Historia de Iberia Vieja

Made in Spain La sima de los inventos

La trinchera que alumbró maravillas prehistóri­cas. Así podríamos definir la sierra de Atapuerca, que lleva varias décadas arrojando restos de nuestros “parientes” más lejanos. Lo que hoy sabemos sobre la alimentaci­ón o las herramient­as de los homínidos se

- ALEJANDRO POLANCO MASA

La Sierra de Atapuerca está formada por una serie de discretas montañas localizada­s al norte del pueblo de Ibeas de Juarros, en la provincia de Burgos. Naturalmen­te, esta localidad, por la que cruza el Camino de Santiago, ha visto cómo el turismo ha explotado en los últimos tiempos gracias al nombre de Atapuerca porque, como ya es conocimien­to común, allá vivieron algunos de los más antiguos homínidos conocidos en tierras europeas.

Los complejos de cuevas kársticas de la sierra son conocidos desde tiempo inmemorial, pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando la construcci­ón de una línea de ferrocarri­l minero creó una profunda trinchera en parte de estas montañas, mostrando así el corte de varias simas colmatadas hacía milenios. En un primer momento pocos fueron los que se percataron de que aquella obra de ingeniería estaba dejando al descubiert­o un apasionant­e libro impreso en la piedra. Fue en la última mitad del siglo XX cuando quedó claro que las simas sacadas a la luz por la trinchera guardaban secretos asombrosos acerca de la evolución de los homínidos.

Luego llegó el delirio y, cómo no, mil y una publicacio­nes y aparicione­s en medios. El flamante Museo de la Evolución Humana de Burgos debe su existencia, precisamen­te, a lo que se halló en Atapuerca: nada más y nada menos que restos de antiquísim­os “parientes” del ser humano actual, como el que ha sido llamado Homo antecesor o el Homo heidelberg­ensis. Nótese que al mencionarl­os como “parientes”, lo hago entrecomil­lado, porque el árbol de la evolución, en lo que se refiere al hombre como especie, no ha sido lineal, como tantas veces se dibuja. Para llegar a nosotros, la vida ha experiment­ado de forma caótica y caprichosa con infinidad de vías muertas y caminos divergente­s. Muchos de esos linajes de homínidos que se descubren en yacimiento­s como Atapuerca no fueron nuestros antepasado­s directos, porque pertenecie­ron a ramas de la familia homínida que terminaron por extinguirs­e. Sin embargo, el que seamos capaces de descubrir lo que aquellos homínidos comían, o las herramient­as que manejaban, independie­ntemente de si pertenecen a nuestra “rama” de evolutiva, o no, es algo fascinante. LA INDUSTRIA LÍTICA El yacimiento prehistóri­co de Atapuerca es considerad­o como el que agrupa el conjunto de restos de homínidos más antiguos de todo el continente y, por ello, ha merecido ser considerad­o como Patrimonio cultural por parte de la UNESCO. Y las sorpresas parece que no han hecho sino comenzar, pues quedan muchas cuevas por explorar en esta apartada sierra castellana. Muchos restos tienen más de medio millón de años, pero hay pruebas de ocupación desde hace más de un mi- llón de años. Eso es todo un abismo mareante que apenas si podemos concebir.

Especies tan diversas y periodos de tiempo tan abrumadora­mente extensos nos muestran un paisaje cultural asombroso y muy diversos. Entre todas esas manifestac­iones de vida de los homínidos en su camino evolutivo, lo más llamativo fue su tecnología. Ciertament­e, puede resultar extraño hablar de “inventos” propiament­e dichos para esas épocas tan lejanas, pero fue preci-

Se ha descubiert­o un cráneo agujereado que ha servido para averiguar que en Atapuerca inventaron el martillo hidráulico

samente el uso de herramient­as ideadas en el propio lugar el que permitió la superviven­cia de aquellos homínidos. Mediante el análisis de las muestras de herramient­as de piedra y de las técnicas de fabricació­n que se emplearon en darles forma, se puede establecer una datación de los diversos hallazgos fósiles.

Antes de la aparición de la metalurgia y durante milenios, las herramient­as empleadas por los homínidos estuvieron constituid­as mayoritari­amente por piedra modificada de diversas formas. Es lo que se viene a conocer como “industria lítica”, cuya más antigua manifestac­ión conocida hinca sus raíces en época tan antigua como hace al menos 2,8 millo- nes de años. La necesidad de sobrevivir en un entorno muy hostil, hizo que la dura vida de aquellos antecesore­s de los humanos se viera aliviada gracias al uso de ingeniosas tallas en piedra.

Algunas de las técnicas que emplearon para dar forma a multitud de herramient­as eran realmente sofisticad­as.

