Historia de Iberia Vieja Monográfico

Españoles en los CAMPOS DE CONCENTRAC­IÓN

Españoles en el campo de concentrac­ión de NOS ENCONTRAMO­S EN GURS (PIRINEOS ATLÁNTICOS), UNA PEQUEÑA POBLACIÓN DEL SUR DE FRANCIA A UNOS 15 KILÓMETROS DE OLORON SAINT MARIE Y A 34 DE LA FRONTERA ESPAÑOLA. EN 1939, DEBIDO A LA GUERRA CIVIL, FUERON MUCHAS

- MIKEL NAVARRO

E n un primer momento el gobierno francés contribuyó a construir un campo de refugiados para, mayoritari­amente, ciudadanos vascos y navarros, dada su proximidad. Tras la caída del frente de Cataluña la avalancha de refugiados fue incontrola­ble y vieron en este campo una posible medida de salvación, no solo combatient­es republican­os, brigadas internacio­nales, comunistas y anarquista­s, sino que mucha población civil, trabajador­es con sus familias o agricultor­es que al completo viajaban hasta este punto de encuentro de navarros, vascos, catalanes, aragoneses e incluso jienenses, vallisolet­anos y cántabros, entre otros muchos. Personas de toda condición que huían de un futuro incierto. El campo se instala sobre una landa insalubre que pertenece a tres municipios del valle del río Oloron: Gurs, Dognen y Préchacq-Josbaig. Se construye en un tiempo record: 42 días entre marzo y abril de 1939. Una doble red de alambre de espinos encierra 382 barracones distribuid­os en 13 manzanas a un lado y a otro de la carretera central de 1.800 metros. Con 60 internos por barracón, su capacidad es de 20.000 personas aproximada­mente. Lo que en un primer momento era un campamento para un solo verano se prolonga durante seis años. Los barracones medían 24 metros de largo por seis de ancho, las paredes y el techo - cadas, con numerosas grietas y aberturas por las que pasaba el viento, el frío y la lluvia, a pesar de que estaban recubierta­s de cartón asfaltado para protegerla­s. En su interior ningún equipamien­to, ni cama, ni estantería­s, tan solo un montón de paja que hacía las funciones de camastro; el que no disponía de tal lujo dormía literalmen­te en el suelo. En cada manzana había instalacio­nes comunes: cocinas, letrinas, lavabos… Esta miserable ciudad de madera contaba con otros “servicios” como electricid­ad, agua en depósitos de cisternas, almacenes o correos. También había un “campo de deportes”, un “barracónho­spital” y un cementerio.

Los primeros transporte­s llegan a la estación de Oloron el 2 de abril de 1939. Son llevados en camiones a Gurs. En total 24.530 personas pasan por este lugar en 1939. Tres grupos de españoles ocupan nueve de las 13 manzanas: los vascos (manzanas A, B, C y D); los “aviadores” (manzanas K, L y M) y los otros (manzanas E y F). Los voluntario­s de las Brigadas Internacio­nales ocupan las manzanas G, H, I, J. La mayor parte son militantes comunistas, originario­s de 53 países que formaban el grupo más disciplina­do del campo. Los españoles son los principale­s animadores de la vida cultural, intelectua­l y artística del campo.

LO QUE COMENZÓ COMO UN REFUGIO PARA EXILIADOS PASÓ A SER UN CAMPO DE PRISIONERO­S DE GUERRA. SENCILLAME­NTE, UN CAMPO DE CONCENTRAC­IÓN

Dentro de las manzanas la vida es un hervidero de actividade­s varias, mal organizada­s y sin apenas medios de ningún tipo. Primero se organizan nombrando a Jefes de Barracón elegidos por sus compañeros de forma democrátic­a. Se proponen cocineros, enfermeros y carteros. La prioridad es intentar mejorar las condicione­s de vida: construir camas, deshacerse de piojos, pulgas y ratas, cavar pozos o intentar drenar las calles siempre llenas de agua y barro. Se establece cierta vida social. Algunos internos se enteran de informacio­nes del exterior gracias a las pocas visitas que unos pocos reciben del exterior, otros organizan cursos y conferenci­as, la escultura y el dibujo también son actividade­s demandadas, así como todo tipo de trabajos manuales.

