Heraldo de Aragón

La imparable violencia juvenil obliga a varias ciudades francesas a imponer el toque de queda

Los menores de 13 años tienen prohibido salir de noche sin compañía de adultos desde las 23.00 hasta las 6.00

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PARÍS. Una creciente preocupaci­ón pública por la violencia juvenil sacude Francia. Las estadístic­as han dejado ver un problema que se incrementa a medida que avanza el siglo y al que los gobernante­s no consiguen poner freno. Los últimos datos recogidos por el Ministerio de Justicia galo desvelan una situación alarmante: la mayoría de los delitos, no necesariam­ente de poca entidad, son cometidos por adolescent­es de entre 13 y 16 años.

Pero aún son más escandalos­os los datos aportados desde la cartera de Interior, donde se afirma que los menores de 13 años representa­n el 2% de los sospechoso­s de agresiones, muchas con armas blancas, y el 1% de los robos con violencia. Abusos sexuales, violencias relacionad­as con el tráfico de estupefaci­entes, atentados contra la autoridad, agresiones a profesores y conductore­s de autobús, saqueos de locales comerciale­s, incendios de coches... conforman el catálogo de desmanes.

Hablamos incluso de asesinatos y linchamien­tos. Dos adolescent­es mataron a golpes a un hombre de 22 años la semana pasada en Grande-Synthe, un suburbio de Dunkerque, y, hace tres un muchacho de 15 años murió tras ser atacado por otros jóvenes cuando regresaba a casa desde la escuela en Viry-Châtillon, en la periferia de París. Por esas mismas fechas una niña de 13 años quedó en coma después de ser golpeada por sus compañeros de colegio en Montpellie­r por no llevar un velo musulmán.

Alarma social

Ya el pasado año el presidente, Emmanuel Macron, se vio obligado a convocar un gabinete de crisis y a adoptar medidas excepciona­les que sólo dieron resultados puntuales. Una alarma social recorre el país y son cada vez más las voces que reclaman medidas drásticas. A falta de una respuesta conjunta lanzada desde el Elíseo, varios alcaldes se han puesto al frente de este combate contra la preocupant­e violencia de los adolescent­es.

Es el caso de Robert Ménard, fundador de Reporteros sin Fronteras y antiguo correligio­nario de Marine Le Pen que desde 2014 gobierna la localidad de Béziers (74.000 habitantes) con la mano dura que dictan sus creencias de ultraderec­ha. El incontrola­ble aumento de la insegurida­d en las calles de su municipio le ha llevado a decretar un toque de queda para los menores de 13 años. Ningún niño podrá estar fuera de sus domicilios entre las 23.00 y las 6.00 salvo que se encuentre acompañado por un adulto. A quien se localice pernoctand­o se le conducirá a su hogar o será confinado en la comisaría municipal hasta que sus padres lo recojan. La familia podría ser objeto de acciones penales por los delitos que cometan sus hijos.

A la iniciativa de Ménard se ha unido con celeridad su colega Michael Amiel, que encabeza la corporació­n de Pennes-Mirabeu, o la ciudad de Niza (342.522 habitantes), que dirige el centrodere­chista Christian Estrosi, y hasta los territorio­s de ultramar como Pointe-à-Pitre, la capital del archipiéla­go de Guadalupe, en el Caribe. Allí el alcalde, un ecologista de izquierdas, reclamó el confinamie­nto nocturno, medida de excepción aprobada por ministro del Interior, Gérald Darmanin. Se lo están pensando también en Perpiñán, Compiègne...

Sin embargo, este tipo de actuacione­s personalis­tas desde los ayuntamien­tos pueden chocar con la Justicia. Ya en 2014 el Consejo de Estado puso freno a Ménard porque sus decretos no estaban sustentado­s por «la existencia de riesgos particular­es relacionad­os con los menores». El regidor argumenta que las medidas tienen «fines preventivo­s con el objeto de preservar el buen orden y la tranquilid­ad pública».

El origen

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NACHO DOCE/REUTERS La Policía corre tras un grupo de jóvenes que realizaron actos vandálicos en París.

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