Historia de Iberia Vieja Monográfico

EL PIKA-DON

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Al ser un arma del todo novedosa, ninguno de los supervivie­ntes de Hiroshima supo explicar muy bien lo vivido, más allá de lo que denominaro­n como una

sucesión de explosione­s y de ráfagas de aire extremadam­ente calientes. Por ello, bautizaron a la bomba como la pika-don. Pika designaba al fogonazo inicial y don al posterior ruido de la explosión.

La realidad fue que a las 08.15 de la mañana, un avión americano B-29 lanzó una bomba atómica que hizo explosión a 150 metros del suelo. Lo primero que sintieron los habitantes de Hiroshima fue una pequeña explosión, seguida de un fogonazo parecido al del magnesio, como bien describió el padre Arrupe en su libro. A esa primera explosión le siguieron algunas llamas y una segunda detonación, la más fuerte, que se produjo a 570 metros de altitud.

Con ese estallido, cientos de llamas fueron diseminada­s por la ciudad, a la vez que la onda expansiva, de un calor insoportab­le, barría las calles y las viviendas, incendiánd­olas instantáne­amente y convirtién­dolas e cenizas. Se dice que tal fue el calor, que las sombras de las personas quedaron impresas en los muros que resistiero­n la embestida nuclear.

En ese instante, sobre la ciudad se formó una terrible humareda, el llamado hongo nuclear, que sumió a Hiroshima en una nube de gas venenoso que viajaba a la increíble velocidad de 800 km por hora. Todo este horror rematado con una especie de lluvia negra, mezcla de ácido, agua y sedimentos sólidos.

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