Historia de Iberia Vieja

La Virgen del Carmen

Allá donde haya un puerto, hay procesione­s devotas en las que una efigie sagrada camina sobre las aguas. Desde hace más de un siglo la Virgen del Carmen es la patrona oficial de la Marina de Guerra. Así lo estableció la Real Orden de 1901, aunque en reali

- MARCELINO GONZÁLEZ FERNÁNDEZ

Alo largo de la historia, la Virgen –junto con muchos santos– ha sido motivo de devoción por las gentes del mar bajo diversas advocacion­es. Cuando el marino se encuentra en alta mar, alejado de tierra, empujado por la furia del viento, zarandeado por las olas y cubierto por la inmensa bóveda celeste, adquiere conciencia de su propia dimensión, se da cuenta de su insignific­ancia, y es entonces cuando eleva la mirada al cielo y musita una plegaria dirigida al Sumo Hacedor, a la Virgen o a algún santo. Ya que como dice la copla:

“El que no sepa rezar/ que vaya por esos mares,/ verá que pronto lo aprende sin enseñársel­o nadie”.

Por eso, la vida de los marinos ha estado siempre unida a nombres de santos, y sobre todo de Vírgenes que han sido veneradas en sus iglesias, que bautizaron tierras por ellos descubiert­as y dieron nombres a sus barcos. Colón rebautizó a su nao capitana Santa María. Y han sido muy frecuentes los nombres de la Virgen en barcos de vela de otros tiempos, como navíos – Guadalupe (1703), Nuestra Señora de Begoña (1714), Carmen (1730),

o Concepción (1779)–, fragatas – Nuestra Señora de Gracia (1710), de la Esperanza

(1717), de la Mar (1717), del Rosario (1726), del Carmen (1770), de la Asunción (1770), de la Paz (1789), de la O (1778), del Pilar (1784), de Guadalupe (1786) o de Atocha (1789)– o barcos de menor porte –jabeque Nuestra Señora del Carmen (1775)–. Más tarde, con el vapor también hubo algunos nombres de Vírgenes, como la fragata de hélice Carmen (1861). Pero con el tiempo, la costumbre de poner nombres de santos a los buques de la Armada se redujo, aunque nunca desapareci­ó del todo y ahí tenemos la fragata Santa María (1986).

La devoción a la Virgen María viene de muy antiguo. Tuvo un gran impulso por el 587 con la conversión de Recaredo, y se prolongó hasta hoy. En el siglo XIII, Alfonso X el Sabio ordenaba en una de sus Cantigas que “...las popas de los buques de cierta importanci­a estén decoradas, formando doselete, para guardar una imagen de la Virgen”.

En los siglos XV y XVI, los monjes carmelitas difundiero­n la devoción a su Patrona la Virgen del Carmen. Desde el comienzo de época de los descubrimi­entos en el siglo XV, empezó a tener popularida­d la Virgen Inmaculada. También tuvo mucha popularida­d la Virgen del Rosario, por una imagen que Don Juan de Austria llevó en su galera en el combate de Lepanto de 1571, pasando a llamarse Virgen de la Victoria, que con el tiempo llegó a convertirs­e en patrona de los barcos de la Carrera de Indias. También se convirtió en patrona de institucio­nes, ciudades y pueblos costeros, y dio su nombre a diversos lugares y a cofradías de pescadores. La Virgen del Rosario es patrona de A Coruña y también de Cádiz, donde cariñosame­nte es conocida como La Galeona. Cuando el buque escuela de la Armada Juan Sebastián de Elcano zarpa de Cádiz en sus viajes de instrucció­n, siempre efectúa una ofrenda de despedida ante la Galeona.

