Made in Spain La sima de los inventos
La trinchera que alumbró maravillas prehistóricas. Así podríamos definir la sierra de Atapuerca, que lleva varias décadas arrojando restos de nuestros “parientes” más lejanos. Lo que hoy sabemos sobre la alimentación o las herramientas de los homínidos se
La Sierra de Atapuerca está formada por una serie de discretas montañas localizadas al norte del pueblo de Ibeas de Juarros, en la provincia de Burgos. Naturalmente, esta localidad, por la que cruza el Camino de Santiago, ha visto cómo el turismo ha explotado en los últimos tiempos gracias al nombre de Atapuerca porque, como ya es conocimiento común, allá vivieron algunos de los más antiguos homínidos conocidos en tierras europeas.
Los complejos de cuevas kársticas de la sierra son conocidos desde tiempo inmemorial, pero no fue hasta finales del siglo XIX cuando la construcción de una línea de ferrocarril minero creó una profunda trinchera en parte de estas montañas, mostrando así el corte de varias simas colmatadas hacía milenios. En un primer momento pocos fueron los que se percataron de que aquella obra de ingeniería estaba dejando al descubierto un apasionante libro impreso en la piedra. Fue en la última mitad del siglo XX cuando quedó claro que las simas sacadas a la luz por la trinchera guardaban secretos asombrosos acerca de la evolución de los homínidos.
Luego llegó el delirio y, cómo no, mil y una publicaciones y apariciones en medios. El flamante Museo de la Evolución Humana de Burgos debe su existencia, precisamente, a lo que se halló en Atapuerca: nada más y nada menos que restos de antiquísimos “parientes” del ser humano actual, como el que ha sido llamado Homo antecesor o el Homo heidelbergensis. Nótese que al mencionarlos como “parientes”, lo hago entrecomillado, porque el árbol de la evolución, en lo que se refiere al hombre como especie, no ha sido lineal, como tantas veces se dibuja. Para llegar a nosotros, la vida ha experimentado de forma caótica y caprichosa con infinidad de vías muertas y caminos divergentes. Muchos de esos linajes de homínidos que se descubren en yacimientos como Atapuerca no fueron nuestros antepasados directos, porque pertenecieron a ramas de la familia homínida que terminaron por extinguirse. Sin embargo, el que seamos capaces de descubrir lo que aquellos homínidos comían, o las herramientas que manejaban, independientemente de si pertenecen a nuestra “rama” de evolutiva, o no, es algo fascinante. LA INDUSTRIA LÍTICA El yacimiento prehistórico de Atapuerca es considerado como el que agrupa el conjunto de restos de homínidos más antiguos de todo el continente y, por ello, ha merecido ser considerado como Patrimonio cultural por parte de la UNESCO. Y las sorpresas parece que no han hecho sino comenzar, pues quedan muchas cuevas por explorar en esta apartada sierra castellana. Muchos restos tienen más de medio millón de años, pero hay pruebas de ocupación desde hace más de un mi- llón de años. Eso es todo un abismo mareante que apenas si podemos concebir.
Especies tan diversas y periodos de tiempo tan abrumadoramente extensos nos muestran un paisaje cultural asombroso y muy diversos. Entre todas esas manifestaciones de vida de los homínidos en su camino evolutivo, lo más llamativo fue su tecnología. Ciertamente, puede resultar extraño hablar de “inventos” propiamente dichos para esas épocas tan lejanas, pero fue preci-
Se ha descubierto un cráneo agujereado que ha servido para averiguar que en Atapuerca inventaron el martillo hidráulico
samente el uso de herramientas ideadas en el propio lugar el que permitió la supervivencia de aquellos homínidos. Mediante el análisis de las muestras de herramientas de piedra y de las técnicas de fabricación que se emplearon en darles forma, se puede establecer una datación de los diversos hallazgos fósiles.
Antes de la aparición de la metalurgia y durante milenios, las herramientas empleadas por los homínidos estuvieron constituidas mayoritariamente por piedra modificada de diversas formas. Es lo que se viene a conocer como “industria lítica”, cuya más antigua manifestación conocida hinca sus raíces en época tan antigua como hace al menos 2,8 millo- nes de años. La necesidad de sobrevivir en un entorno muy hostil, hizo que la dura vida de aquellos antecesores de los humanos se viera aliviada gracias al uso de ingeniosas tallas en piedra.
