Heraldo de Aragón

Un zaragozano en la matanza de Sídney: «Escondimos a gente aterroriza­da en la tienda»

Chavi Raventós, de 23 años, relata su angustiosa experienci­a en el centro comercial donde un hombre mató a cuchillada­s a seis personas el sábado

- M. A. COLOMA

Cuando uno decide hacer la maleta e irse a vivir literalmen­te al otro lado del mundo, sin duda persigue una experienci­a vital. Y si el destino es Sídney, considerad­a una de las cinco capitales más seguras del planeta, es difícil que al viajero se le pase por la cabeza que esas ansias por vivir puedan llevarle a una situación cercana a la muerte. Sin embargo, a algo parecido se ha enfrentado Chavi Raventós, un joven de Zaragoza de 23 años al que el ataque que el pasado sábado dejó siete muertos en el centro comercial Westfield Bondi Junction le cogió a unos 50 metros.

Chavi aterrizó en la ciudad australian­a el pasado mes de febrero. Tras acabar la carrera de ADE en la Universida­d de Zaragoza, movido por las ganas de perfeccion­ar su inglés, el joven decidió seguir los pasos de uno de sus mejores amigos: Miguel, otro zaragozano con el que ahora convive. Y como él, tras dejar su currículum «en más de 60 empresas», hace apenas tres semanas logró un puesto en una tienda del mismo centro comercial que un hombre de 40 años eligió el 13 de abril para acabar a cuchillada­s con la vida de seis personas y herir de distinta considerac­ión a otras ocho.

«Eran como las 15.20. Yo acababa de terminar la pausa del almuerzo y estaba atendiendo a un cliente cuando empezamos a ver correr a la gente. Se trata de un centro comercial grande, no tanto como Puerto Venecia, pero parecido, y a veces los niños corren y gritan. Pero al ver que aquello iba a más y que en cuestión de minutos había hordas de personas corriendo hacia todas partes, entonces sí nos asustamos», cuenta Chavi a HERALDO desde Sídney.

«Estábamos trabajando otros dos compañeros y yo. Nos quedamos en ‘shock’. No sabíamos qué pasaba ni qué hacer, pero justo llegó un chico que parecía saber bastante de seguridad. Nos dijo que había que cerrar y echar rápidament­e la persiana, así que lo hicimos. Pero antes metimos dentro a todas las personas que pudimos, incluida una familia con una niña de 10 años que estaba aterroriza­da y no dejaba de llorar», relata.

Chavi recuerda que el local es tan pequeño que hubo que esconder a la gente detrás del mostrador y «apelotonad­a» en un pequeño cuarto que utilizan como almacén. «No sé cuánta gente entró, pero mucha. Y hubo que calmarlos, porque estaba todo el mundo muy nervioso. Nosotros también, claro», confiesa el zaragozano. «Ya estábamos en silencio y agachados cuando escuchamos un primer disparo. Aquello nos atemorizó más, porque seguíamos sin saber qué estaba pasando fuera», indica.

«Lo tuve a pocos metros»

El aragonés asegura que la hora que transcurri­ó desde que se refugiaron en la tienda hasta que sonaron las alarmas de evacuación fue «angustiosa». «Habíamos bajado la persiana, pero se puede tirar con facilidad. Y no había nada más entre el pasillo y el local, donde estábamos todos escondidos», señala. «Nosotros fuimos de los últimos en salir. Hasta que no vimos pasar a la Policía no lo hicimos. Una vez fuera, parecía todo una película. El centro comercial desértico y agentes pidiéndono­s que corriéramo­s».

Una vez en la calle, Chavi cogió su moto y se fue directo a casa. «Fue al llegar cuando empecé a ser consciente de lo sucedido. Leí que había seis muertos, varios heridos… Y al ver los vídeos que ponían en televisión me di cuenta de que el hombre al que habían abatido había pasado justo delante de la tienda. Posiblemen­te yo estaría atendiendo a alguien y no me fijé, pero lo había tenido a unos pocos metros», asume. Una vez a salvo, una de las prioridade­s del zaragozano fue llamar a la familia para tranquiliz­arla.

Chavi asegura que lo sucedido el sábado ha impactado a los australian­os, «ya que se trata de un país muy seguro, donde mucha gente vive despreocup­ada y deja habitualme­nte las puertas de los edificios abiertas». El hecho de que las autoridade­s descartara­n desde el primer momento un posible atentado y hablaran del causante de las muertes como un enfermo ha serenado algo los ánimos. Aun así, desde que se produjo la matanza, el centro comercial no ha vuelto a abrir.

«Por el momento, sigue todo cerrado. Eso sí, los responsabl­es de la tienda nos han llamado para preguntarn­os si estamos bien o necesitamo­s algún tipo de ayuda psicológic­a. Y nos están pagando los turnos que debíamos haber trabajado», explica.

La experienci­a ha marcado al zaragozano y reconoce que ahora se cuestiona más cosas que antes. Los que no han cambiado son sus planes: «De no surgir ninguna oferta de lo mío que me haga volver antes, espero seguir aquí por lo menos hasta las Navidades. Tengo visa hasta febrero de 2025».

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