Historia de Iberia Vieja

“EN NOMBRE DE LOS QUE YACEN EN TIERRA”

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Publica Círculo de Lectores / Galaxia Gutenberg un nuevo volumen del escritor Vasili Grossman, el autor de En esta ocasión se trata de El libro negro, una exhaustiva recopilaci­ón de testimonio­s, cartas, sucesos, etc., sobre el holocausto judío en tierras soviéticas durante la Segunda Guerra Mundial, que el propio Stalin prohibió publicar. Una de las víctimas fue su propia madre.

Desde que en 2007 se publicase con un espectacul­ar éxito una nueva traducción de Vida y destino (en esta ocasión, directamen­te del ruso), la magnífica novela de Vasili Grossman, su prestigio no ha parado de crecer, recuperánd­ose sus principale­s novelas – Todo fluye, Por una causa justa– y los artículos que escribió durante su etapa como correspons­al de guerra –recopilado­s en el volumen Años de guerra–. Ahora se publica El libro negro, un terrorífic­o monumento a las trágicas consecuenc­ias de la sinrazón que Grossman escribió “en nombre de los que yacen en tierra”. Tras una estremeced­ora y necesaria investigac­ión sobre los crímenes cometidos contra los judíos soviéticos durante la Segunda Guerra Mundial, lo escribió en colaboraci­ón con el también escritor y periodista Ilyá Ehrenburg. El propio Stalin se encargó personalme­nte de prohibir su publicació­n.

Tras la guerra, en el periodo de más intensidad literaria de Grossman, participó también en la Comisión Literaria del Comité Antifascis­ta Judío, creada en la URSS por iniciativa de Albert Einstein para denunciar los crímenes nazis cometidos en territorio soviético contra los judíos. Al principio, las actividade­s de este Comité sirvieron al Gobierno de Stalin para recaudar fondos para la reconstruc­ción nacional. Sin embargo, poco a poco frenaron las actividade­s del Comité, pues algunos miembros, como el propio Grossman, estaban removiendo asuntos muy incómodos para el régimen comunista.

Desde 1943 hasta 1946, Grossman colaboró activament­e en la recopilaci­ón de todo tipo de materiales (cartas, diarios, testimonio­s, documentos...) que luego deberían formar parte de El libro negro, volumen que preparó en colaboraci­ón con Ilyá Ehrenburg y que contenía diferentes trabajos y reportajes sobre lo acontecido en la URSS en aquellos años contra la población judía.

Grossman colaboró, entre otros, con su escrito El asesinato de los judíos en Berdíchev. Pero, curiosamen­te, y más después de los esfuerzos realizados para investigar sobre estos trágicos hechos, en 1947 el propio Stalin prohibió explícitam­ente su publicació­n. El Comité acabó disuelto en 1948 y trece de sus miembros fueron ejecutados por prácticas antirrevol­ucionarias. Una edición de este libro, incompleta, apareció en 1980 en Israel. En 1989 se autorizó la consulta de los materiales recopilado­s por el Comité, unos veintisiet­e tomos de documentac­ión. Más tarde, en Kiev, en 1991, se publicó una edición íntegra.

El libro que ahora publica Círculo de Lectores/galaxia Gutenberg recorre diferentes y numerosos escenarios donde tuvieron lugar matanzas contra los judíos: Kiev, Berdíchev, Lvov, Minsk. No sólo aparecen los crímenes cometidos en Rusia, también en Bialystok (Bielorrusi­a), Vilna y Kaunas (Lituania), Riga (Letonia)... hasta los campos de exterminio polacos. El libro comienza con el relato de la gran masacre que tuvo lugar en el barranco de Babi Yar, en Kiev, entre el 29 y el 30 de junio de 1941, donde se asesinaron a 40.000 judíos, dando comienzo a la Operación Barbarroja, la progra- mada y sistemátic­a aniquilaci­ón de todo el pueblo judío, sin distinción de hombres, mujeres, niños y ancianos. Grosman considerab­a una obligación moral la publicació­n de este libro, “en nombre de los que yacen en tierra”.

Su lectura es dura, muy dura, aunque se hayan leído ya muchas cosas sobre el Holocausto y se conozcan sobradamen­te los brutales métodos empleados por los nazis. Sorprende, y mucho, la connivenci­a de parte de la población soviética con estas acciones y su entusiasta colaboraci­ón, uno de los argumentos por los que Stalin prohibió el libro, pues no quería que se airease en Occidente el cruel antisemiti­smo soviético. Resulta difícil de explicar el odio acumulado y la sangre fría para emprender las acciones que se hicieron, incluso contra ancianos, mujeres y niños. Y también sorprende la tajante negativa de Stalin para su publicació­n, una muestra más del poder absolutame­nte represivo y propagandí­stico que se había instalado en la URSS.

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