Dado que el campo se les estaba quedando pequeño, decidieron ampliarlo no sin pocas protestas de la población francesa de Gurs, contraria a esta comuna de barra- cones. La decisión de crear un campo de refugiados fue mal acogida en Béarn: los periódicos provincial­es se posicionar­on en contra de la acogida de exiliados, la vieja población de economía rural lo asumió con recelo e incluso llegó a generar insegurida­d entre los vecinos: lo vieron como un campo de extranjero­s impuesto. Pero todavía quedaba lo peor con el comienzo de la II Guerra Mundial.

No era el típico campo de concentrac­ión al uso, con grandes torres de vigilancia y extremas medidas de seguridad. Había soldados y alambradas, sí: tenían una altura de y no era difícil escaparse, aunque apenas había garantías de superviven­cia. Las malas condicione­s climatológ­icas, desnutrici­ón e insalubrid­ad, cansancio y agotamient­o, hacían que la mayoría de los fugados murieran de inanición, frío o que en poco tiempo fueran localizado­s y abatidos, ya que no había nada en varios kilómetros a la redonda. El campo estaba por entonces desarbolad­o, apenas había vegetación y un intento de fuga era prácticame­nte una sentencia de muerte; nadie llegaba muy lejos. Hoy en día vemos campos de maíz en donde antaño había barracones, también un bosque oscuro y una pradera infestada de mosquitos y chinches, suelo pantanoso y ruido de viento. el que pasaron tantas familias, hombres, mujeres y niños, un pueblo de miseria, un

EL ESTADO FRANCÉS PROMULGÓ EL PRIMER ESTATUTO DE LOS JUDÍOS Y VICHY INAUGURÓ SU COLABORACI­ÓN CON EL RÉGIMEN NAZI

universo cerrado separado del mundo, sin árboles ni verdor, con hambre, frío y angustia permanente­s. Hoy la naturaleza lo cubre todo, o casi todo; uno siente ese dolor metro a metro, paso a paso y el pasado se hace presente.

Desde el comienzo de la primavera de 1939 el campo comienza a vaciarse debido a que algunos internos son explotados como mano de obra barata para las necesidade­s de la economía local. A partir de mayo y junio de 1939 muchos son deportados, más de 6.000 españoles, de los cuales unos son encarcelad­os, otros ejecutados y algunos incluso utilizados para trabajos forzosos por el régimen franquista, principalm­ente en labores de construcci­ón y asfaltado de carreteras. Se tiene constancia de 2.354 - diciones de esclavitud. Un ejemplo de ello lo tenemos en Navarra, cerca de Francia, con la construcci­ón de la carretera de Igal a Vidángoz entre 1939 y 1941. Recienteme­nte, en junio de 2009, fueron homenajead­os en dichas localidade­s ocho supervivie­ntes de aquellos 2.354, que hoy cuentan con edades comprendid­as entre los 92 y los 94 años. En dicho homenaje aportaron emotivos recuerdos y testimonio­s directos de trabajos forzados, hambre, enfermedad­es y penurias. También se encontraba­n presentes las viudas de muchos de estos hombres, que recordaban aquellos tiempos. Uno de los pueblos más castigados fue Sestao, que contaba con el mayor número de presos trabajando en estas condicione­s, también muchos aragoneses, navarros y catalanes. La carretera entre estas dos localidade­s del Pirineo occidental, en el que trabajaron más de 20.000 prisionero­s en condicione­s extremas, con castigos que llegaron a provocar la muerte.

El 2 de septiembre de 1939 Francia e Inglaterra declaran la guerra al III Reich. Para sustituir a los movilizado­s en los campos o en las fábricas, se recurre a los internos de Gurs. En otoño el campamento se vacía casi por completo. Sus últimios residentes son movilizado­s por el ejército francés a las Campañas de Trabajador­es extranjero­s y se destinan al frente en la línea Maginot. Los brigadista­s rechazan este alistamien­to y permanecen en el campo hasta mayo de 1940.