Algunas de las técnicas que emplearon para dar forma a multitud de herramientas eran realmente sofisticadas.
MARTILLOSY ALICATES
En Atapuerca, por ejemplo, las muestras de herramientas líticas son impresionantes. Esos “inventos” prehistóricos nos enseñan que el ingenio no es algo de tiempos recientes, nos lleva acompañando desde siempre. De hecho, todas las especies que han conformado el género Homo han desarrollado su propia industria lítica. Por lo general, se partía de materiales locales para dar forma a herramientas para cortar, serrar, aplastar o desgajar, entre otras acciones mecánicas. Vendrían a ser el equivalente actual a tener a mano martillos, sierras o incluso alicates, pero todo ello en piedra y tallado con gran maestría. La importancia de estas herramientas de piedra, aparentemente primitivas y simples, es tal que, sin lugar a dudas, supuso un componente vital en la supervivencia de aquellos individuos. Con el uso de herramientas de industria lítica se pudo modificar la dieta y lograr adaptaciones al medio antes impensables. El catálogo de herramientas ideadas en la más lejana prehistoria es impresionante. Las más antiguas herramientas conocidas son las del tipo olduvayense, de las que en Atapuerca hay muestras de hace alrededor de un millón de años, sencillas piedras de sílex o materiales similares, talladas para facilitar la tarea de procesar alimentos. Las herramientas achelenses supusieron todo un salto adelante. Ahora no sólo se tallaban materiales duros en el lugar, se utilizaban y se abandonaban posteriormente. No, el salto aquí estuvo en la especialización, se tallaban piedras por diversos lados, siendo cada tipo pensado para una función.
Las herramientas se llevaban consigo, eran algo valioso, tanto que fueron objeto de comercio. Las piezas bifaz, conocidas hace tiempo de forma poco adecuada como “hachas prehistóricas”, venían a ser como una navaja suiza de su tiempo. Permitían realizar todo tipo de cortes, raspaduras, tracciones y perforaciones, gracias a tallados esmerados y que requerían mucha dedicación. Los ejemplos de este tipo localizados en Atapuerca datan al menos de hace 600.000 años. Herramientas posteriores, como las del musteriense, ofrecen todo un salto tecnológico. Ya no
Con el uso de herramientas de industria lítica se pudo modificar la dieta y lograr adaptaciones al medio antes impensables
sólo se golpeaban con esmero unas piedras con otras, sino que ahora se empleaba toda una gran variedad de materiales como hueso o madera para realizar el tratamiento de la piedra. Esto dio origen a sofisticadas piezas que, a su vez, servían para crear otras herramientas. Los neandertales fueron verdaderos maestros en este tipo de tecnología. A partir del paleolítico superior se vive toda una explosión de herramientas, con magos, especializadas al límite de lo posible, realizadas con piedra, pero también con cualquier otro tipo de materia disponible, ya fuere vegetal o animal. La importancia de este tipo de herramientas se comprende cuando se entiende que, hasta la llegada de otras más sofisticadas en el neolítico y, sobre todo, con la aparición de la metalurgia, fueron las únicas que fueron utilizadas. ¡Eso supone que la industria lítica reinó en el 99% de la historia de nuestro género, a lo largo de más de 2,5 millones de años!
ELYACIMIENTO DE ORCE
Pero, aunque el yacimiento de Atapuerca brilla por derecho propio y ha alcanzado merecidamente fama a nivel mundial, no es el único lugar de la península Ibérica en el que se han localizado antiquísimas muestras de industria lítica. He ahí, por ejemplo, las numerosas herramientas localizadas en el yacimiento de Orce, en Granada, que pueden tener hasta más de 1,3 millones de años de antigüedad. Los núcleos poliédricos y lascas de Orce son considerados como algunas de las herramientas más antiguas de toda Europa y constituyen uno de los yacimientos de este tipo más ricos del continente.