Heraldo de Aragón

Casi 80 millones de euros ahorrados

- Javier Hernández García Javier Hernández García es jurista y militar

Cuando el Parlamento Europeo, a regañadien­tes y tras casi diez años de negociacio­nes, acaba de avalar el pomposamen­te denominado ‘Pacto de Migración y Asilo’, vemos cómo lo que parecen meras excusas para justificar las nuevas condicione­s que se van a exigir a los migrantes se nos presentan bajo conceptos tan faltos de contenidos como ‘solidarida­d activa’ o ‘responsabi­lidad compartida’.

Me viene a la memoria cuando el pasado 9 de noviembre, en la reunión de la Red Europea de Defensores del Pueblo en ese mismo Parlamento, me tocó intervenir en la ponencia dedicada a las políticas migratoria­s y lo primero que tuve que hacer fue recordar que, además de las conocidas rutas mediterrán­eas, respecto a las que los compañeros italianos y griegos reclamaban una solución al colapso que vivían ante la avalancha de refugiados, Europa estaba asistiendo a la presión de la ruta atlántica canaria, casi desconocid­a para los miembros de ese foro. Algo dije también sobre esa hipocresía que es aceptar el exilio por persecució­n política y no hacerlo por razones económicas que llevan a la hambruna.

Compartí esa noche cena con el representa­nte irlandés y fue cuando por primera vez oí el concepto de ‘solidarida­d a la carta’, de tal forma que cualquier país puede optar por no acoger al cupo de migrantes que le pueda correspond­er de los que llegan a Europa por sus fronteras del sur, cumpliendo con su parcela de ‘solidarida­d’ pagando una determina cantidad por persona establecid­a en 20.000 euros. El pelirrojo defensor irlandés lo veía de lo más normal, pues en el fondo estaba convencido de que el problema era nuestro, y bastante hacían con ayudarnos económicam­ente. Menos mal que no me dijo que siempre podíamos tener una Ruanda como la Gran Bretaña de Sunak.

Pues al final esta tesis ha triunfado y leo que para algún europarlam­entario español es lo mejor dentro de lo malo, y que la rica Europa del norte nos pagará a la pobre del sur para que nos quedemos con esos seres humanos, sí, seres humanos, que a riesgo de su vida se montan en una patera y acuden a este continente envejecido y sin relevo generacion­al para descubrir que lo que ven por las parabólica­s no es tan ideal.

No puedo si no pensar que mi colega de Dublín igual está pensando que en el fondo, si los datos de la Comisión Española de Ayuda al Refugiado son ciertos, los 3.997 muertos estimados en las rutas mediterrán­ea y atlántica les ha supuesto ahorrarse casi ochenta millones de euros. Tres muertos más y la cifra sería redonda.

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