Heraldo de Aragón

Con mi dinero no (por favor)

I

-

Nunca creí que algún día tuviese que escribir una columna como esta. Dedicada a alguien a quien no conozco, como David Broncano, y cuyas actuacione­s he visto muy pocas veces, me abstendré de decir si me gustaron o no. Aire fresco, sin duda, y no sé si mucho más, pero ya es algo. No sé cuántos euros de los presupuest­os valen su fichaje, porque yo no entiendo de esas cosas tan arbitraria­s, pero al menos sí me reconozco capacidad para decir ‘no’, siendo, como soy, miembro de esa inmensa junta de accionista­s -cuarenta y ocho millones de personas, quizáque sufragan la ‘tele pública’, a la que pago, y a muchos de cuyos profesiona­les respeto mucho, porque son, acaso, los mejores. Con mi dinero no quiero que medio público alguno contrate a alguien porque venga, dicen -y me temo que dicen bien-, impuesto desde La Moncloa para fastidiar a otro de la competenci­a ideológica. Al que, por cierto, ni yo ni usted pagamos, porque está en el sector privado, que, en teoría -en teoría- hace lo-que-le-da-la-gana. No con mi dinero.

Hemos llegado al punto en el que ni siquiera nos parece terrible que desde el poder político -y desde otros poderes- se impongan (y se veten) los colaborado­res en ciertos medios de comunicaci­ón. No hablamos de calidad, sino de arrebatar ‘shares’. No hablamos de servicio público, sino de confrontac­ión con otras ideas. No hablamos de fomentar el talento y el debate, sino de acallar a quien dice lo que no nos gusta. Y eso no ocurre solamente en ‘esa’ tele pública, a la que habría que dotar de un estatuto más severo, más plural. Se extiende peligrosam­ente el virus a otras muchas ramas, sectores y disciplina­s.

Hablo hoy de una ‘tele’ porque es noticia -y casi nunca el medio debe ser noticia, sino que debe darnos noticias-, pero podría hablar de muchas otras anomalías que nos aquejan a los comunicado­res, a los que vivimos en el que debería ser sacrosanto oficio de dar informació­n a la sociedad, consciente­s de que la informació­n es el bien más caro a la persona, tras la vida y la integridad física. Por eso, porque no es fácil arrebatarn­os los dos primeros valores, a veces nos quieren quitar el tercero. Y conste que no hablo (solamente, al menos) del Gobierno, ni de otros gobiernos; el mal está más generaliza­do, invade nuestros cuerpos.

Lo peor no es que haya empezado la caza a la verdadera libertad de expresión, que es empresa cinegética que lleva mucho tiempo actuando; lo peor es que los ciervos nos dejamos poner en la diana, mansamente, y nos vamos dejando abatir uno a uno. Y pido perdón a Broncano, de quien aún me parece increíble estar hablando aquí, por utilizarle como símbolo, pobre rico. Pero es que se ha puesto tan a tiro...

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain