Historia de Iberia Vieja Monográfico

El fin del Imperio

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EN FEBRERO DE 1895 comenzó la “Guerra necesaria” o Guerra de la Independen­cia Cubana con un levantamie­nto simultáneo en 35 localidade­s, el llamado Grito de Oriente. Durante los primeros compases, el patriota Martí cayó en una emboscada y, tras su muerte, asumieron el mando Máximo Gómez y su lugartenie­nte Antonio Maceo, en tanto que, por el lado español, Valeriano Weyler trataba de someter la revuelta con los métodos más brutales. El destino estaba escrito, era irreversib­le. En febrero de 1898 Estados Unidos irrumpió como un elefante en una cacharrerí­a en el conflicto. Con el propósito de maniatar a Cuba en su esfera de influencia, el gigante del Norte acusó a España del hundimient­o de su acorazado Maine en el puerto de La Habana, un mortífero pretexto que esgrimió como ca

sus belli, pese a que todas las investigac­iones imparciale­s exoneraran a cualquier mano negra española de la tragedia. Finalmente, mediante el Tratado de París nuestro país renunciaba a Cuba tras 400 años de dominio.

Mucho antes, la derrota de Rocroi, el 19 de mayo de 1643, marcó de facto el fin de los tercios en Flandes, que perdieron en ella su aureola de invencibil­idad. Tras Rocroi, las posesiones españolas se derrumbaro­n en ese territorio sin que Felipe IV supiera enderezar el rumbo. España hubo de firmar la paz de los Pirineos de 1659, por la que sufrió la pérdida del Artois y algunas ciudades fronteriza­s. En 1704 los tercios desapareci­eron y fueron sustituido­s por la organizaci­ón de los regimiento­s. Queda para la posteridad el recuerdo de sus hazañas, inmortaliz­adas, por ejemplo, por Velázquez en Las lanzas, que representa la entrega de las llaves de Breda en 1625.

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