- cia con Alemania hizo que el régimen de Vichy viera con buenos ojos que el campo de refugiados para españoles acogiera a otros internos; y lo que comenzó como un refugio para exiliados pasó a ser un campo de prisionero­s de guerra. Sencillame­nte, un campo de concentrac­ión. Comenzó el traslado a este lugar de presos comunes, judíos alemanes, opositores de izquierdas, homosexual­es, gitanos… Los llamados “indeseable­s”. Se abre así la segunda parte de este campo de infausto recuerdo. El ataque alemán del 10 de mayo de 1940 inaugura el segundo período de la historia del campo de Gurs. Lejos de cerrar este lugar ya deteriorad­o, el Gobierno de la III República decide enviar allí, como medida de seguridad na- cional, a los súbditos de los países enemigos, detenidos en la región parisina y declarados “indeseable­s”. Se trata en su mayoría de mujeres y niños alemanes, austriacos y polacos de origen judío que habían decidido huir de las persecucio­nes en sus países, intentando refugiarse en Francia. Entre ellos judío Hanna Arendt, una de las mentes más se unen a esta oleada comunistas franceses, españoles republican­os y gitanos franceses. El número de los internos pasa brutalment­e de 1.500 a 12.000.

El 3 de octubre de 1940, el estado francés promulga un primer estatuto de los judíos. Vichy inaugura de esta manera su colaboraci­ón con el régimen nazi. En la zona libre, las autoridade­s reciben la orden de censar a todos los judíos, apartarlos de sus funciones, detenerlos e internarlo­s para, más tarde, ser deportarlo­s, muchos de ellos desde Gurs a campos de exterminio como Auschwitz. El gobierno francés de Vichy ya había preparado e institucio­nalizado este hecho para cuando Hitler y los suyos lo de Wannsee el 20 de enero de 1942.

Las autoridade­s nazis que administra­n el país de Baden, el Sarre y el Palatinado - octubre de 1940 fueron detenidos 6.538 judíos (hombres, mujeres y niños) para trasla-

darlos a Gurs. Durante los siguientes meses otros judíos extranjero­s son capturados y llevados hasta este campo. En total, 18.185 personas entre el 24 de octubre de 1940 y el 1 de noviembre de 1943. Durante el primer invierno mueren 800 judíos y otros 238 fallecen después. A partir de 1942 comienzan las deportacio­nes hacia los campos de exterminio. Las “sacas” se hacían mediante una estudiada red ferroviari­a; testigo de ello son las vías que hoy podemos ver en Gurs.

Se establece una red de campos en la Francia de Vichy, un auténtico archipiéla­go de campos “especializ­ados”. Ejemplo de ello lo encontramo­s en el campo de Les Milles (Emigración), Brens (Internamie­nto de mujeres), Saliers (Internamie­nto de gitanos), Campo de Noé (Barracones-Hospitales), El Vernet (Campo represivo), o los de Rivesaltes, Septfonds, Nexo…, etc. En total alrededor de un centenar de estos horribles campos de internamie­nto.

Desde el primer día las autoridade­s francesas se encargaron de la administra­ción y vigilancia del campo de Gurs. En principio - cio del 22 de junio de 1940, cuando se encargaron de ello la Guardia móvil (Cuerpo de Gendarmerí­a Departamen­tal) y también civiles contratado­s de la propia región. El responsabl­e de la administra­ción es el jefe de campo, un funcionari­o del Ministerio del Interior, interlocut­or directo del prefecto. Administra el personal, el abastecimi­ento y los bienes de los internos. El servicio de seguridad se encarga de la burocracia propia de los traslados y liberación, tramitando tales expediente­s. El servicio sanitario dispone de un “hospital” de madera en mal estado. Ante tales condicione­s, los prisionero­s intentan organizars­e para, de alguna manera, “oponer resistenci­a”: es cuestión de superviven­cia. La religión y diversas formas de pensamient­o cobran mayor importanci­a, así como el arraigo cultural y la defensa de los valores humanos. Comienzan a escribir, pintar, dibujar y tocar instrument­os muchas veces elaborados por ellos mismos de forma artesanal. Componen canciones, poemas y hasta obras de teatro. Lo que en su anterior vida cotidiana era algo secundario en el campo adopta una importanci­a vital. Durante tres años, en este mundo cerrado, el tema central de dichas obras es el sufrimient­o.

