El año en que San Jorge se adelantó
Mari Paz, mi mujer, con cáncer terminal metastásico, entró en profunda crisis la mañana del pasado 18 de abril. Con el corazón roto, la mente como un laberinto, sentado al borde de su cama, marqué en mi móvil un numero que se había convertido en familiar. La pantalla me devolvió unas siglas: ESAD (cuidados paliativos a domicilio). Era un número al que últimamente había llamado con frecuencia. Tras un breve intercambio de palabras me puse a la espera, a la vez que disminuía mi ansiedad. Sonó el timbre y la mañana se iluminó. En la puerta estaban tres jóvenes mujeres. Recorrieron rápidas el camino que ya les era habitual. Breves preguntas para hacerse cargo de la situación. Y la resolvieron. Derrochando profesionalidad, dulzura, cariño y empatía, la solucionaron. Construyendo una pasarela entre mi angustia y algo parecido a la calma, la arreglaron. Disminuyendo, con palabras, amabilidad y, evidentemente, fármacos, el estado de insoportable desazón en que estaba Mari Paz, la calmaron. Gestionando un cambio de escenario, beneficioso para los dos, me tranquilizaron. Fueron nuestro San Jorge adelantado. Mari Paz murió el 21 y fue enterrada el 23. El proceso total de la enfermedad ha durado algo más de dos años. Con sus altibajos. En él han alternado las ventanas de esperanza con los momentos de desesperación. Durante ese periodo San Jorge ha contado con todo un ejército. Porque en todo el trayecto nos hemos sentido acompañados por profesionales de la medicina. Mayoritariamente de la medicina pública. En ocasiones puntuales, también de la privada. En todos ellos, medicina y enfermería de cabecera, cirugía, oncología, radioterapia, cuidados paliativos y un posible etcétera, por si me olvido de alguien, hemos encontrado profesionalidad, comprensión y un torrente de empatía. A todos vosotros, Mari Paz y yo, os lo agradecemos profundamente.
José María Bayona Aldecoa
ZARAGOZA