Y hay otras Vírgenes de tradición marinera, como la Virgen Peregrina, la Virgen de Cervelló, Virxen da Barca, Santa María del Mar o la Virgen de Guadalupe por citar algunas. LA VIRGEN DEL CARMEN En Israel, cercano al Mediterrán­eo hay un monte de unos 600 metros de alto llamado Carmelo, que viene de la palabra Karmel, que en árabe quiere decir “Jardín” por las muchas flores que crecen en sus laderas, y en hebreo significa “Viña del Señor”. En aquel monte bíblico, donde vivió el profeta Elías, hacia el siglo IV se empezaron a instalar anacoretas cristianos. Hacia el 1155, tras la Segunda Cruzada, el fran-

cés Bartolomé Avogadro viajó al monte Carmelo para convertirs­e en ermitaño, inspirado por el profeta Elías. Y a finales del siglo XII, al terminar la tercera cruzada, dio cobijo a muchos cristianos que organizaro­n una comunidad, en la que siguieron el ejemplo de vida de María de Nazaret, la hicieron su patrona, en su honor levantaron una pequeña iglesia, y dieron comienzo a la advocación de Santa María del Monte Carmelo o Nuestra Señora del Carmen. A partir de entonces, aquellos “carmelitas” han mantenido el culto a su Virgen.

El número de carmelitas aumentó y, a principios del siglo XIII, el patriarca de Jerusalén les concedió un código de comportami­ento con tres principios: trabajo, vida contemplat­iva y meditación de la Sagrada Escritura. Y el espíritu del Monte Carmelo fue llevado por los marineros a todos los rincones del Mediterrán­eo.

La advocación de la Virgen del Carmen fue autorizada por el papa Honorio III en 1226. Por las presiones de los musulmanes, los carmelitas tuvieron que abandonar Palestina hacia el 1235, y se extendiero­n por poblacione­s costeras de Italia con su Madonna Bruna dei Carmine, de Baleares con la Mare de Deu del Carme, y del resto de Europa y África, llegando a las Islas Británicas.

Aquel influjo carmelita se vio acrecentad­o por aventuras, leyendas y cosas que se contaban. Se dice que en 1256, cuando la flota del rey San Luis de Francia regresaba de la séptima cruzada, sus barcos navegaban en una noche oscura con muy mala mar cuando oyeron la campana del santuario del Carmelo, y se dieron cuenta de que estaban muy cerca de la orilla, por lo que viraron inmediatam­ente y se salvaron de estrellars­e contra las rocas y perecer, lo que contribuyó a que reforzar la devoción. Y parece que fue en Inglaterra donde tuvo un gran impulso, por una tradición que cuenta que la Virgen se apareció a San Simón Stock el 16 de julio de 1284, y le dio un escapulari­o diciéndole: “Este escapulari­o será la divisa de mi confratern­idad y, para ti y todos los carmelitas, un signo especial de gracia; quienquier­a que muera portándolo, no sufrirá el fuego eterno”. Aquel suceso se difundió por todo el orbe y mucha gente empezó a llevar un escapulari­o.

Al tiempo que la advocación sedimentab­a en numerosas ermitas, capillas e iglesias, también lo hacía en los barcos y en las gentes de mar, y la devoción a la Virgen del Carmen, que ya era algo incuestion­able en el siglo XV, se extendió y afianzó en el siglo XVI,

La devoción a la Virgen del Carmen era incuestion­able ya en el siglo XV

Barceló puso la fuerza naval de su mando bajo la protección de la Virgen del Carmen cuando salió de Cartagena para atacar Argel

al alistarse muchos padres carmelitas como capellanes en expedicion­es a América.

La fiesta de la Virgen del Carmen fue aprobada en 1587 por Sixto V, que fijó el 16 de julio como fecha de su celebració­n. Pasado el tiempo aquella fiesta fue prohibida, hasta que fue reconocida de nuevo a principios del siglo XVII por Pablo V. En 1724, Benedicto XIII aprobó definitiva­mente la festividad, y en 1726 extendió el culto a la Virgen del Carmen por toda la iglesia.

Su popularida­d como marinera era cantada en coplas:

“Por encima de las olas/ van españolas galeras./ Y la Virgen del Carmen es su mejor timonera”.

Mientras otras la cantaban como ayuda para la buena muerte:

“A la Virgen del Camen/ quiero y adoro porque saca las amas/ del Purgatorio”.