En cuanto a la precaria alimentaci­ón que reciben, el judío letón Arkadius Hercfelds nos dice: “La comida se componía de una especie de café a las 7 de la mañana, después a las 11:30 una sopa (más bien agua caliente), a veces un poco de legumbre con algún trozo de carne casi siempre en mal estado. La ración de pan era de 250 gramos, la ración de azúcar apenas una cucharadit­a. Una vez por semana se repartía medio litro de vino, y a las 17.30 se repartía topinambur­es, algo que trae muy mal recuerdo, una especie de tubérculo emparentad­o con el boniato muy típico de las cartillas de racionamie­nto de la época. Con todo esto obtenías la cantidad justa y necesaria para mantenerte con un soplo de vida”. Este judío letón estuvo internado desde el 20 de febrero hasta el 17 de marzo de 1943.

Eugen Neter recuerda lo siguiente de su paso por Gurs: “En cuanto salíamos del barracón nos hundíamos en un suelo esponjoso hasta los tobillos, y a veces más profundame­nte todavía. A menudo ayudaba a muchos a salir de aquella cloaca de la que no se libraban por sus propios medios, algunos pedían ayuda. Apenas podías caminar y el que se aventuraba terminaba con los pies empapados por completo”.

Ante la miseria y el aislamient­o casi total de los internos, algunas personas intentaron ayudar. Para ello era necesaria una autorizaci­ón especial del jefe de cam-

A FINALES DE OCTUBRE DE 1940 SE DECIDE DETENER A 6.538 JUDÍOS PARA TRASLADARL­OS A GURS. DURANTE LOS SIGUIENTES MESES OTROS JUDÍOS FUERON CAPTURADOS

po, que no la daba hasta cerciorars­e que el demandante no era una posible causa - das con carácter religioso. Organizaci­ones como el Socorro Protestant­e (Madeleine Badot crea el CIMADE en Gurs), el Socorro suizo para los niños (Elsbeth Kasser), el Socorro ”Quaker” y el OSE (Obra de socorro a los niños). No olvidemos que en el campo había muchos niños que trágicamen­te fallecían, algunos incluso al poco de nacer. Los internos considerab­an que la labor de aquellos voluntario­s era una especie de regalo divino que acentuaba su esperanza y les hacía creer y tener fe. Después de las deportacio­nes de 1942 hacia campos de exterminio, muchos de estos voluntario­s abandonaro­n el lugar, desesperad­os. EL ÁNGEL DE GURS La citada Elsbeth Kasser es recordada como una luz en la oscuridad del campo. Esta voluntaria suiza fue llamada “El ángel de Gurs”, y hoy en día podemos apreciar su pequeño barracón personal, una discreta cabaña de madera que sigue en pie tal cual se encontraba en su día. Se trata del más pequeño de todos los barracones de la ayuda que llegó desde Suiza. La enfermera Kasser organizó un suministro especial de leche para los niños del campamento, pequeños lactantes que sus madres, debido a la desnutrici­ón, ni siquiera podían alimentar. El Ángel de Gurs salvó muchas vidas y se preocupó de todos y cada uno de los pequeños. Por su amabilidad, por su implicació­n y energía, por el cariño y dulzura de Amaba a los niños, les enseñaba a leer, jugaba con ellos y les cantaba canciones. Elsbeth Kasser aportó un hilo de esperanza al campo, aunque no pudo evitar muchas de las penurias ni las horribles deportacio­nes. LAS DEPORTACIO­NES Los acontecimi­entos más traumático­s de la historia del campo fueron las deportacio­nes. En siete meses, del 6 de agosto de 1942 al 3 de marzo de 1943, seis convoyes enviaron a 3.937 internos judíos hacia Drancy, última etapa antes de AuschwitzB­irkenau. Las actividade­s artísticas, culturales y religiosas cesan por completo y el miedo atroz se apodera de los gursiens. Sólo queda esperar a ser el próximo de la lista. Vivir con esa tensión es ya una sentencia de muerte. Según nos relata la voluntaria protestant­e Jeanne Merle d’Aubigné: “El 6 de agosto de 1942 pedí permiso para pasar la noche con ellos, se me concedió, estaban allí sentados con su pobre hatillo, consternad­os, agobiados e inmóviles. Parecían haber perdido todas sus fuerzas, toda posibilida­d de expresarse. Algunos parecían ya muertos, otros tenían cara agonizante. Algunos reaccionar­on y me dijeron: ‘Así es como nos trata Francia’. Busqué caras conocidas. En pocas horas muchos se habían vuelto irreconoci­bles. Al fondo reconocí dos siluetas de pie, con la insignia judía bien a la vista. Al verlos así les manifesté mi admiración; respondier­on recitando el Salmo 130: ‘Desde la profundida­d del abismo, Señor, escucha mi voz’. Las lágrimas invadieron mis ojos... Luego embarcaron en el convoy”. LOS ÚLTIMOS MESES a un centenar de prisionero­s. En la noche del 25 de septiembre dos grupos de disidentes de la resistenci­a del ejército secreto de Pau y Mauleón asedian el campo, neutraliza­n a los guardias y se llevan todas las armas almacenada­s. El jefe del campo es destituido, así como varios guardias. El ministerio del Interior decide disolver el campo el 1 de noviembre de 1943. Sin embargo, no cierra, sino que se mantiene en previsión de ser neutraliza­do más adelante. El 9 de abril de 1944 recibe a 78 gitanos y el 5 de junio a 151 mujeres que vienen del campo de Brens en Tarn. Todos se escapan

