El Tesoro de Évora
Localizado en el gaditano municipio de Sanlúcar de Barrameda, más concretamente en el hoy denominado Cortijo de Évora, esta compuesto por noventa y tres piezas de oro y cornalina. Entre los brazaletes, cinturones, pectorales y joyas de preciosa y barroca orfebrería que componen el ajuar destaca una gran diadema. Todas las piezas muestran un sorprendente mecanismo articulado que convierten este tesoro en algo excepcional por su singularidad.
Se trata de un lugar sagrado que muestra una complejidad arquitectónica, una riqueza y una variedad
en los restos hallados que lo convierten en algo único
40 metros de largo, a través del cual se accedía al interior del edificio. Se trata de un lugar sagrado que muestra una complejidad arquitectónica, una riqueza y una variedad en los restos hallados que lo convierten en algo único en Europa y que sólo podría compararse con santuarios sirio-palestinos dedicados al dios Baal y la diosa Astarté.
Trabajos que han hecho retrotraer a los arqueólogos la cronología de nuestra protohistoria. Tal es así que, a partir de la revisión de los autores grecolatinos y de los nuevos datos aportados por las excavaciones, se plantea que la génesis de Tartessos se encuentra en la colonización fenicia y en su evolución y expansión durante al menos tres siglos, junto a la existencia de una sociedad indígena cuyo momento de auge coincide con el impacto de la presencia fenicia y helena en el suroeste de la península Ibérica. La cultura material de estas gentes se caracterizaba por su impronta orientalizante, fruto de la evolución de la tecnología, arquitectura y arte de las colonias establecidas en esta zona por los fenicios. Y cuyo ocaso, fechado generalmente entorno a mediados del siglo VI a.c. coincide a su vez con el fin de modelo colonial instaurado por los fenicios en la Península, que pervivirá solamente en la ciudad de Gadir.
CULTOS A LA NATURALEZA Y LOS ASTROS
Los hallazgos realizados en el yacimiento del Carambolo no han hecho sino mostrar un gran complejo de carácter monumental, ya instaurado o absorbido por las primeras colonias fenicias peninsulares, donde el denominado en los años cincuenta “Fondo de Cabaña” por Carriazo es en realidad un simple depósito de relleno dentro de una gran fosa de carácter ritual confirmando la existencia de una práctica religiosa marcado por lo astronómico y cultos solares, y que queda patente en las diferentes etapas de construcción todos los edificios están ubicados y diseñados para marca el solsticio de verano y otros aspectos astronómicos. Un santuario que ha llevado a los arqueólogos ha buscar paralelismos en otros enclaves de culto peninsulares y orientales.
Los descubrimientos que se han sucedido en Carambolo –entre los que cabrían destacar un altar con forma de piel de toro extendida pintado en color rojo en el que existen huellas de fuego y en donde se realizaba rituales– han variado la interpretación que hasta la fecha se tenía del