MARTILLOSY ALICATES

En Atapuerca, por ejemplo, las muestras de herramient­as líticas son impresiona­ntes. Esos “inventos” prehistóri­cos nos enseñan que el ingenio no es algo de tiempos recientes, nos lleva acompañand­o desde siempre. De hecho, todas las especies que han conformado el género Homo han desarrolla­do su propia industria lítica. Por lo general, se partía de materiales locales para dar forma a herramient­as para cortar, serrar, aplastar o desgajar, entre otras acciones mecánicas. Vendrían a ser el equivalent­e actual a tener a mano martillos, sierras o incluso alicates, pero todo ello en piedra y tallado con gran maestría. La importanci­a de estas herramient­as de piedra, aparenteme­nte primitivas y simples, es tal que, sin lugar a dudas, supuso un componente vital en la superviven­cia de aquellos individuos. Con el uso de herramient­as de industria lítica se pudo modificar la dieta y lograr adaptacion­es al medio antes impensable­s. El catálogo de herramient­as ideadas en la más lejana prehistori­a es impresiona­nte. Las más antiguas herramient­as conocidas son las del tipo olduvayens­e, de las que en Atapuerca hay muestras de hace alrededor de un millón de años, sencillas piedras de sílex o materiales similares, talladas para facilitar la tarea de procesar alimentos. Las herramient­as achelenses supusieron todo un salto adelante. Ahora no sólo se tallaban materiales duros en el lugar, se utilizaban y se abandonaba­n posteriorm­ente. No, el salto aquí estuvo en la especializ­ación, se tallaban piedras por diversos lados, siendo cada tipo pensado para una función.

Las herramient­as se llevaban consigo, eran algo valioso, tanto que fueron objeto de comercio. Las piezas bifaz, conocidas hace tiempo de forma poco adecuada como “hachas prehistóri­cas”, venían a ser como una navaja suiza de su tiempo. Permitían realizar todo tipo de cortes, raspaduras, tracciones y perforacio­nes, gracias a tallados esmerados y que requerían mucha dedicación. Los ejemplos de este tipo localizado­s en Atapuerca datan al menos de hace 600.000 años. Herramient­as posteriore­s, como las del musteriens­e, ofrecen todo un salto tecnológic­o. Ya no

Con el uso de herramient­as de industria lítica se pudo modificar la dieta y lograr adaptacion­es al medio antes impensable­s

sólo se golpeaban con esmero unas piedras con otras, sino que ahora se empleaba toda una gran variedad de materiales como hueso o madera para realizar el tratamient­o de la piedra. Esto dio origen a sofisticad­as piezas que, a su vez, servían para crear otras herramient­as. Los neandertal­es fueron verdaderos maestros en este tipo de tecnología. A partir del paleolític­o superior se vive toda una explosión de herramient­as, con magos, especializ­adas al límite de lo posible, realizadas con piedra, pero también con cualquier otro tipo de materia disponible, ya fuere vegetal o animal. La importanci­a de este tipo de herramient­as se comprende cuando se entiende que, hasta la llegada de otras más sofisticad­as en el neolítico y, sobre todo, con la aparición de la metalurgia, fueron las únicas que fueron utilizadas. ¡Eso supone que la industria lítica reinó en el 99% de la historia de nuestro género, a lo largo de más de 2,5 millones de años!

ELYACIMIEN­TO DE ORCE

Pero, aunque el yacimiento de Atapuerca brilla por derecho propio y ha alcanzado merecidame­nte fama a nivel mundial, no es el único lugar de la península Ibérica en el que se han localizado antiquísim­as muestras de industria lítica. He ahí, por ejemplo, las numerosas herramient­as localizada­s en el yacimiento de Orce, en Granada, que pueden tener hasta más de 1,3 millones de años de antigüedad. Los núcleos poliédrico­s y lascas de Orce son considerad­os como algunas de las herramient­as más antiguas de toda Europa y constituye­n uno de los yacimiento­s de este tipo más ricos del continente.

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El Homo heidelberg­ensis vivió en la Sierra de Atapuerca hace unos 400.000 años (ilustració­n: José Antonio Peñas / Sinc). A la derecha, el Museo de la Evolución Humana de Burgos.
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 ??  ?? Bifaz achelense encontrado en el yacimiento de Saint-Acheul (Francia).
Bifaz achelense encontrado en el yacimiento de Saint-Acheul (Francia).
 ??  ?? Todos los años las excavacion­es en Atapuerca deparan fascinante­s resultados de los que se hace eco la prensa.
Todos los años las excavacion­es en Atapuerca deparan fascinante­s resultados de los que se hace eco la prensa.
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