SECUESTROS LEGALIZADOS
A partir de 1890 el gobierno liberiano permitió el embarque legal de braceros con destino a Fernando Póo y a las colonias francesas y belgas. Algunos liberianos enviaban a trabajar a sus sirvientes domésticos, a gente endeudada o, simplemente, a gente sin ningún poder para defenderse. Incluso el ejército liberiano, la Frontier Force, participaba en esos secuestros. Ya en esa época los finqueros de Fernando Póo enviaban reclutadores para conseguir gente. Llevaban a los conseguidos a Monrovia y les embarcaban, legal o ilegalmente, en los barcos de la Trasatlántica. Desde 1891 el gobierno liberiano estableció una agencia estatal, la Native African Shipping Bureau, que establecía una “fianza” de 150 dólares por cada uno que se llevaban (una forma de pago más sutil que la venta de esclavos pero igual en el fondo) e imponía multas de 100 dólares por cada uno que moría allende los mares. El objetivo no era controlar las condiciones sino el no perder el dinero que debían traer los braceros, ya que ese efectivo era en buena parte para los jefes o acreedores. Poco después subcontrataron el proceso a firmas alemanas que se encargaban de todo a cambio de una comisión. Liniger señala que todas ellas “practicaban una explotación vergonzosa de los braceros, los cuales no cobraban jamás la totalidad de sus salarios”. Ya en esos momentos se hablaba de abusos en el trabajo y los ingleses lo criticaban y lo denominaban “esclavitud con otro nombre” ( slavery by another name); pero, de nuevo, detrás de su preocupación también estaba el que sus colonias no se quedaran sin mano de obra barata, pues a muchos los pasaban de contrabando desde su colonia de Sierra Leona.