Heraldo de Aragón

25 de abril

J. R. Alonso de la Torre

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El pasado fin de semana, viajé a Évora y la ciudad estaba llena de carteles anunciando conciertos, conferenci­as y actos conmemorat­ivos del 50 aniversari­o de la revolución portuguesa, que se celebra el próximo jueves, 25 de abril. Pero no fue eso lo que me llamó la atención, sino que en todos los baños públicos de la ciudad y en los aseos de bares y restaurant­es sigue habiendo papel higiénico. Considero el papel higiénico un buen índice para medir la atención de las institucio­nes y los particular­es hacia la ciudadanía. En Portugal, siempre hay papel en los retretes públicos y no cobran por entrar. En España, casi nunca, excepto si se espera una visita de los inspectore­s Michelin. Y en el resto de Europa, sí hay papel, pero te cobran.

Les parecerá una tontería, pero fíjense: solo un país donde no se racanea con el papel higiénico es capaz de hacer una revolución colocando claveles y no balas en los fusiles, solo en Portugal es posible que la izquierda se abstenga para que gobierne la derecha en minoría y no tenga que aliarse con el populismo racista y xenófobo, solo en Portugal van a conmemorar su Revolución de los Claveles con recitales, sin rencores. En España, no solo no ponemos papel higiénico en los baños públicos, sino que, cuando lo hay, lo robamos. No es de extrañar, entonces, que cuando se inauguró recienteme­nte un puente en Badajoz sobre el Guadiana y se llamó ‘25 de abril’, hubiera revuelo, disputas en redes y descalific­aciones.

Aquí, no solo nos enfrentamo­s por nuestros golpes de Estado y nuestras guerras, sino que nos peleamos por las revolucion­es de los demás. Deberíamos cambiar y podríamos empezar por lo sencillo: poner papel higiénico.

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