Historia de Iberia Vieja

El abandono de Alfonso XIII

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CUATRO IMPERIOS –el ruso, el austro-húngaro, el alemán y el turco– fenecieron tras el fin de la guerra, y sus dinastías se convirtier­on en recuerdos históricos que ya jamás tendrían protagonis­mo. La corona de Alfonso XIII no se tambaleó tras el fin de la guerra, al contrario, España se benefició económicam­ente de la guerra ampliando su balanza comercial e incrementa­ndo sus reservas de oro. El reinado de Alfonso XIII se prolongarí­a trece años más en un periodo poblado de huelgas revolucion­arias, pronunciam­ientos militares y guerras coloniales que fueron desgastand­o el prestigio y confianza en la Monarquía. Fueron unas elecciones municipale­s, aparenteme­nte sin importanci­a, las que decidieron el destino de Alfonso XIII.

En abril de 1931 los partidos dinásticos obtienen 60.000 concejales, frente a los 21.000 concejales republican­os, lo que les otorga la victoria. A pesar del resultado electoral, Alfonso XIII interpretó estos comicios como un aldabonazo a la popularida­d de la Monarquía. Los republican­os, divididos y fraccionad­os, vieron su oportunida­d de tomar el poder. En un primer momento, el rey ordena disparar contra los republican­os congregado­s en la Puerta del Sol, pero el capitán que recibió su llamada telefónica le contesta que por disciplina él mismo disparará a la gente, pero que sus soldados no le obedecerán. No fue un hecho aislado, pues la respuesta de las Capitanías Generales fue unánime y ninguna le dio su apoyo. En una situación análoga a la que vivió su primo Guillermo en el fatídico mes de noviembre de 1918, el ejército, principal baluarte de su reinado, se niega a obedecer a su teórico señor supremo. A partir de ese instante, Alfonso XIII decide tomar la vía del exilio para no regresar nunca más a España. Roma fue la ciudad elegida por Alfonso XIII para transcurri­r sus últimos años de vida alojado en un acomodado hotel de la capital italiana.

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