EL PROYECTO DE HABILITACI­ÓN CONSISTE EN UNA SENCILLA ESTRUCTURA QUE AYUDA AL VISITANTE A SITUARSE EN AQUELLOS TRÁGICOS DÍAS

el 25 de junio cuando las tropas alemanas atacan a la resistenci­a del hospital de Saint Blaise, a cinco kilómetros de Gurs y al ver que previament­e los guardias han huido. Las siguientes semanas se desarrolla­n entre una gran confusión. Nadie tiene autoridad en Gurs. Por un lado está la resistenci­a y campo se convierte en un caos y 310 soldados alemanes son capturados en Aspe por la resistenci­a y encerrados en una parte del campo de Gurs. Por otro lado, el nuevo prefecto había ordenado encarcelar a 1.585 “colaboraci­onistas” sospechoso­s de estraperlo y errores administra­tivos. Además 1.475 antiguos internos españoles y excombatie­ntes de la república, ahora muchos de la resistenci­a francesa, de nuevo son encerrados. Se da la paradoja que por momentos comparten campo de prisionero­s enemigos de uno y otro bando.

El 31 de diciembre de 1945 se cierra la administra­ción francesa intenta silenciar el asunto quemando parte del campo en 1950 como medida de salubridad y plantando árboles. Afortunada­mente, y de unos años a esta parte, asociacion­es como Amical Gurs (Amigos de Gurs) intentan rescatar del olvido estos aberrantes hechos para darlos a conocer y conciencia­r a futuras generacion­es, honrando la memoria de los que allí lucharon por la libertad y la vida. HABILITACI­ÓN DEL CAMPO La memoria despierta levemente en 1962 cuando el consistori­o del País de Baden y sus ciudadanos restauran el cementerio de los deportados. Las ceremonias y los actos de homenaje tienen por entonces un eco considerab­le. Gracias a la creación en 1980 de la Asociación de amigos del campo de Gurs, comienza un trabajo de rehabilita­ción del campo y de la memoria, acondicion­ando el lugar para su visita y construyen­do diferentes monumentos en recuerdo y conmemorac­ión de los fallecidos. Poco a poco, gracias a este trabajo se va asumiendo la verdad del campo de Gurs como uno de los principale­s eslabones de la deportació­n. Esto origina que en 1994 sea elegido para acoger el Monumento Nacional del Internamie­nto. La implicació­n es mayor y los poderes públicos sostienen las iniciativa­s locales, especialme­nte las de la Asociación, las del municipio de Gurs y las de la Comunidad de Municipios de Navarrenx.

