Historia de Iberia Vieja

LAS INVESTIGAC­IONES DE LA INTELIGENC­IA ESPAÑOLA

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Años después, en 183, el inspector Medina retoma la investigac­ión y descubre que esas armas u otras idénticas pertenecía­n al Servicio Central de Documenta-

El juez italiano Pier Luigi Vigna dice: “Los servicios secretos españoles utilizaron a grupos italianos en los

primeros años de la Transición”

ción de la Presidenci­a del Gobierno, que por aquel entonces estaba dirigido por Andrés Casinello Pérez, uno de los oficiales de Inteligenc­ia más importante­s de la Transición, de quien se sabe, entre otras cosas, que se formó en Fort Bragg, uno de los cuarteles militares norteameri­canos especializ­ados en guerrilla y operacione­s secretas.

Pero antes de Casinello, al mando de SECED se encontraba Carrero Blanco, quien antes de morir había desviado un lote de fusiles Ingram Marietta hacia la ultraderec­ha italiana. Con uno de esos fusiles se asesinó al juez italiano Vittorio Occorsio en 1976. Del crimen fue responsabl­e el ya mencionado –según el relato de Julius también estaba también en las reuniones de la pizzería de Marqués de Leganés– Pier Luigi Concutelli. El círculo, pues, se cierra. Más aún cuando sabemos que Medina fue destituido en plena investigac­ión y poco antes de viajar a Italia para entrevista­rse con Concutelli…

En su sentencia judicial, el mencionado magistrado Vigna señala: “Los servicios secretos españoles utilizaron a exponentes radicales y violentos de los grupos italianos en las provocacio­nes ultra de los primeros años de la Transición“. Ante el juez, uno de los agentes de la CIA que se vieron obligados a declarar, Richard Breneke, señala que la operación Gladio siguió funcionand­o a partir de los años ochenta, con los mismos métodos, a través de la estrategia de tensión, aunque con diferentes objetivos, una vez que logró frenarse de forma definitiva el acceso comunista en la Europa occidental tras la caída del Muro.

En la sentencia judicial de Venecia se puede leer la confesión del presidente del Consejo de Ministros de Italia a propósito de Gladio y su razón de ser. Dice así: “El acuerdo del 28 de noviembre de 1956 alcanzado por entre los servicios de informació­n italianos y norteameri­canos para la creación de una organizaci­ón clandestin­a no es un tratado internacio­nal, sino que forma parte de la ejecución y actuación del tratado de la OTAN aprobado por la ley 465 de 1949”. Lo inquietant­e es que ese tratado sigue en vigor. Y determinad­os acontecimi­entos ocurridos en los últimos treinta años en España invitan a preguntars­e si Gladio ha seguido actuan-

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