El cráneo de Aroeira
CUANTO MÁS SE AHONDA en ese mareantemente lejano pasado, más muestras aparecen de sofisticada industria lítica. Uno de los últimos ejemplos, realmente espectacular, es el conocido como cráneo de Aroeira, el fósil de homínido localizado más hacia occidente de toda Europa, un posible predecesor de los neandertales que vivió en Portugal hace al menos 400.000 años. El equipo de científicos españoles y portugueses que ha llevado a cabo el descubrimiento opina que este nuevo hallazgo contribuirá a esclarecer el proceso de evolución de los homínidos durante el Pleistoceno Medio, precisamente en una porción de ese periodo cuando nuestros compañeros de una senda paralela de la evolución, los neandertales, comenzaron a dar muestras de su existencia.
Ahora bien, volver a traer al mundo este cráneo contemporáneo de los fósiles localizados en la Sima de los Huesos de Atapuerca no ha sido tarea sencilla. La pieza fue hallada en 2014, pero su extracción fue muy laboriosa. Estaba tan incrustado o, mejor, prácticamente fundido con la roca circundante, que hubo que extraer una sección completa de material a su alrededor con un martillo neumático. Curiosamente, fue la perforación de ese martillo sobre el hueso, la que permitió localizarlo, mientras se extraían diversos pedazos de roca. Así, hoy día el cráneo de Aroeira luce un imponente orificio en un lateral, fruto del encontronazo con la moderna máquina de perforación.
La tecnología, aunque fuera de piedra, no era algo ajeno a este homínido, pues en el yacimiento en el que se ha localizado, se han encontrado infinidad de muestras de fauna y, sobre todo, muestras de industria lítica. El cráneo fue separado con esmero y dedicación en el Centro de Evolución y Comportamiento Humanos de Madrid. Fruto de ese trabajo ha visto la luz recientemente un artículo en la revista científica estadounidense PNAS bajo el título: “New Middle Pleistocene hominin cranium from Gruta da Aroeira (Portugal)”.En este trabajo no sólo se describe el cráneo, sino que se muestra cómo aquellos individuos vivían rodeados de tecnología lítica, describiéndose diversos artefactos del tipo achelense como herramientas similares a hachas de doble filo. La aparición de huesos quemados hace que surja la pregunta de si aquellos individuos habrían sido capaces, al menos de una forma rudimentaria, de manipular el fuego. Este cráneo, que mostrará para siempre la huella dejada por el martillo neumático que sirvió para descubrirlo, es tan extraño que todavía no ha sido catalogado como perteneciente a una especie de homínido concreta ya establecida, lo que viene a añadir una pieza más al complejo mosaico de la evolución de los antecesores de los humanos.