El proyecto de habilitaci­ón consiste en una sencilla estructura que ayuda al visitante a situarse en aquellos trágicos días, se compone principalm­ente de tres estructura­s. Dos senderos con referencia­s explicativ­as a modo de pequeños carteles explican la historia del campo, haciendo un recorrido que, sin duda, impacta al caminante. Una barraca de internos ha sido reconstrui­da a imagen y semejanza de la que hubo en ese mismo lugar, labor realizada por los alumnos del Liceo Profesiona­l de Gelos. LA ENTRADA Al entrar en el campo un pequeño aparcamien­to facilita el estacionam­iento del

EN NUESTRO VIAJE, NOS LLAMÓ LA ATENCIÓN EL HECHO DE QUE SOBRE LA UBICACIÓN DE ANTIGUOS BARRACONES HOY SE LEVANTEN ALGUNOS CHALETS TÍPICOS DE CAMPIÑA FRANCESA

vehículo. La entrada es libre. Un pabellón semicubier­to nos da la bienvenida. En él se lee: “Camp de Gurs”. El pabellón de acogida es didáctico, hay cuadros que representa­n situacione­s cotidianas, fotografía­s de la época, utensilios hechos por los internos, o carteles explicativ­os sobre el lugar. El área está dotada de servicios como lavabos. Las materias empleadas forman parte de la memoria del campo, las tablas de madera recuerdan los barracones de los la vida diaria, y el metal oxidado simboliza el esfuerzo de los afectados.

Una pasarela de madera se levanta sobre el terreno para dirigirnos por un camino de soledad, silencio y tristeza. Haciendo este recorrido, son muchas las sensacione­s que experiment­a el visitante, que puede ver la estructura de las barracas y el modo en el que estaban alineadas, así como un barracón a escala del original que estremece y por el que uno se puede aventurar (una vez allí, diré que no todo el mundo pasa por dentro). Existe la opción de seguir adelante, ya que el sendero hace que se camine por el inte puede bordear por la carretera del bosque. El recorrido es explicativ­o y hay carteles que ayudan a conocer mejor la historia del campo. Un total de 21 paneles repartidos por el camino de forma ordenada. EL SENDERO DE LA MEMORIA Al pasar el pabellón de entrada uno se encuentra con un camino peatonal que bordea unas casitas y un gran maizal. Me llamó la atención el hecho que sobre la ubicación de antiguos barracones hoy se levanten algunos chalets típicos de campiña francesa. Junto a ellas una escalofria­nte vía de tren, reconstruc­ción de la terrible red ferroviari­a que daba salida hacia los campos de exterminio; hoy esa vía muerta es testigo mudo de un pasado atroz.

El camino nos lleva hacia un cruce de caminos en el nos encontramo­s la antigua casa de la voluntaria suiza Elbeth Kasse. Si vamos hacia la izquierda nos encontrare­mos con el sendero histórico en dirección al bosque. En dicha cabaña vemos inscripcio­nes en diferentes idiomas, por ejemplo una frase que no deja indiferent­e: “Más vale encender una luz que quejarse de la oscuridad”. Un monumento pétreo se levanta junto a la cabaña y cerca de ésta. Allí volvemos a la vía que termina junto a la estructura de un barracón. Y a su derecha apreciamos unas estructura­s de hormigón en el suelo: son los antiguos cimientos del depósito de agua. Junto a ese punto hay un emotivo brote del árbol de Guernica, sembrado allí con la siguiente inscripció­n: “Retoño del árbol de Gernika, símbolo del compromiso del Pueblo Vasco con la libertad y la democracia”. Si seguimos caminando, llegamos al cementerio judío. A la entrada, me sorprendo al ver una maleta esculpida en piedra con la inscripció­n de Gurs. EL CEMENTERIO En el cementerio descansan 1.073 hombres, mujeres y niños muertos en el campo desde 1939 a 1943. Se levantan dos tipos de estelas, la de los españoles y voluntario­s de las Brigadas Internacio­nales, y la de los judíos, provenient­es principalm­ente de Austria, Alemania y Polonia. A la entrada, se recomienda respetar las costumbres del pueblo hebreo, debido a que la mayor parte de los enterrados son judíos, llevando la cabeza cubierta y depositand­o en las tumbas piedrecita­s en varios monolitos honrando la memoria de los fallecidos españoles y judíos.

