Hamás desdeña el clamor internacional para evitar un final trágico a los rehenes
Dieciocho países exigen el fin de los secuestros en medio de la conmoción causada por un vídeo donde un cautivo se lamenta de que han sido abandonados a su suerte
ESTAMBUL. Por primera vez desde el comienzo de la guerra, los presidentes de los dieciocho países cuyos ciudadanos son o han sido rehenes de Hamás se han unido para exigir su libertad a la coalición islamista y evitar así un final trágico que cada día se ve más cercano. La declaración fue dada a conocer ayer, un día después de que la milicia difundiera el vídeo de un cautivo que culpa al Gobierno y el Ejército israelíes de «habernos abandonado». «Deberían avergonzarse», lanza al gabinete de Benjamín Netanyahu el joven retenido, cuyas palabras han sumido en la conmoción a una población muy enfadada al no ver avances en las liberaciones.
El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, encabeza esa lista de dirigentes internacionales. No ha resultado fácil. Han sido necesarios seis meses desde el asalto terrorista a los kibutz israelíes para conseguir un texto de consenso. Al final se ha logrado, pero no por un feliz ejercicio de concordia sino por el grave deterioro de la situación de los cautivos tras 202 días de secuestro en condiciones infrahumanas.
Su destino «es motivo de preocupación internacional», aseveran los líderes de Argentina, Austria, Brasil, Bulgaria, Canadá, Estados Unidos, Colombia, Dinamarca, Francia, Alemania, Hungría, Polonia, Portugal, Rumania, Serbia, España, Tailandia y Reino Unido. Los firmantes recuerdan a la milicia que hay una oferta «sobre la mesa» para aplicar un alto el fuego «prolongado» en Gaza a cambio de su liberación.
Los familiares realizan movilizaciones casi a diario y los fines de semana miles de israelíes se unen a ellos en manifestaciones que exigen tanto la «salida del infierno» de los secuestrados como la dimisión de Netanyahu por su «inoperancia». Sin embargo, ha sido el breve vídeo de Hersh Goldberg-Polin, un israelí-estadounidense de 23 años, el que ha provocado un calambrazo en la médula de la sociedad de Israel.
La grabación, difundida por Hamás, muestra a Hersh sentado, sin su brazo izquierdo. Se lo arrancó una granada. Él asistía al festival Supernova, arrasado por los terroristas que se lo llevaron a Gaza con los restos del brazo envueltos en tela. Es fácil imaginar su infierno posterior en una Franja carente de anestesia y medicamentos.
«Cada día que pasamos aquí nos ignoráis más y más», exclama el joven, quien reprocha que «todos los esfuerzos del Ejército han fallado» y lo acusa de la muerte de 70 rehenes en los bombardeos. «Mi esposa y yo nos sentamos, miramos el video y lloramos. Había tantas emociones porque por primera vez en 200 días, lo vimos y lo escuchamos», explican los padres de Hersh, en unas declaraciones que secundarían sin dudar las más de cien familias con parientes ausentes. Ayer se manifestaron ante el cuartel general de Kirya, en Tel Aviv, donde se reunía el gabinete de guerra. Llevaron grandes pantallas que reproducían en bucle el vídeo de Hers Goldberg-Polin
En realidad, fue una jornada de de la operación militar de Israel en Rafah. Ofrece al Gobierno judío una tregua de cinco años y el «desarme» matizado de su ala militar –en realidad, «las fuerzas del movimiento se integrarían en un Ejército nacional», reconoce–
imágenes. La Casa Blanca difundió la suya, una foto en el Despacho Oval de Joe Biden con Avigail Idan, la niña israelí-estadounidense de 4 años que pasó semanas sometida al «trauma indescriptible» del cautiverio.
El mandatario norteamericano parece esforzarse por estar al frente del rescate. Hace dos semanas recibió a una representación de familias de rehenes y le pidieron una muestra de solidaridad. El gesto reactivó la discusión con los otros 17 líderes internacionales sobre la necesidad de enviar un aviso a Hamás.
Sin embargo, en esta ocasión el miedo a un desenlace dramático a cambio de un Estado palestino enmarcado en las fronteras de 1967. Khalil Al Hayya, número dos de la oficina política del grupo islamista, declaró a Associated Press que aceptarían «un Estado palestino plenamente soberano en Cisjordania y
ha podido más. Los asesores en seguridad opinan que, después de seis meses sometidos al régimen de maltrato de sus captores, sin apenas alimentos ni medicamentos, y tampoco haber recibido la luz del sol en los túneles, los secuestrados deben «estar al límite de su resistencia física y mental, si muchos no se han doblegado ya».
Sinwar, al frente
De las 253 personas capturadas el 7 de octubre, 129 no han sido devueltas. El Ejército ha confirmado la muerte de 34, mientras Hamás afirma que son 70 y que han fallecido a causa de las bombas
Gaza, junto al regreso de los refugiados». Al Hayya puso sobre la mesa la posibilidad de «una tregua de cinco años o más» y advirtió que no piensan liberar a los rehenes hasta que no se acuerde el final de la guerra.
israelíes. Esta semana la situación ha empeorado. El jefe militar de Hamás, Yahya Sinwar, desaparecido durante meses, ha vuelto para dirigir los ataques de la milicia y se ha hecho cargo de la suerte de los rehenes. Un mal augurio dado su radicalismo.
La Inteligencia israelí presupone que precisamente muchos están con él en los subterráneos y fuentes islamistas admiten que se niega a liberarlos mientras los combates sigan en la superficie. Incluso ha respondido con una negativa rotunda a las llamadas a la reflexión de otra parte de Hamás. Pero Sami Abu Zuhri, alto funcionario del grupo, ha desdeñado el comunicado internacional y declarado que la presión de EE UU «no tiene valor».