Desierto con alma
REPORTAJE periodístico que busca llamar la atención sobre un fenómeno demográfico conocido sobre el que se pasa de puntillas y que, año a año, continúa avanzando en su obstinado proceso de ocaso, silencio y desolación. Cerdà (1985) recorre en este libro la Serranía Celtibérica, un territorio que se extiende por diez provincias del interior de España, con zonas de Guadalajara, Teruel, La Rioja, Burgos, Valencia, Cuenca, Zaragoza, Soria, Segovia y Castellón. En total, una extensión de 65.000 km2 en la que solo viven 480.000 personas, es decir, 7,38 habitantes por kilómetro cuadrado (cuando la media de España es de 91,83). Este amplio territorio está formado por 1.355 pueblos; de ellos, más de la mitad tienen menos de cien habitantes empadronados, aunque lo más seguro es que vivan bastantes menos que los que dicen las cifras oficiales.
El libro no es un sesudo ensayo sobre la situación de abandono y desamparo que se encuentra esta zona. Estamos ante un viaje periodístico que el autor realiza dando la voz a los auténticos protagonistas, los escasos y a veces singulares vecinos que todavía viven en estos lugares y que no huyeron a las grandes urbes en las décadas de la posguerra con la promesa de mayores y fáciles posibilidades económicas y vitales. De la mano de estos resistentes, se habla con realismo sobre las condiciones de vida en estos pueblos, los servicios mínimos con que cuentan y las posibilidades de realizar tareas y trabajos. No comparte el autor la visión idílica e irreal que pueden tener los que deciden abandonar las claudicaciones de las grandes ciudades para encontrar en estos pueblos la anhelada paz y tranquilidad. Cerdà opina que una de las soluciones a la desertización puede estar en este “neorruralismo”, siempre que se conozcan muy bien las posibilidades que ofrece cada pueblo y las dificultades que conlleva una vida solitaria, sin apenas vida social y con muy pocos, si los hay, servicios comunitarios.
Las tranquilas conversaciones que tiene con estos vecinos, lo mejor del libro, son muy variadas y abordan diferentes perspectivas sobre la realidad y los problemas de lo que en el libro se denomina “la Laponia española”. Las conversaciones son francas, humanas, certeras, sencillas; muestran a las claras la realidad y plantean muchas preguntas./