras la estadounidense ha calificado de «imprudente» la voladura del consulado. El Pentágono no está satisfecho con las últimas operaciones israelíes; ni con esta ni con la muerte de siete voluntarios de la ONG World Central Kitchen (WCK) sobre cuyo convoy alimentario cayeron tres misiles el pasado martes. Washington asegura que no es el antecedente más idóneo para garantizar la seguridad de los civiles y los trabajadores humanitarios en un cada vez más probable asalto a Rafah.
Como muestra de este malestar, el secretario de Estado, Antony Blinken, advirtió desde la sede de la OTAN que si EE. UU. no observa cambios en la estrategia, «sí habrá cambios en nuestra política con Israel». Agregó que la tragedia ocurrida con la ONG «debe ser la última» e instó a Benjamín Netanyahu a acelerar el proceso para firmar un alto el fuego.
Consejos prebélicos
Además de la seguridad interior, el Gobierno de Netanyahu ha reforzado el nivel de protección de sus embajadas y de otras instalaciones judías significadas en el extranjero ante la eventualidad de que el régimen de los ayatolas no ataque directamente a Israel, pero sí sus intereses o el personal en el exterior. «No es seguro que lo peor haya quedado atrás, y tenemos días complejos por delante», admitió el general Aharon Haliva, jefe de la Dirección de Inteligencia Militar.