Historia de Iberia Vieja

Reyes de la alcoba

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A PESAR DE LAS EXPECTATIV­AS

creadas en los inicios de estos reinados y de su pretendido interés social, ambos fueron revelando poco a poco una faz autoritari­a. Tanto a Alfonso XIII como a Guillermo II les encantaba la caza. Era habitual que el primero, rodeado de aristócrat­as y cortesanos, fuera a cazar a los lugares más exclusivos. Guillermo II era también un consumado cazador y, según sus apologista­s, llegó a abatir en vida la cantidad de 5.000 ciervos. En cuanto a las relaciones con el sexo femenino, ambos monarcas mostraron un acusado interés. Alfonso XIII, quizás como buen Borbón, llegó a tener a lo largo de su vida una extensa lista de amantes. Predilecto de los placeres mundanos y el ocio moderno, el rey de España engendró varios bastardos. El más célebre de ellos fue Leandro Alfonso, fruto de su relación con la actriz Carmen Ruiz Moragas. El sexo también se convirtió en la corte de Alfonso XIII en objeto de ocio gracias a la incipiente cinematogr­afía: se conservan de los años veinte una serie de películas que hoy calificarí­amos de pornográfi­cas, y que fueron filmadas por encargo del Rey para su disfrute personal. Su primo Guillermo II no se quedaba atrás en cuestiones de alcoba, aunque, tal vez, con un tono más excéntrico. El emperador alemán también unió dos de sus grandes pasiones en 1891, al celebrar un orgía con numerosas personalid­ades de la aristocrac­ia prusiana en el pabellón de caza de Grunewald. El escándalo estalló pues circularon numerosas caricatura­s alusivas a los protagonis­tas así como cartas con alto contenido sexual. Las malas lenguas apuntaron a la hermana del emperador, Carlota de Prusia, como anfitriona y organizado­ra de este tipo de eventos a los que su hermano mostraba pocos remilgos.

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