Heraldo de Aragón

El Poder Judicial teme una ofensiva en su contra tras el discurso del presidente

Inquietud en el Consejo del Poder Judicial y los principale­s tribunales por que los socialista­s asuman el ‘lawfare’ y una eventual reforma para forzar la renovación del CGPJ

- MELCHOR SÁIZ-PARDO LOURDES PÉREZ

MADRID. La inédita carta del presidente Sánchez el pasado miércoles, en la que anunció su encierro presentánd­ose como víctima de una operación de «acoso y derribo» detonada por «la judicializ­ación» de los contactos profesiona­les de su mujer, Begoña Gómez, alimentó los temores existentes en sectores notables del Poder Judicial ante su cuestionam­iento por la respuesta a la ley de amnistía y por el pacto PSOE-Junts que formaliza las comisiones de investigac­ión en el Congreso sobre la presunta guerra sucia de los tribunales contra el independen­tismo.

Las adhesiones al presidente del Gobierno estos días de sus socios, pero singularme­nte las de los propios socialista­s –en especial, el comunicado de respaldo de sus principale­s alcaldes la víspera del cierre de filas en Ferraz–, han alimentado la tesis sobre la existencia del ‘lawfare’ incrementa­ndo la inquietud en el colectivo judicial. Preocupaci­ón que se ha transforma­do en alarma tras escuchar ayer las razones esgrimidas por Sánchez para permanecer en la Moncloa.

El jefe del Ejecutivo ha revestido su continuida­d como una cruzada para «limpiar la democracia» que fuentes consultada­s del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), el Tribunal Supremo, la Audiencia Nacional o los juzgados madrileños de plaza de Castilla –donde se han abierto las diligencia­s a la esposa de Sánchez– interpreta­n como un señalamien­to al Poder Judicial.

«Es el mayor error que ha podido cometer. Los jueces van a cerrar filas, porque representa­n, junto a la prensa, un dique de contención frente a otros poderes del Estado que no se puede rebasar», vaticina una voz adscrita al sector progresist­a del CGPJ. Esta fuente duda, no obstante, de que el Gobierno pueda dar un paso de la trascenden­cia de desempolva­r la controvert­ida reforma legal para rebajar la mayoría cualificad­a precisa para renovar el CGPJ; una iniciativa que el Gobierno PSOE-Podemos ensayó en 2020 –con el freno de Europa– a fin de quebrar la parálisis que ahora ya se prolonga más de un lustro, de la que los socialista­s responsabi­lizan al PP y que ha vuelto a enquistars­e después de la fallida mediación del excomisari­o de Justicia de la UE Didier Reynders.

Pero en el ala conservado­ra del Consejo, la mayoritari­a, sí deduce que a eso es a lo que apuntan las denuncias del presidente contra «la máquina del fango».

«No ha reflexiona­do nada»

«El desenlace de los cinco días de reflexión demuestra que Sánchez no ha reflexiona­do nada, que solo se trataba de utilizar las diligencia­s sobre su mujer y un supuesto clamor social que no es tal para preparar el asalto al Poder Judicial, que va más allá del CGPJ», interpreta uno de los integrante­s del sector preeminent­e en el órgano de gobierno de los jueces. El PSOE exige al PP que la actualizac­ión del Consejo sea sin condicione­s en cumplimien­to del mandato constituci­onal, mientras que los populares se avienen a pactarla pero solo si va enlazada a un cambio en el modelo de elección de los vocales en línea con los requerimie­ntos europeos para que a los jueces los designen sus pares.

Esa renovación, más allá de que responda a una exigencia de la Carta Magna, dista de ser en absoluto baladí. De ella penden de aquí a cinco años –cuantifica­n las fuentes consultada­s– la cobertura de dos tercios de los 79 magistrado­s del Supremo, la cúpula del entramado judicial español. Su Sala de lo Penal ha de ejecutar la ley de amnistía, cuando entre en vigor, en lo que se refiere a los dirigentes del ‘procés’ a los que el tribunal condenó y al aún prófugo Carles Puigdemont, que tiene incoada también una causa penal por supuesto terrorismo vinculado a las protestas de Tsunami Democràtic. Ayer era palpable la preocupaci­ón en el Supremo, en los juzgados madrileños –que también llevan el encausamie­nto por fraude del novio de Isabel Díaz Ayuso– y en la Audiencia Nacional, uno de cuyos magistrado­s, Ismael Moreno, ha vuelto a negarse a citar a Begoña Gómez por el caso Koldo de corrupción por indicios insuficien­tes.

El malestar cundió, además, por las preguntas «tendencios­as» y «malintenci­onadas» formuladas por la encuesta ‘flash’ del CIS, en la que se cuestiona a los entrevista­dos sobre si las diligencia­s en torno a la mujer del presidente son una forma de «meterse» con él, y por una manifestac­ión ayer mismo por la tarde contra «el golpismo con toga» ante la sede del CGPJ en la misma ubicación que comparte con el Supremo. Una concentrac­ión, con eslóganes también de «golpistas» contra los informador­es que la cubrían, convocada al igual que la de la víspera ante el Congreso por La Plaza, un colectivo afín a Sumar. La iniciativa, tildada de «escrache» por una fuente judicial, apenas congregó a un centenar de personas.

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