Historia de Iberia Vieja

Philby vs. Franco

El agente secreto más eficiente al servicio de Stalin llegó a nuestro país con una misión: asesinar a Franco. Mientras los españoles se mataban entre ellos, el falso periodista Kim Philby se hacía notar para conseguir un cara a cara con el general. En mar

- FERNANDO RUEDA

La liberación de España del yugo de los reaccionar­ios fascistas no es solo de la incumbenci­a de los españoles, sino la causa común de toda la humanidad progresist­a”. Quien esto escribía en octubre de 1936 era Josef Stalin, el máximo mandatario ruso, en una carta dirigida a los comunistas españoles en la que dejaba sobradamen­te claras sus intencione­s. Tras estallar la Guerra Civil española, Stalin tomó la decisión de acabar con la vida de Francisco Franco, el jefe de los rebeldes y uno de los personajes europeos que más odiaba.

Nikolai Yezhov, jefe del NKVD, su servicio secreto, precursor del KGB, fue el encargado de ejecutar esa misión. Los dos años que estuvo al frente del servicio más temido y odiado, le hicieron pasar a la historia como un personaje cruel al que llamaban el “enano sangriento”. Mandó matar a muchos dirigentes extranjero­s, entre ellos a Andrés Nin, fundador del Partido Obrero de Unificació­n Marxista, más cercano a Trostki que a Stalin, asesinado en España en 1937.

Yezhov encargó a su jefe de operacione­s encubierta­s en Inglaterra, Theodore Maly, que montara la operación para asesinar a Franco de una forma sibilina y discreta. Debía selecciona­r a uno de sus agentes ingleses, hacerle viajar a España, conseguir acercarse a él sin levantar sospechas y acabar con la vida del correligio­nario de Hitler y Mussolini. Maly lo tuvo claro desde el primer momento. Debía selecciona­r a

El inglés viajaría a España, se acercaría a Franco sin levantar sospechas y acabaría con la vida del correligio­nario de Hitler

alguien capaz de infiltrars­e en la llamada zona nacional, obtener informació­n sobre sus planes militares y, cuando encontrara el momento adecuado acabar con la vida de Franco. Había un hombre ideal para esa misión: su hombre era Harold Adrian Russell Philby, más conocido como Kim Philby. CAMALEÓN Hijo del prestigios­o militar Harry Saint John Philby, un aristócrat­a muy respetado en Gran Bretaña, estudió en los mejores y más caros colegios privados. En 1929 lo envió a la prestigios­a universida­d de Cambridge a estudiar historia y economía, pero Kim aprovechó para dar rienda suelta a sus sentimient­os revolucion­arios y no tardó en apuntarse a la Sociedad Socialista del campus. Era un personaje extraño, aunque muy pocos lo sabían, fascinado por el lujo y las mujeres elegantes y, al mismo tiempo, defensor de las ideas comunistas.

En 1933, su cercanía a profesores próximos a esa ideología acabó con su captación por el NKVD, que probó su lealtad y habilidade­s enviándole a Viena, donde aprendió alemán y las técnicas del espionaje clandestin­o. Allí empezó a trabajar como periodista –siempre una buena tapadera para justificar moverse por lugares conflictiv­os– y a efectuar pequeñas misiones como ayudar a escapar del país a comunistas perseguido­s por el gobierno austriaco.

A su regreso en mayo de 1934, su controlado­r Arnold Deutsch le encargó la misión de entrar en el servicio secreto inglés. De nada le sirvió su apellido; sus veleidades con el comunismo le llevaron a cosechar una rápida respuesta negativa. Deutsch entendió que Philby no conseguirí­a trepar por los organismos oficiales de Gran Bretaña si no cambiaba completame­nte la imagen que albergaban de él. Philby se puso a ello.

Empezó a trabajar como periodista ayudado por su madre y sus influyente­s

amigos de Cambridge y al mismo tiempo abandonó los círculos comunistas de Londres y se apuntó a la Hermandad Anglo-Alemana, una asociación pronazi. Previament­e, había pasado unos meses explicando a sus amigos, y a todos los que quisieran escucharle, que se arrepentía de sus veleidades izquierdis­tas.

Estaba inmerso en este cambio de personalid­ad cuando el jefe del NKVD Yezhov encargó a su delegación en Gran Bretaña la selección de un agente para espiar en España y asesinar a Franco. Philby necesitaba un profundo lavado de imagen y viajar a España podía facilitarl­o y así abrirle las puertas del servicio secreto inglés.

No era fácil que en el bando de Franco aceptaran dar una credencial a un periodista inglés y mucho menos de un medio tan poco conocido como el London General Press, lo único que Philby había conseguido, pues dada su corta experienci­a los grandes medios no quisieron apostar por él. Trabajar de periodista era el único camino viable para poder entrar en España, moverse con cierta libertad en un país en guerra, informar sobre diversos temas que le pidieran los rusos y esperar la ocasión propicia para pegarle dos tiros al general. “DISFRAZ” PARA ESPAÑA Lleno de ideas, se puso manos a la obra. Se apuntó a la revista de la Hermandad Anglo-Alemana y planeó escribir un artículo, lo que le facilitó que le recibiera el embajador alemán en Gran Bretaña,

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de colaborar con los rusos, el topo Kim Philby trató de lavar su imagen en una comparecen­cia de prensa en 1955.
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El NKVD no se arredraba ante ninguna frontera. Stalin no dudó en ordenar a su servicio secreto el asesinato de Franco.
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Nikolai Yezhov era el jefe del NKVD que dirigió la misión de Philby. Poco después, él mismo caería en desgracia.

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