EL LUDUS HISPANICUS
Las costumbres de la capital del imperio calaron enseguida en Hispania y fue necesario establecer una red de escuelas gladiatorias radicada en la Península. Así, nació la delegación hispánica a cargo de un procurador que, a su vez, dirigía las delegaciones de Galia, Britania y Germania. De acuerdo con la inscripción de Ancyra (Galatia), este inspector oficial para el reclutamiento de gladiadores respondía al nombre de L. Didius Marinus, que, por cierto, había desempeñado idéntico cargo en Asia Menor. Según los datos disponibles, se puede aventurar que la sede del ludus Hispanicus estaba situada en Corduba, capital de la Bética. El proceso de preparación de un gladiador era muy exigente. Los aspirantes a luchadores se enfrentaban a una férrea disciplina desde la adolescencia, entre los quince y los veinte años, siendo entrenados por maestros que habían sido antiguos luchadores y recibían el nombre de doctores. Otro rasgo de esta dura formación, que pone de manifiesto lo cruento de la misma, es que los gladiadores suscribían un pacto por el que podían ser quemados, atados o azotados por el lanista o empresario para domeñar su voluntad. Una vez superada esta formación, los gladiadores entraban en la arena del anfiteatro con una puesta en escena en verdad teatral: con música de fanfarria y la figura de un árbitro que se encargaba de azuzar con golpes de vara a los gladiadores. Los gladiadores se enfrentaban por parejas y, con menor frecuencia, en grupo. El combate terminaba con un derrotado que pedía clemencia a la tribuna, y los miembros de esta se la concedían o no por medio del pulgar, dependiendo de los deseos del público asistente. Aunque no todos los perdedores morían en el curso de un combate (en parte debido al alto coste de cada gladiador muerto), la edad media de defunción de los gladiadores rondaba los 27 años y su carrera solía durar unos diez. Hay que tener en cuenta que, en numerosas ocasiones, la palabra Hispanus que aparece en ciertas lápidas funerarias no hace referencia al lugar de nacimiento del luchador sino al ludus o escuela gladiatoria a la cual pertenecía.