El piloto que le hacía falta al Huesca
mera y Segunda División. Su historial en ligas españolas incluye 639 encuentros, a los que hay que sumar u sinfín más en otros países (Portugal o Bélgica), y en otras competiciones (Copa del Rey, torneos europeos..). En total, 856 partidos. Una cifra portentosa, histórica, fiel reflejo de su significado como entrenador en la era contemporánea.
Hidalgo: un entrenador emergente Más modesta es la trayectoria (67 partidos en Segunda) de Antonio Hidalgo, de 45 años, quien fuera futbolista efímero del Real Zaragoza en la temporada 20082009. Inicio su trayectoria en el Sabadell, entidad a la que ascendió a Segunda, categoría en la que debutó en el curso 2021. En el club arlequinado se ganó la admiración de tal modo que se le mantuvo en el puesto pese a que el equipo acabó descendiendo.
Allí era querido, reconocido y valorado, y aún completó una temporada más en Primera RFEF. Puso fin a esa etapa y el Sevilla, atento a su vocación y su emergente carrera, le dio el banquillo del filial hasta que la SD Huesca le llamó el pasado otoño. Después de un acuerdo entre clubes, Hidalgo relevó al Cuco Ziganda.
El club oscense decidió mirar al futuro y darle el banquillo a un técnico con poco bagaje, pero con muy buena consideración dentro del fútbol español. El riesgo tomado con una apuesta de este tipo se ha convertido en una oportunidad. El Huesca se nutre ahora del trabajo y las ideas de uno de los entrenadores de moda en Segunda, ya en la carpeta de objetivos, sobre todo, del Valladolid para la próxima temporada. Antonio Hidalgo ha tenido un impacto integral en el Huesca, su mano ha mejorado la calidad táctica del equipo; ha afianzado su faceta defensiva; ha corregido defectos ofensivos; ha impulsado el rendimiento de varios jugadores a niveles superiores (Vilarrasa, Javi Martínez, Kortajarena, Nieto…) y ha rescatado el de otros (Valentín, Sielva…)… Su influencia ha sido esencial en la resurrección de la SD Huesca, es el autor de la escalada en la tabla huyendo del descenso.
No ha sido fruto de revoluciones invernales en el mercado ni de otras causas: el Huesca respira gracias a Hidalgo, quien le ha dotado de un modelo vanguardista y flexible en lo táctico, cambiante en función de la fase del juego, cuidadoso en los detalles, estudioso con los rivales…
Un fútbol sustentado en un rendimiento defensivo sobresaliente, rocoso, muy difícil de doblegar. Al igual que el Zaragoza tiene su déficit en el gol, pero el Huesca, desde la intensidad, el ritmo alto y la verticalidad ha ensanchado su cuerpo competitivo. Si Antonio Hidalgo ha hecho crecer al Huesca desde la defensa; Víctor Fernández trata de rescatar al Zaragoza desde el ataque. En ese antagonismo residen la claves de este duelo de técnicos en el partido del domingo.
Era justamente el hombre que necesitaba esta SD Huesca cuando ocupaba la penúltima posición con siete puntos tras la jornada diez. Se fue el Cuco Ziganda y llegó Antonio Hidalgo tras hacerse cargo él mismo de la cláusula de salida del Sevilla Atlético por un valor de 60.000 euros. Desde su llegada, casi todo lo que ha logrado ha resultado positivo para el equipo y el club –ha facilitado la llegada de un comprador gracias a los buenos resultados y a la más que probable permanencia–.
25 jornadas después de su venida, el catalán ha librado temporalmente del descenso a un equipo que, en la primera vuelta, no parecía que fuera capaz de reaccionar ante una situación que cada fin de semana se antojaba más oscura. Pero lo consiguió, y no puede decirse que no tuviera el crédito y la confianza de un vestuario y una afición que se abandonó ciegamente en un técnico avalado por escasa experiencia en el fútbol profesional.
Logros como haber rozado la mejor racha de la historia del club en cuanto a partidos consecutivos sin conocer la derrota –se quedó en once– o los numerosos goles de pizarra que se han visto en El Alcoraz y lejos de él son síntomas evidentes del efecto que está ocasionando la llegada del técnico al cuadro altoaragonés, que ha vuelto a recuperar la confianza e incluso el notorio nivel que muchos jugadores habían enterrado con el Cuco Ziganda.
Por no hablar del carácter e identidad que el preparador ha conseguido imprimirle a un equipo que sabe a lo que juega y lo que debe hacer en función del lugar y del momento, siempre con respeto por el de enfrente, pero explotando sus recursos disponibles. Es ahí donde ha incidido, en sacarle el polvo a la solidez de un bloque que ha colocado al equipo como el segundo menos goleado. El reto que tiene por delante, además de la permanencia, es el de ser capaz desde el banquillo de seguir eligiendo acertadamente y mantener el nivel competitivo del grupo.