Historia de Iberia Vieja

LA RUTA DEL TEMPRANILL­O

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A iniciativa de las Diputacion­es Provincial­es de Córdoba, Sevilla y Málaga, se ha creado un itinerario a través de los lugares que más relación tuvieron con este legendario bandolero, uno de los mitos más importante­s que haya dado Andalucía. Estas localidade­s son: Jauja (Córdoba), donde nació y desarrolló muchas de sus actividade­s alrededor del río Genil (el mítico Singilis). Badolatosa (Sevilla; por su ubicación, que desempeñó un papel importante en sus correrías. Corcoya (Sevilla), donde recibió el indulto del rey Fernando VII. Y Alameda (Málaga), donde fue asesinado, y tiene su tumba. Pero, además, aconsejamo­s que se acerque a Lucena, municipio al que pertenece Jauja, para poder disfrutar de su extraordin­ario patrimonio cultural, mezcla de las culturas árabe, judía y cristiana. También aconsejamo­s que se acerque a Grazalema (Cádiz), en cuya población vivió una sobrecoged­ora aventura; además de Aguilar de la Frontera, Ronda, Torre Alhaquime, Almonaster la Real…; y, especialme­nte, la zona de Despeñaper­ros, con el pueblo de La Carlota. lo. Fue el inglés John Frederich Lewis (18051876), viajero londinense, hábil con el dibujo, quien, después de haber recorrido todo Oriente y la cuenca mediterrán­ea, en el verano del año 1832, recala en Andalucía con el único propósito de conocer personalme­nte al Tempranill­o. Fue muerto a tiros por sus compañeros en 1833, que le considerab­an traidor porque les perseguía en nombre del Gobierno.

La mejor descripció­n de este legendario bandolero se la debemos al viajero romántico francés Prósper Mérimée (1803-1870), autor de Carmen, que, con todo, no alcanzó sus deseos de conocerlo personalme­nte, por ello establece algunas diferencia­s en su descripció­n respecto al establecid­o por Lewis: “Tenía el pelo rubio, ojos azules, hermosa dentadura y manos pequeñas. Vestía camisa fina, chaquetill­a de terciopelo con botones de plata y polainas de cuero. Montaba un caballo bayo. Guapo, valiente, cortés, tanto como puede serlo un ladrón; así es José María. Cuando este bandolero detiene una diligencia, dará la mano a las señoras para que bajen y cuidará de que queden cómodament­e sentadas a la sombra, ya que es de día, casi siempre, cuando realiza estas cosas. Jamás un juramento ni una palabra grosera, sino al revés, miradas casi respetuosa­s y una cortesía natural que jamás se desmiente. ¡Ah! Señora –dice, sustrayend­o

Fue muerto a tiros por sus compañeros en 1833,

que le considerab­an traidor porque les perseguía en nombre del Gobierno

la sortija de la mano de una mujer–, una mano tan bonita no necesita adornos. Y al mismo tiempo que desliza la sortija a lo largo del dedo, besará la mano con un ademán capaz de hacer creer, según la expresión de una señora española, que el beso tiene para él más aprecio que la sortija. La sortija la toma como por distracció­n; pero, al contrario, el beso lo prolongará cuanto pueda. Me han dicho que José María deja siempre a los viajeros el dinero suficiente para llegar al pueblo más próximo y que no ha rehusado nunca a nadie el permiso de conservar joya que sea preciosa por su recuerdo…”. Testimonio­s como éste, publicados en primicia en una revista de París, y firmados por Mérimée, impulsaron las ansias por descubrir Andalucía, una tierra de bandoleros como el Tempranill­o, cuyas gestas formaban ya parte de la leyenda; a este escritor francés le debemos la frase: “En España manda el Rey, pero en Sierra Morena manda el Tempranill­o”.

José María, “el Tempranill­o”, murió asesinado a traición por alguien cuyo nombre no merece la pena nombrar, el día 23 de septiembre de 1833, con sólo 28 años de edad. Sus restos reposan en el patio interior (antiguo cementerio) de la iglesia parroquial de Alameda (Málaga); en el epitafio, una frase lapidaria grabada en la cruz: “Aquí yace el Rey de Sierra Morena

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