Una represión sin matices
EL VIZCONDE DEL PUERTO publicaría en 1724-1727 enTurín sus Reflexiones militares, que demostraban su visión del problema catalán en términos de reivindicación de una represión sin matices.
El vizconde había vivido el sitio de Barcelona de 1714 y tenía una imagen muy peyorativa de los catalanes. Escribió esta obra en plena gestación de la paz de Viena, contrario a ella. Con ello institucionalizó el concepto de rebelión, precisando, con la capacidad de observación del militar profesional que era, los distintos posibles tratamientos de la rebelión como problema.
La experiencia vivida de la contestación catalana, durante el sitio de 1714, le dejó la secuela del concepto de “rebelión” muy marcada. La primera cuestión que Puerto se plantea “contra las rebeliones” es el posible origen de las mismas. Al respecto, da gran trascendencia a la carestía, al exceso de contribuciones y a la extorsión de las tropas a la población, aunque considere peligrosas la libertad de opinión y la libertad religiosa. En el discurso segundo es consciente de que la presión militar genera descontentos, hace circular pasquines y propicia el almacenamiento de armas y el contrabando. Para ello, recomienda no dar demasiada confianza a los naturales y analizarlos psicológicamente. En el discurso tercero desarrolla toda una serie de medidas necesarias para combatir los rescoldos de la rebelión catalana. En el cuarto, se apuntan otras medidas de represión, como amenazar a los parientes con sufrir castigos, y se recomienda tener caballos para perseguir mejor a los sediciosos y no adormecerse con el “viva el rey” de los revoltosos.
El discurso quinto analiza el posible perdón a los rebeldes y el modo de tratarlos después de sosegados. El sexto lo dedica específicamente a los tumultos y rebeliones de la tropa. Sobre el particular, recomienda encarcelar o desterrar a los oficiales cuyos soldados se amotinaron contra ellos por su proceder. En el séptimo discurso, Puerto desconfía de los nobles y los demasiado adinerados para ejercer cargos públicos porque no les gusta el trabajo, pero también considera que no es conveniente dar cargos a gente demasiado pobre porque “son codiciosos y no tienen hacienda y honor”./
El vizconde del Puerto escribió unas reflexiones militares sobre sus experiencias en el sitio de Barcelona