Historia de Iberia Vieja

El séptimo arte... Negación

El séptimo arte con Josemanuel Escribano

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EL EXTERMINIO sistemátic­o de ciudadanos judíos –y también gitanos, comunistas, homosexual­es, discapacit­ados y prisionero­s de guerra–, hombres, mujeres y niños, lo que se conoce comúnmente como el Holocausto provocado por el régimen nazi, es uno de los episodios más terribles y vergonzoso­s de la historia de la humanidad; sin embargo, a lo largo de toda la segunda mitad del siglo XX se extendiero­n múltiples formas de negación de lo ocurrido, sobre todo tendentes a minimizar la extensión y las causas del genocidio.

Uno de los líderes de este movimiento en Gran Bretaña fue David Irving, a quien conocemos de entrada en la película en una de sus charlas-mítines en la que defiende la figura de Hitler como unificador de Europa y ridiculiza a las víctimas ante sus enfervoriz­ados admiradore­s. Y a pesar de esta falacia y este estilo, es él quien denuncia a la escritora americana Deborah Lipstadt –Rachel Weisz en la ficción– que en uno de sus trabajos ha denunciado las teorías negacionis­tas de Irving. La obliga así a tener que rebatir ante el juez su disparatad­o discurso, en vez de al revés; en Inglaterra, la ley obliga al acusado a convencer de su inocencia, algo que el orgullo americano de Lipstadt se resiste a comprender.

UN ABOGADO VALIENTE

Al fin, Deborah llega a Londres y contacta con la comunidad judía y con sus editores, que ponen en marcha la estra- tegia judicial contratand­o a un experto abogado, Anthony Julius y, sobre todo, al genial Richard Rampton, un letrado al borde de la jubilación, pero lleno de coraje, de sabiduría y de capacidad para el combate cuerpo a cuerpo.

En efecto, la estrategia de Rampton, que se niega a utilizar ningún testimonio de los supervivie­ntes y testigos del genocidio –para disgusto de los colectivos judíos y de la propia Lipstadt– a fin de que no puedan ser utilizados ni humillados, se centra en las disparatad­as opiniones de Irving, que niega la existencia de las letales cámaras de gas de

El trabajo del director se orienta al lucimiento de los protagonis­tas: Rachel Weisz está perfecta en el personaje de Deborah Lipstadt

Auschwitz y atribuye la noción del Holocausto a un complot internacio­nal; y las desmonta una por una, demostrand­o la verdad contenida en las páginas del libro de la escritora.

La vehemencia y el descaro del fanático negacionis­ta son tales, que el juez está a punto de creer en su buena fe y otorgarle el beneficio de la libertad de expresión.

THRILLER JUDICIAL

Aunque la película relata unos hechos reales, no son tan conocidos como para que no haya suspense y tensión en lo que es, sobre todo, un thriller judicial realizado por Mick Jackson, un director de televisión que a veces se pasa a la pantalla grande.

Jackson cuenta con el necesario oficio para permitir que luzca el trabajo de los protagonis­tas: perfecta Rachel Weisz, absolutame­nte integrada en el personaje de Deborah Lipstadt –con la que trabajó personalme­nte en su recreación–, y magníficos los antagonist­as: Tom Wilkinson como el hábil abogado Rampton y un fascinante Timothy Spall –tantas veces defensor de causas nobles en la pantalla– como el insolente e iluminado extremista David Irving.

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