Un libro con chimenea
A VECES SOBRE la percha de la literatura se cuelgan prendas que son capaces de abrigar todo el alma del ser humano. Cierto: no es habitual. Pero en ocasiones sucede el milagro, es tal la laya de la vestimenta, que apenas posa sus manos sobre ella, el lector ya siente el regocijo del calor, la alegría de estar tocando su propia intimidad. De eso trata la literatura. De posar los ojos en nuestra misma mirada, de comprendernos a partir de la sensibilidad del otro, de la clarividencia generosa del que escribe, del que nos describe. Les presentamos un libro que es todo un armario de literatura noble, de prendas que hacen de nuestra alma un milagro de ardentía.
Su título ya dice mucho de su ambición, de su interés por recorrer todo un mundo presente y pasado desde el empuje de cada uno de los dieciséis picotazos que componen el libro. Tiempos y costumbres nos atempera y nos arreboza en cada uno de sus relatos, es uno de esos libros con chimenea, esos que saben recogernos sobre nosotros mismos. Pero no se confundan, Tiempos y costumbres no es solo tono, también tiene historias, cada uno de sus relatos vibra en tor- no a cosas que pasan, no solo a evocaciones. Y esas cosas suceden en muchos y diferentes tiempos: desde la narración de uno de los primeros viajes en el Transiberiano en No hay cosacos en París a la historia real de un saqueo en un museo de soldaditos de plomo en Alemania en 1945, en Los apuros del pequeño museo. Habrá quien dude de lo que les relatamos. Podrían acusarnos de tráfico de influencias. El autor, Alberto de Frutos, es compañero en la revista. Léanlo. Comprobarán que puede que hayamos sido tímidos en el halago.