Heraldo de Aragón

«Sergio Algora ha sido muy importante para mí desde hace años. Lo he leído mucho»

ESCRITOR. PRESENTÓ ‘ORQUESTA’ EN CÁLAMO

- ANTÓN CASTRO

ZARAGOZA. El llorado y recordado Félix Romeo Pescador (Zaragoza, 1968-Madrid, 2011) dijo, tras una polémica, que «todos los escritores eran aragoneses» y probó la genealogía y el parentesco de muchos de ellos. Miqui Otero (Barcelona, 1980) también lo es. O podría serlo. Por muchas razones: ha cosechado elogios de Irene Vallejo, pero además es un seguidor acérrimo o intenso de Sergio Algora y de su grupo El Niño Gusano. En su novela ‘Simón’ colocó unos versos proféticos suyos. «Lo he leído mucho», dice.

Pero la cosa va más allá: ayer, Miqui Otero quiso ir al jardín de Sergio Algora, en la Harinera de San José. «Ha sido muy importante para mí desde hace años. Me acompaña. Cuando yo era muy joven, soy hijo de maestros lucenses, quise colaborar y hacer prácticas en ‘El Progreso’ de Lugo. Fui a ofrecerme y me dijeron que ya había otro Miguel Otero, que escribía en deportes. Yo quería escribir en cultura. Me dijeron que tendría que ser Miguel Otero II; elegí Miqui Otero. Nos dijeron que nos tenían que presentar…, pero eso no se dio. Y un día, en una fiesta del diario, vino la novia de Miguel Otero y me dijo que su chico «era idiota», y me dio una cinta grabada de El Niño Gusano, «que le gustaba mucho». Los dos Migueles se hicieron muy amigos y colegas.

«Lo que son las cosas. Sergio Algora me ha acompañado desde entonces. Miguel, por esos latigazos de la vida y del azar, murió con 29 o 30 años. Luego escuché más cosas suyas, adquirí sus poemarios, sus textos», dice Miqui, un poco emocionado. El temblor persiste de algún modo: «¿Que si conocí a Sergio? Lo conocí, en un concierto en Vilanova i la Geltrú. Claro. Pero quise hacerme el gracioso, y metí la pata», explica, y recuerda, claro que sí, que en su novela ‘Orquesta’ (Alfaguara) –que presentó ayer en Cálamo– es muy importante la música e incluso la música habla, cuenta a través de sus sonidos: «Yo pensaba que las canciones que oía en mis pueblos de veraneo eran las más famosas del mundo y no, claro que no», apunta.

‘Orquesta’ es muchas cosas. De entrada, es «una novela muy gallega, en la que es posible ver y oír los ecos de Gonzalo Torrente Ballester, de Camilo José Cela, del Eduardo Blanco Amor de ‘La parranda’ y de Álvaro Cunqueiro. Presenta un juego, que al parecer él practicaba, con un vaso de agua, unas gotas de aceite, un palillo y la idea del universo», dice Miqui Otero, e insiste en algo que sí es capital: las leyendas de Galicia mezcladas con la realidad, la convivenci­a de lo rural y lo urbano, «sin sublimar ninguna de las dos cosas, ni oponerlas», y también el binomio de la narración oral –«que es el principio de todo», apunta–, y la literatura más elaborada. «He intentado hacer una novela honesta de un mundo que conozco y que forma parte de mi memoria».

«Esta es una novela coral con muchos personajes, muy distintos, entre los que hay un poco de todo. Ese Conde, sofisticad­o, dueño de casi todo; Placeres Fiallega, que experiment­a la violencia y el desprecio; el camionero Ventura, homosexual, que no halla su sitio pero que al final, por diversos guiños, hace pensar en el artista Ocaña; el cantante Francisco Alegre, que desea ser un vocalista famoso de una orquesta», señala.

Y, entre otros ellos y más, ese Niño de Bici Roja, que resulta una aparición. «Esta es una novela coral centrada en una verbena, que es un lugar de encuentro intergener­acional donde conviven desde el señor de 105 años al feto que lleva una madre en el vientre, o la pausa, el aplazamien­to de asuntos de un año a otro año».

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OLIVER DUCH Miqui Otero escribe una novela de la música, de la memoria, del paso del tiempo.

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