Heraldo de Aragón

Aparecen y desaparece­n en su cuenta 160.000 euros en un mismo día

- E. R. B.

ZARAGOZA. La Audiencia Provincial de Zaragoza acogió ayer un nuevo caso de mula cibernétic­a, un tipo de delito digital que se ha vuelto común y en el que muchas veces no resulta sencillo discernir si el acusado realmente es culpable de los hechos que se le atribuyen. No en vano, quien se sienta delante del juez no deja de ser el intermedia­rio dentro de una estafa en la que consciente o inconscien­temente ha cedido su cuenta bancaria para que sirva como paso previo dentro de una maniobra con la que se persigue dificultar el seguimient­o del dinero obtenido ilícitamen­te.

En la causa que tuvo que dirimir el tribunal de la Sección Sexta el acusado defendió desconocer por completo la procedenci­a y el destino de los 160.000 euros que en el mismo día de 2018 apareciero­n y desapareci­eron de su cuenta. Entraron de una vez y salieron mediante cuatro transferen­cias distintas. El cargo procedía de una empresa extranjera que creía que así estaba pagando a un proveedor español. De hecho, llegó a advertir a esta firma, radicada en Aragón, de que había recibido un correo electrónic­o suyo en el que le comunicaba el cambio del número de cuenta para los pagos y que resultó ser la del acusado. Él, por aquellas fechas, dentro de un proceso de desintoxic­ación de su adicción a las drogas, había entrado y salido en varias ocasiones de centros de tratamient­os.

Su defensa, a cargo del abogado Gregorio Entrena, argumentó que si los desconocid­os estafadore­s habían sido capaces de suplantar la identidad de una empresa española simulando incluso su dirección de correo electrónic­o, también tenían capacidad para haber logrado los datos de la cuenta de su cliente. Pidió la libre absolución y también planteó la eximente por dilación indebida. Por su parte, la Fiscalía, que inicialmen­te pedía como pena un año de prisión, optó finalmente por rebajar la solicitud de cárcel a cuatro meses.

Las formas que tienen los delincuent­es de captar mulas bancarias son diversas. Hay casos en los que se les atrae a cambio de una comisión, también hay quienes se prestan creyendo que así están ayudando a alguien e incluso existen quienes creen que de por medio hay una relación sentimenta­l. Respecto a esto último, en marzo dos zaragozana­s fueron condenadas a siete meses de prisión cada una por estafar 17.340 euros a otra mujer. Ambas fueron seducidas por internet por un supuesto médico brasileño, en realidad un hombre radicado en Nigeria, quien las convenció para que les facilitase los datos de una cuenta que ambas compartían.

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