Muchos marinos encomendab­an sus empresas a la Virgen del Carmen. En la segunda mitad del siglo XVIII, Juan José Navarro, Marqués de la Victoria, fue un gran impulsor del culto a la Virgen del Carmen. El mallorquín Antonio Barceló puso la fuerza naval de su mando bajo la protección de la Virgen del Carmen, cuando en 1783 salía de Cartagena para atacar Argel. Y aquella devoción del siglo XVIII se prolongó al XIX, entrando en el XX por la puerta grande, y así es recordada en otras coplas: “Si en Zaragoza un Pilar/ la aclama Reina del suelo,/ la ensalza el monte Carmelo por Reina de cielo y mar”.

PATRONA DE LA ARMADA

La Virgen del Carmen pasó a ser oficialmen­te patrona de la Armada por una Real Orden el 19 de abril de 1901 (Boletín Oficial de la Marina núm. 46, de 23 de abril de 1901) de la reina regente María Cristina de Habsburgo, que disponía lo siguiente:

“... S. M. el Rey (q. D. g.), y en su nombre la Reina Regente del Reino, de conformida­d con lo propuesto por la Subsecreta­ría de este Ministerio, y favorable informe del Provicario General Castrense, se ha servido disponer sea declarada Patrona de la Marina de Guerra, la Santísima Virgen del Carmen, que lo es de hecho, de todos los navegantes, y se verifiquen el 16 de julio, día de su festividad...”.

LA SALVE MARINERA

Hoy la Estrella de los Mares es cantada por todos los marinos en la Salve

Marinera, cuyo origen proviene de un fragmento de la zarzuela de ambiente marinero El molinero de Subiza, estrenada en Madrid el 21 de diciembre de 1870 con letra de Luis de Eguílaz y música de Cristóbal Oudrid y Segura.

Cuando fue estrenada en Ferrol en 1872, una escena en la que se cantaba una

Salve Estrella de los cielos, gustó mucho a unos guardiamar­inas alumnos de la fragata Asturias, Escuela Naval Flotante, que habían acudido al teatro, y decidieron cantarla al nalizar la misa a bordo, lo que pareció muy bien a sus mandos y se convirtió en costumbre en la Armada.

El Ministerio de Marina encargó en 1941 al músico de Infantería de Marina Camilo Pérez Monllor, que efectuase la transcripc­ión de la partitura original de Oudrid. La letra fue adaptada posteriorm­ente por Mariano Méndez Vigo. El resultado fue una Orden Ministeria­l del 16 de noviembre de 1942, declarando reglamenta­rio el uso de la actual

Salve Marinera, cuya letra dice:

¡Salve! Estrella de los mares./ De los mares iris de eterna ventura./ ¡Salve! Oh Fénix de hermosura,/ Madre del Divino Amor./ De tu pueblo los pesares,/ Tu clemencia dé consuelo,/ fervoroso llegue al cielo y/ hasta Ti, hasta Ti nuestro clamor./ Salve, Salve, Estrella de los mares./ Salve, Estrella de los mares./ Sí, fervoroso llegue al cielo,/ y hasta Ti y hasta Ti nuestro clamor./ Salve, salve./ Estrella de los mares./ Estrella de los mares./ Salve, salve, salve, salve.

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Procesión de la Virgen del Carmen en Málaga (2012).
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Ares (La Coruña).
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Narón (La Coruña).
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Gandía (Valencia).
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Museo Naval de Madrid.
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Padrón (La Coruña).
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Uclés (Cuenca).
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Navalcarne­ro (Madrid).
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Sada (La Coruña).
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Catedral de Santander.
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LaToja (Pontevedra).
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Ávila.
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La devoción a la Virgen del Carmen se afianzó en el siglo XVI y hoy cuenta con un extraordin­ario apego popular, que se manifiesta cada 16 de julio.
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El 16 de julio la Virgen del Carmen procesiona por diversos lugares de la geografía española.

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