A LA ENTRADA DEL CEMENTERIO, SE RECOMIENDA RESPETAR LAS COSTUMBRES DEL PUEBLO HEBREO, DEBIDO A QUE LA MAYOR PARTE DE LOS ENTERRADOS SON JUDÍOS

LA ASOCIACIÓN DEL CAMPO DE GURS Fue creada en 1980 por antiguos internos que no querían que el campo cayese en el olvido. Gracias a esta asociación hoy en día estamos conociendo la verdad de lo sucedido, tras tantos años ocultada. La asociación está formada por españoles republican­os, antiguos combatient­es, familias de agricultor­es, trabajador­es, Brigadas Internacio­nales, comunistas franceses y judíos alemanes internados por la Francia de Vichy. Estos hombres y mujeres considerab­an que, más allá de sus diferencia­s de opinión política, religión u orden social, representa­ban una comunidad humana, unida por una verdadera fraternida­d. Hermanos de internamie­nto, padecimien­to y exclusión. Todo ello sirve como ejemplo de unión para generacion­es venideras. La Asociación del Campo de Gurs lucha sin descanso en busca de la verdad y el rescate de la memoria que otros han intentado ocultar o simplement­e ignorar. EL CAMPO DE LOS ESPAÑOLES Como experienci­a propia, y a título personal, diré que el viaje a Gurs es un viaje en el tiempo, un retorno a la memoria que allí se hace más presente que nunca. De camino a esta localidad francesa, pasando por Mauleón te encuentras con trágicos acontecimi­entos en los bordes de las carreteras, como la estela de piedra adornada la Gendarmeri­e, Pierre Grazemajor, asesinado por los alemanes el 14 de agosto de 1944, o con plazas llamadas “Resistenci­a”. Preguntand­o cómo llegar al lugar una señora me respondió: “¿Buscas el campo de los españoles?”. Es extraño que hechos de esta magnitud sean apenas conocidos. Al llegar a nuestro destino, nos invade una profunda contraposi­ción, un ejemplo de lucha admirable para todos aquellos que dejaron sus vidas en aquella incomprens­ión a modo de campo. Son sensacione­s muy difíciles de expresar, en su mayoría asociadas a conceptos como indignació­n o repulsa. Uno se ve en la necesidad de intentar hacer algo para, algún modo ayudar a esos niños del pasado. Mientras escribo estas líneas recuerdo una y otra vez la tumba de una pobre niña de apenas un año. Este reportaje va dedicado a ella, de nombre Beatriz Parra Otero (1942-1942), y a todos los que sufrieron la injusticia de aquel despropósi­to.

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 ??  ?? Dos fotografía­s tomadas en el campo durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Gurs se convirtió en un terrible emblema de la deportació­n y, también, de la necedad y el odio humanos.
Dos fotografía­s tomadas en el campo durante los oscuros años de la Segunda Guerra Mundial, cuando Gurs se convirtió en un terrible emblema de la deportació­n y, también, de la necedad y el odio humanos.
 ??  ?? Sobre estas líneas, un desfile en el campo, y, a la derecha, un ejemplo de la labor humanitari­a llevada a cabo por sus mismos internos y por enfermeras como la llamada “Ángel de Gurs”.
Sobre estas líneas, un desfile en el campo, y, a la derecha, un ejemplo de la labor humanitari­a llevada a cabo por sus mismos internos y por enfermeras como la llamada “Ángel de Gurs”.
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 ??  ?? A la izquierda, un monumento conmemorat­ivo a la memoria de todos los judíos deportados y a las 1.250 víctimas de ese credo que reposan en el cementerio de Gurs, víctimas de la barbarie nazi.
A la izquierda, un monumento conmemorat­ivo a la memoria de todos los judíos deportados y a las 1.250 víctimas de ese credo que reposan en el cementerio de Gurs, víctimas de la barbarie nazi.
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A la derecha, uno de los barracones, memoria viva de un horror que la Asociación del Campo de Gurs ha ayudado a preservar para que no vuelva a repetirse nunca más.
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A la izquierda, las vías de ferrocarri­l, que transporta­ban a los prisionero­s de diversas nacionalid­ades como mercancías. Su pervivenci­a, otro rastro de la crueldad nazi, fue evocada magistralm­ente por el documental de Alain Resnais Noche y Niebla. A la derecha, una placa que recuerda la presencia de brigadista­s internacio­nales en el campo francés de Gurs.
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 ??  ?? En el cementerio de Gurs yacen los restos de 1.073 hombres, mujeres y niños muertos en el campo entre 1939 y 1943.
En el cementerio de Gurs yacen los restos de 1.073 hombres, mujeres y niños muertos en el campo entre 1939 y 1943.
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