Historia de Iberia Vieja

BUBONES Y MANCHAS

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Fiel al fuerte fervor religioso imperante en la Edad Media, se pensaba que las enfermedad­es también

llegaban por malos hábitos e inmoralida­des

respecto hay que señalar que las caretas tan atípicas y caracterís­ticas de los años de la peste, esas que tenían la nariz en forma tan picuda y que daban un aire ciertament­e siniestro, respondían a esta creencia de que era el aire el portador de la enfermedad. Por eso su diseño estrecho y alargado, para poder albergar en su interior ciertas hiervas que, se pensaba, eliminaban las toxinas del aire.

Pero es que, fiel al fuerte fervor religioso imperante en la Edad Media, se pensaba que las enfermedad­es también llegaban por malos hábitos e inmoralida­des, por lo que d´agramont recomendab­a no sucumbir a la ira, la tristeza, la soledad o el miedo. Si los individuos se mantenían serenos y esperanzad­os, la enfermedad podía pasar de largo por su puerta y aún más si se sometían al arrepentim­iento y la confesión.

No debieron de servir mucho estos consejos, porque en cuanto la peste llegó a Lérida, d´agramont se convirtió en una de sus víctimas. Según describió el médico barcelonés Bernat Mas, las señales propias de la pes- te eran, “particular­mente aturdimien­to, peso y dolor grande de cabeza; sequedad, negritud y acidez en la lengua y la boca; olor fétido, malo y pudente en el aliento; sed insaciable, congoja continua del cuerpo; ascos y vómitos ordinarios; dificultad muy grande en respirar; velar continuo y desvarío; dolor de riñones; calor intolerabl­e en las partes internas, estando las externas frescas y a la vez frías; desmayos, vista terrible y espantosa, mirando alienadame­nte a una parte y a la otra con los ojos inflamados y sanguinole­ntos. Y finalmente acostumbra­n a aparecer las más de las veces ganglios y malas bubas, que son las señales ordinarias con las que el vulgo enjuicia la Peste y solo a estos dos accidentes llama Peste”.

Con la aparición de “malas bubas”, Bernat Mas se refería a lo que se llamó peste bubónica. Los bubones eran hinchazone­s que aparecían en ingles, axilas y cuellos, muy próximos al vello humano, y que, sin que entonces se supiese, surgían donde la pulga picaba al enfermo.

Pese a su aspecto terrible, los bubones eran consecuenc­ia de la lucha que el cuerpo humano mantenía contra el bacilo de la

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